EL HOYO NEGRO
En
la reunión que el presidente de la República mantuvo con
los dirigentes de la CTM, independientemente de lo anecdótico y
de los resultados, quedó claro sobre todo que en la agenda del gobierno
subsiste un hueco notorio: el que se refiere a las relaciones laborales
y la democracia sindical.
El Secretario de Trabajo, probablemente por haber sido
dirigente empresarial y estar habituado, por lo tanto, a las relaciones
con un mundo laboral corporativizado o debido al tiempo que le requiere
controlar las lecturas escolares de su hija, no ha encarado hasta ahora
este espinoso problema.
La estructura del sindicalismo mexicano, por consiguiente,
sigue marcada por la permanencia del corporativismo, con graves efectos
para los intereses de los trabajadores y fuertes manifestaciones de corrupción
(como se ha visto en el caso del sindicato de petroleros). Al mismo tiempo,
las leyes laborales son obsoletas con respecto a la terrible realidad del
mundo del trabajo.
El trato entre el que se proclamó gobierno del
cambio y los aparatos corporativos no sólo es contradictorio con
las esperanzas de los votantes sino que también perpetúa
estructuras gravemente dañinas para la democracia en el país
y que defienden el pasado político y social que el presidente Vicente
Fox se comprometió a enterrar.
En los primeros días del gobierno foxista el líder
ferrocarrilero y Rodríguez Alcaine se pusieron incondicionalmente
a su servicio, pero posteriormente, envalentonados, comenzaron a tomar
distancia y, en los últimos días, el aparato sindical y,
particularmente el que dirige Elba Esther Gordillo, desempeñó
un papel decisivo en apoyo a la candidatura de Roberto Madrazo a la dirección
del PRI.
De modo que el gobierno ve crecer un obstáculo
que no debería existir y, al mismo tiempo, permite que se cierre
el camino a una verdadera modernización productiva al mantener una
casta obsoleta de dirigentes sindicales que se apoyan en el descontento
popular por el alza de los precios y por el desempleo sólo para
obtener y reforzar posiciones de poder. La pasividad oficial ante este
problema mantiene lo que se prometió resolver prioritariamente.
Este verdadero hoyo negro en la política oficial
plantea igualmente grandes problemas político-jurídicos,
pues México es parte de la Organización Internacional del
Trabajo y ha firmado compromisos en materia laboral y social que la misma
ha discutido y aprobado y que han pasado, por lo tanto, a convertirse en
leyes nacionales. Tal separación entre los textos legales y la realidad,
por consiguiente, podría llevar a desconfiar de la validez de las
reglas jurídicas y de las instituciones, y a tratar de solucionar
los problemas reales al margen de ellas, en búsqueda de objetivos
legítimos y legales que son desconocidos.
El peligro es evidente y la inmovilidad e insensibilidad
de las autoridades máximas de la Secretaría de Trabajo colaboran
no poco a agravar la intranquilidad social y la inseguridad en el país.