Comienza hoy su muestra gastronómica
en el restaurante Tezca de la Zona Rosa
Juan Mari Arzak: la cocina más vanguardista
está pensada en vasco
Combinar olores, sabores y adaptarlos a un público
muy amplio, base del éxito culinario, asegura
Dice no importarle el reconocimiento; "puedes alcanzar
una calificación notable a partir del trabajo"
CESAR GÜEMES ENVIADO
San Sebastian. En la calle de Alto Miracruz número
21, el restaurante de Juan Mari Arzak Arratibel se prepara y sirve la mejor
cocina del País Vasco. A ello añadamos el ambiente de estar
en casa que crean, con toda conciencia, las numerosas personas que en el
sitio trabajan. Ahora, luego de cursar estudios de tres idiomas, de especializarse
en hostelería y de haberse desempeñado en varios de los mejores
restaurantes europeos, a la garra de Juan Mari se suma la de su hija, Elena
Arzak Espina.
La entrevista transcurre poco antes de que uno de los
más altos representantes de la cocina de autor viaje a México
a fin de permanecer en la filial Tezka desde hoy hasta el día 27
de este mes en el trabajo gastronómico que se ha denonimado Semana
de Juan Mari Arzak en Zona Rosa.
-Entre el Arzak revolucionario de hace, digamos, 15 años,
a la fecha en que te has convertido en un clásico, hay un cambio
sustantivo. ¿Cómo te sientes al ser punto de referencia?
Clásico pero arriesgado
-Bien, me he vuelto clásico pero al mismo tiempo
sigo siendo arriesgado. Se puede ser perfectamente uno y otro. Ahora, es
cierto que tuve una época en que revolucionaba todo lo que veía,
luego me quedé unos años tranquilo pero otra vez estamos,
ahora Elena y yo, tratando de ir a la supervanguardia, si me permites decirlo
así.
-¿La supervanguardia está relacionada con
la franca entrada de Elena al restaurante?
-Desde
luego. Y más o menos como todo lo que en la vida tiene que ver con
la creación, hay momentos en que se atraviesa por un boom
y otros en que se pasa al relajamiento, no siempre porque se quiera sino
porque no sale nada nuevo. Pero si continúas es posible que al paso
de poco tiempo des otro golpe fuerte. Hace cuatro años conseguí
hacerme de nuevo con la estafeta de vanguardista. Además, uno se
va haciendo mayor, lo que da experiencia: se cansan las piernas pero no
el cerebro. Los grandes pintores, por ejemplo, crean hasta el final de
su vida, así hayan tenido que detenerse un poco. Elena y yo hacemos
un equipo genial: ella es del corte heavy metal y yo soy un tipo
roquero. Ella me abre una puerta pequeñita, paso por ahí
y me sigo de frente, de modo que también me contiene. He tenido
la gran suerte de que ella, con su fuerza, me hace ver elementos que yo
no distinguía o no me había figurado. Ya con la experiencia
trato de darle un toque singular a lo que me corresponde descubrir con
el paso del tiempo.
-El fenómeno de la cocina de autor llegó
con enorme facilidad a los hogares, no sólo a los restaurantes.
¿Qué piensas de esto?
-Lo que se come en los hogares vascos de hoy ya no tiene
nada que ver con lo que se hacía hace 15 años, ni siquiera
en los caseríos.
-¿Rompió por imitar a la cocina de diseño?
-No lo creo, fue la sola evolución. Cuando voy
por el mundo y percibo sabores o procedimientos culinarios, los pienso
en vasco, y eso me hace cambiar. Así es mi encuentro con el tomate,
la patata, las alubias o el pimiento. Mucho de lo que hoy empleamos viene
de América y es más tradicional en España que el flamenco.
Lo que varía es la mirada que uno le pone. Quiero decir que por
la vida buscamos lo que nos gusta y lo hacemos nuestro adaptándolo.
-¿De manera que tu cocina se parece a la cocina
casera en el País Vasco?
-Claro. Aquí tenemos un examen muy curioso para
que un plato se coloque en la carta: primero lo probamos nosotros; segundo,
se lo llevas a una persona distinta del restaurante y le pedimos su opinión;
tercero, aquí no hay diferencias sociales ni económicas.
