Está al borde del colapso; su presupuesto, muy comprometido: Genaro Borrego

La reforma estructural del ISSSTE es urgente, advierte en el Senado el director del organismo

González Roaro plantea desincorporar inmuebles del instituto para adquirir fármacos

En el último cuatrienio, caída de 30% en el gasto en medicina por derechohabiente

ALONSO URRUTIA

El director general del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales para los Trabajadores del Estado (ISSSTE), Benjamín González Roaro, expresó ante la Comisión de Salud del Senado de la República que la reforma estructural del organismo "urge, es necesaria, es imperiosa".

Dio cifras que explican las penurias financieras: 13 mil millones de pesos de subsidio para garantizar el pago de pensiones, y expresó la necesidad de desincorporar inmuebles del instituto para terminar con el desabasto de medicinas.

Los números fueron elocuentes. En los últimos cuatro años, la reducción del gasto en medicina por derechohabiente se ha reducido 30 por ciento, para quedar en tan sólo 263 por cada uno. La erogación para mantenimiento de instalaciones en 2002 se redujo a cero pesos y el presupuesto para construcción de clínicas y hospitales será de 45 millones de pesos, es decir, 41 por ciento menos que en 2001.

Aunque fue puntual en su diagnóstico, el senador priísta y ex director del IMSS Genaro Borrego sería más elocuente en la definición del panorama del ISSSTE: "desde el punto de vista financiero y, por tanto, operativo, está al borde del colapso. Su presupuesto no puede ser más comprometido, va a ser un año muy duro, muy difícil para los trabajadores del Estado".

Si no se lleva a cabo este año la reforma del instituto, continuó, "no veo cómo pueda llevarse a cabo su operación en 2003 en condiciones mínimamente razonables".

Y es que González Roaro había descrito también el virtual congelamiento del presupuesto entre 2001 y 2002, pues a pesar de que arrastra una situación financiera crítica, los recursos asignadados por la Cámara de Diputados bajaron de 45 mil 300 millones de pesos el año pasado a 45 mil 161 millones en 2002.

Sin embargo, el directivo fue enfático en señalar que esta pequeña reducción tiene un impacto mayor porque los gastos irreductibles en servicios personales y en pensiones crecieron en 14 y 13 por ciento, respectivamente, pero el resto decreció.

Así, el presupuesto para abasto de medicinas cayó entre 14 y 15 por ciento; la inversión física, 48 por ciento; mientras el gasto destinado a vivienda se desplomó 71 por ciento.

Es decir, "aunque se disminuye 0.4 por ciento el presupuesto, realmente el gasto irreductible se lleva la mayor parte, y todo lo demás se cae de manera muy fuerte".

Sobre la forma en que el ISSSTE pretende dar salida al problema del desabasto, dijo que existen varios programas que permitirán racionalizar recursos, entre ellos un mejor aprovechamiento de los medicamentos en las unidades hospitalarias, pero también se prevé la desincorporación de una parte del patrimonio del organismo para financiar la adquisición de fármacos.

Reiteró que el panorama es muy difícil, toda vez que la situación del costo que representan las pensiones ha ido creciendo. En los últimos 20 años, los trabajadores en activo pasaron de 20 por cada jubilado en 1980, a cinco en 2000.

Más aún, en la actualidad, del total de cotizantes existentes, 16 por ciento tendría derecho a jubilarse en este mismo momento, lo que dificultaría mucho más el problema que en la actualidad se está subsanando con un subsidio de 13 mil millones de pesos.

Todo el panorama planteado por González Roaro fue coincidente con el diagnóstico que tenían los senadores de todos los partidos.

El priísta Miguel Angel Navarro Quintero fue incisivo en sus señalamientos sobre la crítica situación financiera del instituto. Irónico, dijo que no vaya a ser que el gobierno federal aliente el desplome de las finanzas del organismo, como pretende hacerlo con otras dependencias.

"Los signos vitales del ISSSTE, si lo hablamos en esos términos, muestran gravedad, y pronto puede entrar en un periodo de agravamiento tal que lo lleve a estar moribundo; ojalá y el Ejecutivo federal no nos recomiende la eutanasia."

El presidente de la comisión, Elías Miguel Moreno Brizuela, dijo que frente a este panorama es necesario discutir la situación por la que atraviesa el sistema de seguridad social en México, pues fue concebido cuando la esperanza de vida era de tan sólo 60 años, y en la actualidad es de 76.

González Roaro esbozó algunas alternativas para la reforma estructural del organismo. Lo que se haga en la materia, expuso, "tendrá que interrumpir el circulo vicioso de desinversión y deterioro de la infraestructura, para garantizar servicios de calidad, asegurar la viabilidad financiera e impulsar un nuevo modelo de atención a la salud, con un enfoque en la población del instituto, o sea, en mujeres, en adultos mayores, donde tenemos los problemas específicos".

Explicó que aun cuando el gasto en pensiones es muy elevado y se requiere de un subsidio de 13 mil millones de pesos, aquéllas están aseguradas ante una eventual imposibilidad del ISSSTE para continuar pagándolas, gracias a que existen disposiciones legales que obligan a las dependencias federales a hacer aportaciones cuando la situación lo requiera.

El año pasado, añadió, se avanzó sustancialmente en actualizar el mecanismo para el pago de pensiones, pero es necesario considerar que no fue una reforma sustancial que garantice el futuro.

Hay que considerar que en muy pocos años, "bajo las condiciones actuales, cada trabajador activo tendrá que sostener a un pensionista con sus aportaciones, y eso es una situación imposible".

Insistió en que "las condiciones epidemiológicas y demográficas han desbordado al ISSSTE en algunos de sus fondos, y esto nos lleva a asegurar que su transformación, integral y estructural, es una necesidad".