Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Jueves 28 de febrero de 2002
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Economía

Orlando Delgado Selley

Capitalismo global y empleo

Buena parte de los indicadores económicos muestra que la economía estadunidense parece estar cerca del fin de su recesión, pero los que dan cuenta de la situación del empleo siguen siendo negativos. Mientras el índice de indicadores líderes creció por cuarto mes consecutivo y la construcción de casas se incrementó 6.3 por ciento en enero, las solicitudes de seguro de desempleo siguieron aumentando y los empleos se contrajeron por sexto mes consecutivo. La conclusión de los analistas financieros, es decir, de quienes, se supone, alertan sobre las oportunidades y los riesgos económicos, es que la debilidad del mercado laboral permite asegurar que la inflación se mantendrá bajo control. La Reserva Federal, en consecuencia, deberá preocuparse por la recuperación.

En nuestro país la información disponible muestra que la recesión continúa y que, pese a que la economía estadunidense podría crecer este año poco más de un punto porcentual, terminaremos con una caída similar a la de 2001. La información laboral, por supuesto, empeora: el desempleo abierto fue de 2.96 por ciento en enero, medio punto superior al de diciembre y 65 centésimas mayor que el de enero del año anterior. Los trabajadores asegurados en el IMSS en enero fueron 3.1 por ciento menos que los del mismo mes del año anterior y 2.7 menos que en diciembre. En la industria manufacturera, el dato anual indica una reducción de 4.3 por ciento en el personal ocupado y 6.6 en las horas trabajadas.

Lo notable, sin embargo, no es que el empleo se reduzca en la recesión, sino que se suma al castigo que ha infligido la globalización al trabajo y al empleo. Como señala Ulrich Beck (en su excelente libro ƑQué es la globalización? Falacias del globalismo, respuestas a la globalización, Ed. Paidós 1998, así como en un reciente artículo publicado en El País, "Libertad o capitalismo: el incierto futuro del trabajo", 24/02/02) la flexibilización laboral ha desmembrado el trabajo, sustituyendo los contratos laborales por "contratos basura", trabajos que se hallan equidistantes del trabajo informal y del desempleo. La situación no sólo afecta el trabajo de menor calificación profesional, ya que el trabajo más calificado ha sido desmembrado. El propósito ha sido reducir la ocupación y las prestaciones laborales asociadas al trabajo formal. La seguridad laboral, central en todo proyecto que reivindique los valores humanos, ha sido sustituida por el régimen laboral de riesgo.

La precarización del trabajo tiene como su pareja funcional el desmantelamiento del Estado social. Este par, promovido por los empresarios globalizados y los no globalizados, por quienes producen bienes o servicios comerciables y por los que abastecen solamente el mercado local, se fundamenta como una exigencia técnica: la competitividad obliga a deshacerse de actividades que antes eran realizadas por la propia empresa y que ahora se subcontratan, al tiempo que las que se mantienen en la empresa operan con trabajadores flexibles, más fácilmente despedibles. Este supuesto requerimiento técnico es la fetichización del mercado en el ámbito del trabajo. La libertad de las empresas para subcontratar y reducir su planta laboral, utilizada en la recesión que estamos viviendo, traspasa las responsabilidades del Estado a individuos que, paradójicamente, para poder enfrentarlas tienen que estar empleados, lo que precisamente les niega el funcionamiento de la economía global.

Frente a esto, junto con Beck, pueden plantearse tres tesis: i) Modernización no debe confundirse con privatización, con la noción del Estado neoliberal; el Estado moderno no es el Estado modesto. Sustituir política por economía es cada vez menos aceptado. ii) La verdadera contradicción actual está entre libertad o capitalismo global. Se impone que el Estado armonice igualdad y libertad, cubriendo los riesgos que corren los puestos de trabajo. Es urgente detener el dumping laboral. iii) El crecimiento económico sostenido requiere fronteras abiertas, movimientos migratorios que renueven los mercados laborales y los integren a una globalidad con sentido social. Así, sería posible replantear la construcción, como se hizo en el Foro Social Mundial de Porto Alegre, de un mundo global duradero.

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