Abrió Nadie, de Lara, interpretada
por Aurora Tovar
Rinden homenaje a Amparo Montes con velada musical
en el Vizcaínas
JAIME WHALEY
Amparados en el recuerdo de Amparo Montes unos afortunados
de sus seguidores, los casi 700 que tuvieron acceso al teatro de las Vizcaínas,
le rindieron un tributo musical el domingo a la dama de la voz pasional.
Un puñado de sus compañeros de andanzas
artísticas, a la par del Instituto de Cultura de la Ciudad y la
Delegación Cuauhtémoc, fueron los convocantes, y al llamado
concurrieron más de los que se pueden acomodar en las 649 butacas
de ese recinto del Centro Histórico.
Nelly,
la hermana de la cantante recientemente fallecida, y Amparito, su hija,
se encargaron de conducir la velada, que se alargó por casi cuatro
horas sin que el público chistara, pues las canciones interpretadas
fueron de esas que ya han ganado la intemporalidad. Temas que, como bien
dijo Irma Dorantes, son desdeñados por los jóvenes pero que
al primer desastre amoroso que sufren se refugian en ellos.
Nadie, canción de Lara de la que el músico
poeta decía que nadie la interpretaba como lo hacía la bolerista
chiapaneca, hoy en la voz de Aurora Tovar, empezó el largo desfile
tonal ante la mirada atenta y a veces humedecida de los presentes, muchos
de ellos los fieles que siguieron a la Reina Amparo en sus presentaciones
en la Cueva, dondequiera que se instalara.
Un rasposo equipo de sonido llevó lo acontecido
en el tablado hasta una carpa de lona, instalada frente al teatro, que
dio cobijo a las decenas de senectos que así se consolaron a pesar
de su tempranera asistencia. Portazo no es palabra que esté en el
vocabulario de ellos.
La vocación de la familia Meza -apellido real de
Amparo- por el canto, estuvo presente en su sobrina Mónica, quien
lamentablemente esparce su arte en fiestas y una que otra actuación
haciendo coros, por lo que el gran público queda privado de su agradable
voz. Tras bambalinas, Mónica definió a su tía como
una persona intensa que así vivió la vida, en tanto que en
el escenario brotaron las anécdotas como aquella de la canción
Cariño, encargada por un fiel enamorado de la cancionista
al compositor guerrerense Arturo Neri, y que cuyo título original
fue Amparo, cuya letra en parte dice: por qué no vienes
a mis brazos, si tengo el alma hecha pedazos, por la crueldad de tu desdén.
Fuera de programa, como sorpresa, Teté Cuevas,
la eterna acompañante al piano de Amparo, subió trabajosamente
al entarimado para delicadamente acariciar el teclado del negro Petrof
de concierto con los temas que, como ella dijo, les dieron de comer y mucho
más, mientras los aplausos no se hicieron esperar.
Pepe Jara cerró la jornada y expresó que
con la desaparición física de Amparo se fue 60 por ciento
de la música popular; enseguida brotaron de su guitarra las notas
de El Andariego, Orgullo y Seguiré mi viaje.
Un sillón vacío ?diríase que un trono?,
una mesita y un florero con tres rosas fue todo lo que hubo de escenografía,
pero fue suficiente, pues los recuerdos se agolparon al tiempo que, por
medio de un diaporama, se proyectaron fotografías de la homenajeada
y luego, como colofón, un breve video del momento en que desde una
lancha rápida de la Armada se echaron al mar de Chiapas, en el puerto
de San Benito, también conocido como Madero, las cenizas de la Señora
Bolero, el pasado 19 de enero.
El teatro se cimbró cuando un coro monumental entonó
emocionadamente: ...permite que ponga toda la dulce verdad que tienen
mis dolores, para decirte que tú eres el amor de mis amores,
al tiempo que se cerraba la cortina.