Leonardo García tsao, ENVIADO
Un clima gris para una competencia gris
Berlin, 11 de febrero. Cuando la 52 Berlinale ha
llegado justo a la mitad de su desarrollo, el clima en la ciudad se ha
puesto a la par de su programación. Desde anoche no ha parado de
llover y, aunque la temperatura ha estado por ahí de los 10 grados
(es decir, varios grados arriba de la normal), el ambiente es de una húmeda
y permanente grisura. Lo mismo podría decirse de la sección
de concurso.
Desde hace rato, el cineasta sueco Lasse Hallström
se ha vuelto el maquilador favorito de Hollywood para proyectos de prestigio,
sobre todo dentro de la nómina de Miramax. The shipping news
(Noticias
de navegación) es su más reciente encargo y significa
una mejoría en relación con su anterior Chocolate,
sólo en la medida en que era difícil caer más bajo.
Con su habitual estilo anodino de reducir su narrativa a una serie de tarjetas
postales, Hallström cuenta la redención de un tipo apocado
y sin personalidad cuya vida cambia cuando emigra al pueblo de Terranova
para encontrar sus raíces. Interpretado por un Kevin Spacey ya dado
al manierismo, el personaje no tarda en volverse un hombre emprendedor,
agresivo y hasta capaz de ligarse a la única mujer atractiva del
lugar.
Claro, una vez que el hombre abandona su categoría
de perdedor, la película pierde toda posibilidad de tensión
dramática, y se arrastra a un final tan previsible como complaciente.
Por otra parte, The shipping news significa para quien esto escribe
la quinta aparición en pantalla de Cate Blanchett en menos de tres
meses (y segunda en la Berlinale). La actriz australiana no ha de rechazar
ni un sólo proyecto.
La otra película en competencia del día
fue la húngara Kísértések (Tentaciones),
tercer largometraje de Zoltán Kamóndi, un realizador más
conocido en su país por su innovador trabajo teatral. Filmada en
blanco y negro (salvo los acercamientos, que son en color), la cinta sigue
la salida al mundo de un joven llamado Marci, mimado por su madre soltera,
enamorado de una joven frívola y acompañado por una niña
gitana de poderes mágicos que lo ama profundamente. Aunque algo
hermética en su significado, Kísértések
cuenta con momentos llamativos sobre todo por la resolución espacial
de varias escenas con un plano fijo, tomado por una lente de gran angular.
Hace seis años no participaba un título húngaro en
la competencia de Berlín, lo cual refleja qué tanto ha perdido
también una cinematografía que, en los años anteriores
a la perestroika, era una de las más sólidas de la Europa
socialista.
Debido a factores desconocidos, el mercado del filme no
ha registrado la actividad de años anteriores. Su aspecto desolado
en el pasado fin de semana era digno del fin del festival, cuando la mayoría
de los invitados se ha marchado. Si eso no remonta podría ser la
peor noticia para la nueva administración de Dieter Kosslick, que
hasta ahora no ha convencido del todo.