Fascinación por Tina
En muchas entrevistas, algunas concedidas a Elena Poniatowska,
Manuel Alvarez Bravo insiste en la importancia que tuvo para su carrera
el ejemplo de Tina Modotti y de Edward Weston. Tina, sobre todo, resultó
fundamental porque a ella la trató y a Weston lo conoció
sólo a través de sus fotografías. En Tinísima,
Poniatowska reconstruye el encuentro Modotti-Alvarez Bravo en el mismo
departamento de la calle de Abraham González bajo el cual unos pistoleros
enviados de Cuba asesinaron al líder cubano, Julio Antonio Mella.
En julio de 1929, un muchachito de anteojos tocó
a la puerta de la "perniciosa italiana", como la llamaba El Universal,
y le dijo que lo enviaba Gabriel Fernández Ledesma, director de
la revista Forma en la que ella colaboraba. Había venido
a México desde Oaxaca casi para conocerla porque vio su exposición
y la de Weston en Aztec Land. Los consideraba sus maestros. Cuando
Manuel le enseñó sus fotografías a Tina, ésta
las miró detenidamente y le dijo: "Son muy buenas y le aseguro que
usted es un artista. Voy a enseñarle fotografías de Weston.
Mire, las suyas no desmerecen frente a ellas. Es usted muy bueno y le prometo
enviarle sus fotografías a Weston. ¿Puede traerme copias?"
De la página 266 a la 270, Poniatowska hace el siguiente retrato
de Manuel, de Lola y de su relación con Tina Modotti:
--¡¿De
veras?!
--Claro que sí.
--Pero cuáles será bueno mandarle, porque
yo...
Tina las selecciona.
--No voy a decirle a Edward de quién se trata.
Añadiré las suyas a las mías. Pero dígame,
¿cómo se llama?
--¿Yo?
--Sí, usted, ¿quién más?
--Manuel.
--Manuel ¿qué?
--Manuel Alvarez Bravo.
--Bueno Manuel, regrese pronto.
Tina oye un "gracias" y ve que ha enrojecido. "Ya nadie
se ruboriza", piensa.
Al día siguiente se sorprende esperando la visita
del muchacho que la reintegra al apasionamiento de la fotografía.
Manuel regresa, pero nunca vuelve a encontrarla sola.
Carleton Beals, Jean Charlot, Anita Brenner, Fred Davis, Emily Edwards,
Pablo O'Higgins convertido en el ayudante favorito de Diego, se turnan
en casa de Tina. Deslumbran a Manuel Alvarez Bravo; en cambio lo fastidia
el lento discurso de los compañeros del Partido Comunista. Tina
lo aísla para mostrarle fotos de Edward y suyas que él examina
ávidamente, sustrayéndose de cualquier conversación.
Permanece al margen, el rostro cohibido, las manos sobre las rodillas.
--¿Le gusta la política, Manuel?
--No mucho.
--¿Le interesa lo que dicen los compañeros?
--Sí, es decir, más o menos. Es que yo,
fíjese usted, ni siquiera completé la preparatoria...
Tina, quien toma fotos de los murales de Diego en la Secretaría
de Educación, empieza a comentarle problemas técnicos.
--Es que yo soy un aficionado --se disculpa Alvarez Bravo.
--No Manuel, no lo es, dígame, ¿dónde
cree usted que debería colocar la cámara?
--¿Podría yo acompañarla a los patios?
--Claro.
Tina se entrega a la quietud de ese hombre en medio del
barullo de las discusiones políticas o el eterno discurrir de Anita
Brenner sobre la esencia de México. ¿Cómo definir
al país? ¿Qué es México? Una tarde le tiende
la placa fotográfica: ''Flor de manita".
--Es para usted, Manuel, un regalo.
En otra ocasión, le pide que la acompañe
a la Liga Antimperialista de las Américas, en la calle de Bolivar
55. "Es una reunión extra urgente." Verla moverse, dirigirse a los
compañeros, la voz dulce y baja, siempre con prudencia, es un deleite.
Tina habla poco, apenas más que él. Con una gran elegancia,
ella asiente cuando solicitan que se haga cargo de la colecta de fondos.
