ECONOMIA MORAL
Julio Boltvinik
Pobreza extrema de espacio habitacional 1960-2000
La economía moral es convocada a existir como resistencia
a la economía del "libre mercado": el alza del precio del pan puede
equilibrar la oferta y la demanda de pan, pero no resuelve el hambre de
la gente
Normas de espacio habitacional
¿QUÉ ESPACIOS NECESITAN los miembros
de un hogar? En el volumen Vivienda de la serie Necesidades esenciales
en México (Coplamar-Siglo XXI editores) se abordó el
asunto con todo detalle. Para ésta y las demás normas de
la vivienda (materiales, servicios, conservación) el punto de partida
conceptual fueron las funciones genéricas que debe cumplir toda
vivienda: protección; higiene; privacidad externa (en relación
con los no miembros del hogar) e interna (entre los miembros del hogar);
comodidad y funcionalidad; localización, seguridad de la tenencia.
La privacidad interna, señala este texto, "consiste en la
aptitud de la vivienda para hacer posible cierto grado de aislamiento voluntario
de algunos ocupantes con respecto a los demás. Es decir, debe contar
con los elementos que permitan a los ocupantes regular sus propios contactos
de convivencia. En este sentido, es de especial importancia la subdivisión
del espacio interno de la vivienda y el uso de materiales que permitan
la separación visual y acústica. La privacidad interna de
la vivienda es consecuencia, también, de su tamaño efectivo
en relación con su número de ocupantes. Las condiciones de
la convivencia pueden deteriorarse si el grado de hacinamiento es excesivo.
La presencia simultánea de muchas personas en el mismo espacio puede
reducir a niveles intolerables -e incluso patógenos- la privacía
interna de la vivienda" (p.21).
EN ESTA PARTE conceptual se definió el hacinamiento
y sus consecuencias de la siguiente manera: "la proximidad obligada y persistente
entre los ocupantes de un recinto o vivienda propicia una constante interferencia
y se traduce, tanto en mayores probabilidades de transmisión recíproca
de enfermedades infectocontagiosas (respiratorias, dermatológicas,
etcétera) como en daños afectivos probables". Además
se señalaba: "Parte de la higiene de la vivienda tiene que ver con
la cantidad de espacio útil, total o específico por ocupante;
con la posibilidad de aislamiento efectivo de enfermos en ellas atendidos;
con mecanismos de ventilación, etcétera" (p.18). También
la comodidad y la funcionalidad están asociadas a la disponibilidad
y organización del espacio: "Para que una vivienda pueda considerarse
funcional, esa calidad de ordenadora activa de la vida familiar debe estar
apoyada en espacios suficientes para los miembros del grupo, de sus desplazamientos
y de los enseres domésticos correspondientes, de modo que no interfiera
en el desarrollo de las actividades domésticas habituales" (p.21).
Las normas operativas
DADO QUE SE carece de información sobre
las superficies de la vivienda se adoptó como indicador de espacio
la relación entre número de personas y cuartos habitables.
En el volumen de Coplamar citado se definieron dos opciones del mínimo
de espacio de la vivienda. En la primera (que es la que se usa para los
cálculos que se presentan en el cuadro) se acepta que algunas personas
duerman en la estancia o espacio multiuso, por lo cual para fines de cálculo
la estancia se contabiliza como un cuarto más. En la segunda opción,
más exigente, no se acepta esta situación, por lo cual la
estancia se descuenta del número de cuartos, adoptándose
el número de dormitorios como la variable adecuada.
DADA LA MENOR tendencia a dividir el espacio interno
de la vivienda en el medio rural, se adoptó como límite máximo
2.5 personas por cuarto (por dormitorio en la segunda opción) en
este medio y 2.0 personas por cuarto (por dormitorio) en el urbano (p.23).
Podríamos decir que la primera opción delimita la pobreza
extrema de espacio habitacional, mientras la segunda delimita la pobreza.
La diferencia entre ambas es la pobreza no extrema o pobreza moderada.
Aunque no usa la misma terminología, ésta es la postura adoptada
en el trabajo de Coplamar, donde se señala que la segunda opción
"es la única que cumple cabalmente con las características
de la definición conceptual" (p. 23).
EN LO QUE SIGUE se presentan cálculos sólo
para la primera opción, por lo cual los cálculos del cuadro
corresponden al concepto de pobreza extrema de espacio habitacional.
Por limitaciones de recursos y tiempo no he podido actualizar los cálculos
de la segunda opción. Para que el lector tenga idea de las diferencias
cuantitativas que ello puede implicar, en 1970 las proporciones de viviendas
y personas con el mínimo bajarían de 34.0 a 16.4 por ciento
y de 21.7 a 11.5 al cambiar de la primera a la segunda definición.
Es decir, en 1970, 78.3 por ciento de las personas vivían en pobreza
extrema de espacio habitacional y 88.5 por ciento en pobreza, por lo cual
10.2 por ciento se encontraba en pobreza moderada. (cuadros 3.15 y 3.16
de Vivienda de Coplamar).
La mejoría de 1960 al 2000
EL CUADRO MUESTRA la evolución del hacinamiento
extremo (pobreza extrema habitacional) desde 1960 hasta 2000, con cortes
cada 10 años. En 1960 tres cuartas partes (74.4 por ciento) de las
personas ocupaba viviendas en hacinamiento extremo y, por tanto, eran pobres
extremos en materia de espacio habitacional. En 2000 esta proporción
se había reducido a 42.5 por ciento. Se trata de una reducción
relativamente lenta, comparada con las de otras pobrezas específicas,
a una tasa media anual de 1.4 por ciento. Sin embargo, ello se debe en
parte al aumento (hasta alcanzar 78.3 por ciento) que experimenta en la
década de los sesenta.
