La Tierra vista desde el cielo se puede
admirar en la primera sección de Chapultepec
Concientizarnos de nuestra responsabilidad con el planeta,
cruzada de Arthus-Bertrand
La muestra ofrece una evaluación del ambiente
en los comienzos del nuevo milenio
Incluye 151 fotografías aéreas que privilegian
''lo gráfico por encima de la belleza''
CARLOS PAUL
Con
el propósito de reflejar la variedad de los ambientes naturales
existentes en el mundo, así como la huella del hombre y los efectos
nocivos que ha provocado, el fotógrafo francés Yann Arthus-Bertrand
(1946) exhibe una muestra de su trabajo que le ha llevado más de
diez años, con el título La Tierra vista desde el cielo,
en las rejas de la primera sección del Bosque de Chapultepec, sobre
avenida Paseo de la Reforma.
Integrada por 151 imágenes aéreas de 120
x 180 cm, la muestra constituye una ''evaluación" del planeta en
los comienzos de este milenio.
''Son fotografías que tienen la intención
de concientizar a cada uno de nosotros de que somos responsables de la
Tierra", comenta Arthus-Bertrand, quien a los 30 años decidió
mudarse a Kenia con su esposa Anne para estudiar el comportamiento de los
leones.
Esa experiencia ''me permitió conocer que la fotografía
proporcionaba cierta información que no puede ser escrita. Así
fue como me convertí en fotógrafo, lo cual se combinó
con mi trabajo de pilotar globos".
La primicia de esa exposición, explica, ''es hacer
fotos que sean más gráficas que bellas, pues este concepto
es muy subjetivo y cursi".
Cada una de las imágenes se acompaña de
un texto ''muy comprometido y muchas veces más agresivo que la misma
fotografía. Los textos son el contrapunto de la muestra".
Periplo por 105 países
Arthus-Bertrand, quien más que artista se considera
fotoperiodista, ha viajado por 105 países y ha acumulado más
de 3 mil horas de vuelo en helicóptero. Este trabajo, destaca, ''no
ha terminado; sigo tomando fotos, pues aún hay muchos países
por recorrer". Sin embargo, gracias a las coordenadas geográficas
de cada toma, otros fotógrafos podrán regresar a los mismos
lugares y proseguir este ''ambicioso proyecto" que sólo es posible
con el apoyo de distintas instituciones y empresas.
La idea es dar seguimiento a esos lugares fotografiados.
Regresar luego de 40 o 50 años para saber en qué medida han
cambiado, con la intención de ''concientizarnos" sobre los cambios
del planeta y el futuro de la humanidad.
Para realizar este tipo de trabajo, explica el periodista,
se necesita encontrar un buen piloto, pues él es "un intermediario
imprescindible" entre el fotógrafo y la fotografía. Un permiso
de vuelo, ya que la fotografía aérea esta considerada en
muchos países como espionaje. Se necesita que las previsiones meteorológicas
sean óptimas. Hay también que encontrar los medios para volar,
pues en algunas zonas del globo no hay ni avión, ni helicóptero.
A veces es necesario recurrir a medios poco habituales como el paracaídas
ascensional. Por supuesto, se necesita dinero.
''Una hora en helicóptero cuesta en promedio 900
dólares, por tanto, hay que buscarse patrocinadores y apoyarse en
una verdadera agencia de producción. Y, finalmente, una familia
comprensiva que lo apoye a uno."
Más allá de gobiernos y poderosos
Organizada por la embajada de Francia y el Instituto de
Cultura de la Ciudad de México, la muestra es una selección
de las fotografías que se encuentran en el libro La Tierra vista
desde el cielo, publicado por Lunwerg (España), volumen que
ha sido traducido a 14 idiomas y cuyos textos fueron escritos por distintos
científicos. Hasta el momento se ha vendido un millón de
ejemplares y 7 millones de personas de distintos países han visto
la exposición.
La Tierra vista desde el cielo, se anota en el
texto de presentación, ''enfatiza que, hoy más que nunca,
los niveles y los modos actuales de consumo, de producción y de
explotación de los recursos no son viables a largo plazo. Ilustra
una etapa decisiva, en la que la alternativa que ofrece el desarrollo sustentable,
debe contribuir a provocar los cambios que permitan responder a las necesidades
del presente, sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras.
''Los cambios no dependen sólo de los gobiernos
y de los poderosos de este mundo. Cada uno de nosotros tiene el poder y
el deber de actuar y movilizarse ?de manera individual o masiva? para influir
en las personas responsables de tomar decisiones".