Claro, hablamos de quien tiene interés. Habrá alguien que
venga tres veces a la semana o una ocasión al año. Y créeme
que viene en promedio mucha más gente sencilla que personas adineradas
por la razón lógica que hay más del primer apartado
que del segundo. Entonces, los comensales que vienen traen educado el gusto
desde casa, así somos. Vamos a ver: la cocina más vanguardista
del mundo está pensada en vasco, y sin embargo ha de gustar a un
público muy amplio.
-¿Te das cuenta de la imagen que has conseguido
fuera de San Sebastián, en México mismo?
-No, porque desde pequeño he estado siempre en
contacto con la calle. Siempre me he relacionado con las personas. Si voy
a la ciudad de México, hablo con los comensales lo mismo que aquí.
Nunca pienso más que soy un cocinero. El reconocimiento no me importa
en absoluto. Hay ocasiones en que mi trabajo es visto con buenos ojos por
los medios informativos o por el público al que brindo conferencias,
y pienso: ese del que hablan es otro, no yo. Finalmente aquí todos
vamos a los mismos sitios, comemos lo mismo y no nos buscamos distinguirnos
unos de otros.
-Si de algo puedes preciarte es de tu equipo. ¿Cómo
te hiciste de un somelier tan capaz, de tu personal en la cocina
que es evidentemente de un mismo nivel?
-Como en todo, a partir del trabajo puedes alcanzar una
calificación notable. Lo mismo si quieres ser pintor que músico.
Pero si no se nace para alcanzar la calificación óptima,
la academia no alcanza. Hay que tener una chispa que se educa. Entonces,
mi equipo lleva conmigo 15 años el que menos y 20 el que más.
En la cava, tanto Mariano como José tienen un feeling para
el vino que les viene de nacimiento. A mí se me dio la facilidad
para la comida y no para el vino, por eso los tengo a ellos.
-Si en el País Vasco se come muy bien en términos
generales, el trato de las personas que atienden a los comensales distingue
a tu restaurante. Eso se aprende.
-Uno trata de que la forma propia de pensar sea la misma
entre todos sin que nadie se quede con la idea del otro de forma obligada.
Por eso Arzak no es un restaurante de lujo sino familiar. Aquí el
que viene debe necesariamente encontrarse como en casa. Todos pensamos
así. No existe el servilismo sino el acompañamiento. A mí
lo peor que me pueden hacer es faltarme al respeto en el trabajo, contra
eso sí me opongo de manera muy enérgica, porque en ocasiones
se suple la falta de profesionalismo con el cariño. Pero vamos a
ver: lo más importante es que el comensal se sienta arropado y de
eso nos encargamos lo mismo que de la cocina o del vino. Si acudes a un
restaurante no sólo es por la comida de excelencia, sino a pasarla
bien, a conversar, a tener un día completo. Nosotros en el restaurante
somos como los buenos comediantes que padecen una pena interior pero en
escena cumplen con hacer feliz a quien va a verlo. Todo lo personal lo
dejamos fuera del restaurante porque el cliente no tiene por qué
saber lo que nos sucede. Mira, cuando hay una mala noticia no la comento
con los comensales porque no soluciono nada.
Ciento por ciento nocturno
-Explica, por último casi, la permanencia.
-Llevo aquí casi 40 años: nunca he despedido
a nadie, ni ha renunciado nadie y jamás he tenido un problema laboral.
En este equipo todos son imprescindibles.
Es ya de noche en San Sebastián. Juan Mari Arzak
acepta sin dudarlo la última propuesta y la completa sonriendo de
muy buena gana:
-Evidentemente eres un hombre feliz.
-Lo soy luego de media hora después de despertar.
Soy un hombre ciento por ciento nocturno. Para mí las mañanas
son como una maldición.
La Semana de Juan Mari Arzak se llevará a cabo
del 19 al 27 de febrero en el restaurante Tezka de la Zona Rosa, calle
de Amberes 78. Teléfono 5228-9918.