También la responsabilizan de la correspondencia al extranjero y
de los visitantes.
Sólo después de varios meses, Manuel le
cuenta a Tina que tiene mujer y un hijo.
--¿Tan joven? ¿Por qué no me lo había
dicho? Pues tráigala.
--Es que tengo miedo de que me robe cámara --ríe
malicioso--. Desde que nos venimos de Oaxaca la vida se nos ha complicado,
no tiene con quién dejar al niño.
Una noche Manuel se presenta con una muchacha de rasgos
más definidos que los suyos. Lleva a su hijo en brazos, y muestra
curiosidad por la conversación. Sus cabellos tejidos con lanas de
colores y una blusa bordada de flores le dan un aspecto nítido.
Por no dejar, Tina le ofrece un cigarro y se sorprende cuando la joven
acepta:
--Es que fuma como chacuaco --la disculpa Manuel.
Mucho más abierta que él, Lola interviene,
alega; a diferencia de Manuel platica de su niñez, su vida en Guadalajara;
se afirma con vehemencia, su originalidad hace que el interlocutor espere
divertido cualquier cosa que salga de su boca. ''¡Qué graciosa!
¡Qué simpática!"
"¿A quién me recuerda, a quién me
recuerda?", se pregunta Tina. "Ya sé, hasta en sus arrebatos se
parece a Lupe Marín".
--Ustedes son una buena pareja ?les dice--, se complementan.
--¡Ay sí --agradece Lola--, pero a mí
ya me anda por tomar también la cámara porque soy achichincle
de Manuel; yo le revelo, yo le seco, yo le tiendo las fotos. El otro día
hasta metí al niño al cuarto oscuro y se me cayó en
la palangana! Mira Tina, te traje unos arrayanes que me llegaron de Guadalajara.
Traje pa'todos.
[...]
--Tú todo lo compartes, ¿verdad Lola?
Lola no le cuenta a Tina que para venir a verla desafía
a su suegra: "¡Ay Lola, pero ¿cómo deja usted que Manuel
visite a esa mujer? ¿Cómo va usted misma? ¡Esas comunistas
son malísimas y un día se lo va a quitar!"
--Pues yo no la veo así, al contrario, le gusta
ayudar a las personas.
--Qué ayudar ni qué nada, no sea usted inocente,
Lola, parece de la edad de su criatura. ¿Qué no sabe que
los periódicos publicaron que su casa está llena de fotografías
indecentes y se dedica al comercio de este tipo de postales? Dicen que
hasta le retrató a Mella el falo en erección.
--¡Ay qué horror! ¡Cómo cuenta
usted eso!
--Pues para que no vaya, no sea tonta.
--A Manuel le ha ayudado muchísimo y a mí
también. Cuando le enseño mis fotos nunca dice "No me gusta",
sino: "¡Ay, qué bonito este blanquito, qué bonito el
detallito de acá!" Siempre anda buscando algo con qué animarme.
Sabe encontrarle lo bueno a los demás. Es muy positiva, muy amable,
nada egoísta y muy trabajadora.
--¡Y muy cuzca!
--El hombre no nació para vivir solo, como un rábano.
Mientras más ruda es su vida más necesita con quién
compartirla.
--Pues esa mujer, se lo digo a los dos, es una coleccionista
de amantes y una destructora de hogares.
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Que la joven pareja Alvarez Bravo desafió convenciones
para poder acercarse a Tina se evidencia no sólo en la novela de
Poniatowska sino a lo largo de las entrevistas que ambos concedieron. A
propósito de la Modotti, Poniatowska concluye en Tinísima:
"Tina no sospecha un minuto que la admiración del tímido
Manuel se debe en parte a su cuerpo desnudo en la azotea de la casa de
Tacubaya en las fotografías de Weston. El joven quisiera contemplar
el original, pero ¿cómo pedírselo? Apenas incursiona
en el campo del desnudo, y ninguna mujer resulta tan impactante. La ve
salir en la mañana como soldadito con su Graflex para regresar en
la tarde y enfundarse en su overol de obrero. Ni modo de rogarle: "Tina,
me gustaría verte como te vio Weston".