Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 4 de febrero de 2002
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Cultura
Ť El fotoperiodista, discípulo del homenajeado

El artista insistía en el cultivo de la sensibilidad: Héctor García

Ť ''Nos enseñó que la fotografía es medio de comunicación por excelencia; no requiere de traducción ni lectoescritura''

ANGEL VARGAS

La principal enseñanza que Héctor García recibió de Manuel Alvarez Bravo es concebir la imagen fotográfica como herramienta creativa, documental y testimonial.

"Comprender que en la fotografía tiene el hombre un lenguaje ultramoderno con el poder para traspasar las fronteras de las diversas culturas. Que es un código que no necesita de traducción, ni siquiera de saber leer o escribir. En síntesis, que la fotografía es el medio universal por excelencia para la comunicación".

Considerado uno de los principales exponentes del fotoperiodismo mexicano, Héctor García fue uno de los primeros alumnos del maestro de la luz en la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas, donde recibió de Gabriel Figueroa la enseñanza del lenguaje cinematográfico.

hector y manuel"Es un alto honor y una oportunidad memorable haber tenido de mentores a tales personalidades. Los discípulos de estos maestros salimos al mundo a mostrar la capacidad de la fotografía para plasmar el acontecer de la humanidad", señala.

"Las clases de Manuel Alvarez Bravo, como sus fotografías, fueron magistrales, diáfanas, transparentes. También llenas de humor e inteligencia. Fue tan previsor que supo que su obra podría conformar probablemente imitadores. Por eso hablaba de que en cada ser humano existe la capacidad de la creación, siempre y cuando se cultive la sensibilidad, la visión y, por supuesto, la personalidad y el estilo. Sólo así, afirmaba, se podría crear una obra original".

Entrevistado en su condición de alumno y amigo de don Manuel, recuerda que éste "nos inició en la historia de la imagen, desde que el hombre plasmó sus sueños, necesidades y emociones en cuevas y cavernas hasta que, a través de la experimentación científica, llegó a la fotografía. Nos enseñó todo lo ocurrido en ese tránsito, de los grabados sobre las rocas a los elementos y las herramientas que hacen posible la fotografía: la luz, la química, la mecánica, la óptica y, desde luego, el papel.

''Con sencillez y transparencia nos instruía y hacía conscientes de que con las herramientas de los tiempos pioneros y las de ahora el hombre sigue escribiendo sus historias y la historia, con ética y estética. Ese es, creo, el prólogo de una constante lección que el maestro da a todos los que se interesan en ser fotógrafos. Lo que sigue son años de madurez y de cosecha, y en todo ello él es un guía".

Héctor García se declara admirador de la visión que Alvarez Bravo plasma en sus fotografías: "la de un hombre que lleva a cuestas la terrible derrota de una cultura que vio frustradas sus posibilidades por una conquista inhumana y que lo convirtió en una sombra doliente que no ha podido expresar el caudal de las maravillas de su civilización. Sus fotos son el trascendental testimonio de un ser dividido y maltratado".

Considera que el legado de su maestro es su obra entera, apreciada en el mundo precisamente por esas cualidades trascendentales:

"Evidentemente es el artista vivo de este país y posiblemente del continente con uno de los trabajos más importantes de la fotografía mundial. Esa es su herencia que, aunada a su faceta en la enseñanza, han hecho de México y de América entera un maravilloso árbol de imágenes de mil frutos.

"Pero la maravilla presente con Manuel es que cumple su primer centenario. Esto no es algo que deba sorprender, pues como hombre de luz y de tiempo que es, vivirá los centenarios que desee, siempre realizando su obra y realizándose a sí mismo".

De 75 años, para el fotógrafo resulta incomprensible que la colección creada por Alvarez Bravo se encuentre sin exhibir, más aun que, cuando lo estuvo, "realizó una tarea maravillosa: la de enseñarnos a ver".

Abunda: "Manuel atendió personalmente en cada minuto a quienes nos acercamos a ese panal de riquísima miel que ponía al alcance de nuestros ojos. Sin embargo, es una lástima que el dueño de esa colección y de ese museo, una televisora, lo hayan cerrado.

"Es tiempo de que esas mil 800 imágenes que el maestro coleccionó a través del mundo por cuenta de esa empresa vuelvan a su sitio, que es el del un museo que evidentemente deberá llamarse Museo Bravo de la Fotografía Mundial, y dejar las catacumbas en que ahora las tienen presas. Cierto que están con temperatura y humedad controladas, pero sin dar el mensaje de la creación que el hombre ha realizado con la herramienta de la fotografía".

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