LA RAZON INMEDIATA de este aumento es el crecimiento
más rápido de la población (45 por ciento entre ambos
censos) que del número de viviendas (31 por ciento en el mismo periodo).
En esa época el país carecía de las instituciones
para financiar la construcción de viviendas al ritmo requerido.
A partir de la creación del Infonavit, como ha señalado Martha
Schteingart, se produjo "nuevamente un salto en la producción de
vivienda con apoyo estatal, la cual llegó en los años setenta
a 55 mil 400 unidades anuales en todo el país y a 18 mil 800 en
la zona metropolitana de la ciudad de México"1. En contraste,
la baja sostenida del periodo 1970-2000 ocurre a la tasa de 2 por ciento
promedio anual. En el periodo 1970-2000 la proporción de no pobres
extremos en materia habitacional se multiplica por más de 2.5.
LA DÉCADA EN la que más rápido
decrece la pobreza extrema de espacio habitacional es la de 1970 a 1980,
lo que se explica por la política de financiamiento a la vivienda
y el crecimiento de la economía. Es la única década
en la cual disminuye de manera absoluta la población en pobreza
extrema de espacio habitacional, como puede apreciarse en el cuadro.
Incidencia, intensidad y severidad
ADEMAS DEL INDICADOR de personas en viviendas hacinadas,
que expresa la proporción de personas o incidencia de la pobreza
de espacio, en la parte inferior del cuadro se presentan los conceptos
de sobrecupo, capacidad ociosa y carencia absoluta. El sobrecupo de personas
en las viviendas hacinadas (o déficit de espacio medido en número
de personas) expresa las personas que viven en éstas por encima
de su capacidad de alojamiento según la norma. Por ejemplo, en 2000,
40.9 millones de personas vivían en 6.6 millones de viviendas hacinadas.
El sobrecupo fue de 17.9 millones de personas. Esto quiere decir que las
viviendas hacinadas tenían capacidad para alojar (de acuerdo con
la normas de 2 personas por cuarto en el medio urbano y 2.5 en el rural)
sólo a 23 millones, y la diferencia con las efectivamente alojadas
(40.9) es el sobrecupo (17.9 millones). Cuando el sobrecupo se expresa
como proporción de la población que habita en viviendas hacinadas,
mide la intensidad de la pobreza extrema de espacio. En este ejemplo,
0.438 (resultado de dividir 17.9 entre 40.9). Cuando el sobrecupo se expresa
como proporción de la población total (última columna
del cuadro) expresa la severidad de la pobreza de espacio y es igual
al producto de la incidencia (0.425) por la intensidad (0.438), lo que
resulta en 2000 en 0.186 (o 18.6 por ciento), que se presenta en la última
columna en el renglón de sobrecupo.
LA SEVERIDAD DE la pobreza extrema de espacio habitacional
disminuyó muy rápidamente en la década de los setenta,
para pasar de 43.3 a 27.2 por ciento; en las dos décadas siguientes
disminuye a un ritmo mucho menor, llegando a 18.6 por ciento en 2000. La
política de financiamiento a la vivienda seguramente explica parte
de esta desaceleración, mientras el estancamiento económico
y la pauperización de la población explican el resto. Lo
sorprendente, y es lo que requiere una explicación, es que haya
seguido bajando.
Capacidad ociosa y carencia absoluta
LA CAPACIDAD OCIOSA es la otra cara de la moneda
del sobrecupo. Si éste expresa el espacio que les falta a las viviendas
hacinadas, aquélla mide lo que les sobra a las subocupadas: el número
de personas adicionales que podrían alojarse en ellas hasta igualar
las normas. Esta capacidad ociosa ha venido creciendo rápidamente.
Expresada en números absolutos casi se multiplicó por 10,
al pasar de 5.4 a 50.4 millones entre 1960 y 2000. Como proporción
de la población nacional, pasó de 15.5 por ciento a 52.5
por ciento. A partir de 1980 el país rebasó la carencia absoluta
de espacio habitacional. Esto ocurre cuando la capacidad de alojamiento
del total de viviendas del país es mayor que la población
nacional. En ese momento, la capacidad ociosa supera al sobrecupo. La diferencia
entre ambas, la carencia absoluta, se vuelve negativa. En el año
2000 la carencia absoluta de espacio habitacional en el país llegó
a menos 32.5 millones de personas. Esto quiere decir que las viviendas
del país podrían alojar, según las normas de pobreza
extrema, a casi 130 millones.
SI IMAGINAMOS QUE es posible una redistribución
del espacio habitacional sin restricciones, ello permitiría no sólo
eliminar la pobreza extrema de espacio habitacional, sino que todavía
sobraría espacio para 32 millones de personas más. A pesar
de ello, debido a la fuerte concentración del espacio habitacional
prevaleciente, la severidad de la pobreza es de 18.6 por ciento y 42.5
por ciento de la población vive hacinado.
El panorama sería mucho peor si hubiésemos
calculado la pobreza de espacio habitacional sin considerar la estancia
como área adecuada para dormir.
1 Martha Schteingart, "Producción habitacional
en la ZMCM (1960-1987), en M. Schteingart, Espacio y vivienda en la
ciudad de México, El Colegio de México, 1991, p.230.
En 1963, con la puesta en marcha del Programa Financiero de la Vivienda
había habido un aumento en la vivienda producida con apoyo del sector
público, que según la autora había pasado de 4 mil
200 a 8 mil 340 anuales en la ZMCM.