09an1esp
Ť Poner marbete a esta bebida es compararla con
las destiladas, afirma Mark Hojel
La reforma fiscal refleja que los legisladores no conocen
el proceso de producción del vino, critican empresarios
Ť "¿Por qué a la cerveza, que es fermentada,
no se le impone?", pregunta Héctor Fernández
Ť No se ha tomado una determinación sobre un amparo;
se buscan opciones: Luis A. Cetto
MARIANA NORANDI ESPECIAL
A casi tres semanas de ser aprobada la nueva reforma fiscal,
cada día son más los sectores sociales y económicos
que se muestran inconformes con los recientes cambios tributarios. Este
es el caso de la industria vitivinícola. Si ésta nunca contó
con el suficiente apoyo por parte de los gobernantes, ahora, y según
los empresarios de este ramo, se le ponen más obstáculos
para su desarrollo, lo cual refleja, dicen, un profundo desconocimiento
de los legisladores respecto de los mecanismos productivos de esta industria.
Los vinos de mesa no han sido afectados por un incremento
en el gravamen del IEPS (Impuesto Especial sobre Productos y Servicios),
pues continúan pagando 25 por ciento de este impuesto, más
el 15 por ciento de IVA, sobre el producto. Pero donde sí encuentran
variaciones perjudiciales para su industria es en la intensificación
de control de estos impuestos. Los productores afirman que sus críticas
no radican en una intención de evasión tributaria, sino en
el deseo de que las leyes fiscales se adecuen a la lógica de la
industria.
Modificación descriptiva y de vigilancia
El primer cambio con el que se encuentran los vitivinicultores
es que la reforma fiscal incluye una modificación descriptiva y
de vigilancia sobre sus productos. Los vinos de mesa antes eran considerados
y definidos por las leyes hacendarias como bebidas fermentadas, lo que
significaba una separación fiscal respecto de las bebidas destiladas.
Con esta nueva reforma se reclasifican los grupos de bebidas alcohólicas
y se incluye a los vinos de mesa dentro de la misma categoría de
bebidas destiladas. Eso implica la imposición de un marbete en el
embotellado del producto, un cambio en el proceso productivo vinícola,
un adelanto en el pago del impuesto y un mayor control administrativo.
Mark
Hojel, director general de Monte Xanic, explica: "El marbete es un distintivo
que se coloca entre la botella y la etiqueta y sirve para controlar productos
ilegales o que no pagan impuestos. El marbete estaba reservado para bebidas
alcohólicas o bebidas importadas. Al asemejar ahora los vinos de
mesa con bebidas destiladas, la ley dice que también nosotros tenemos
que poner marbete al embotellar el producto. Los que han hecho esta ley
no han estudiado mi industria porque me están comparando con un
tequila o un ron, cuyo proceso productivo no tiene nada que ver con el
de los vinos. Las bebidas destiladas son embotelladas, etiquetadas y marbetadas
para su venta en dos o tres días. La industria del vino de mesa
no funciona así. Mi producto, tras ser embotellado, permanece mínimo
un año en añejamiento hasta ser etiquetado. Por lo que ahora
tengo que marbetar, etiquetar y pagar el impuesto antes de que mi producto
esté acabado y preparado para su venta. Por otro lado, esto también
implica un desequilibrio presupuestario. Con esta nueva ley tengo que hacer
inversiones anticipadas".
"No es lo mismo que el tequila"
Héctor Fernández, director de impuestos
de la casa Pedro Domecq se pregunta: "¿por qué a la cerveza,
que es otra bebida fermentada, no se le impone el marbete y al vino sí?
Esta ley trata distinto a las bebidas fermentadas. Además el vino
es un producto que es muy difícil adulterarlo, no es lo mismo que
el tequila".
Luis Alberto Cetto, director general del grupo L.A. Cetto,
comenta al respecto: "El marbete es un control visual que permite que el
producto cumpla fiscalmente. En lo que son vinos de mesa no existe un mercado
negro ni una industria paralela, por lo que no es necesario el marbete
para este tipo de producto".
El marbete en los vinos supondrá para la industria
vitivinícola un mayor control administrativo y, por consiguiente,
un aumento de personal para llevar a cabo estos controles. El directivo
de L.A. Cetto asevera: "La cantidad de controles que están poniendo
a la industria nos obliga a incrementar el personal interno para llevar
a cabo los reportes que esta ley establece".
Otro punto fiscal que ha suscitado controversia en la
industria vitivinícola es la tabla de porcentajes que relaciona
la graduación alcohólica de un vino con el pago de IEPS.
Esta tabla afecta a algunos vinos, exactamente a los que tienen una graduación
mayor a 13.5 grados G.L. Antes, cuando los vinos de mesa eran descritos
por la ley como bebidas fermentadas, todos pagaban el 25 por ciento de
ese impuesto especial. Ahora, al equipararlos legalmente con las bebidas
destiladas, los vinos que poseen hasta 13.5 grados de alcohol pagan 25
por ciento de IEPS; los que tienen entre 13.5 y 20 grados pagan 30 por
ciento y los que tienen más de 20 grados ?los destilados? pagan
60 por ciento de este impuesto. Los vitivinicultores afirman que un vino
puede tener hasta con 15 grados de alcohol para ser considerado un vino
de mesa, como es el caso de un oporto, por lo tanto, el actual baremo tributario
no se ajusta a la realidad de la industria vitivinícola.
Mark Hojel comenta: "En este punto vemos que esta ley
ha sido aprobada sin conocer nuestra industria. Alguien eligió la
cifra del 13.5 sin realmente entender qué es el vino. El número
lógico para diferenciar nuestro producto hubiera sido 15. Un vino
puede variar entre 10 y 15 por ciento de alcohol. En nuestra industria
es común tener un producto con 13.8 o 14 grados y sigue siendo vino
de mesa".
En asesoría con especialistas
La industria vitivinícola estudia más a
fondo la nueva reforma fiscal y busca las posibilidades que tiene para
defender sus intereses. Luis Alberto Cetto manifiesta: "Nosotros como industria
no hemos tomado todavía ninguna determinación sobre amparo.
En estos momentos nos estamos acercando a especialistas en materia fiscal
para ver qué opciones y recursos tenemos".
A pesar de que en los últimos años la industria
y cultura del vino mexicano se ha ido expandiendo a nivel nacional e internacional,
ha mejorado su calidad, aumentado su producción, diversificado sus
productos y se ha involucrado cada vez más en el gusto del consumidor
mexicano, este producto es contemplado por las autoridades gubernamentales
y legislativas a través de un doble prisma: por un lado, el vino
es asemejado fiscalmente a una bebida alcohólica como el tequila,
pero por otro, no le dan la importancia industrial ni el interés
económico que le otorgan a las bebidas destiladas.
Mark Hojel resume este tema con las siguientes palabras:
"El negocio del vino de mesa no pinta para el gobierno. Nosotros
podemos gritar que nos ayuden, pero como no es una industria importante,
no le ponen atención. Finalmente acaba siendo un círculo
vicioso porque, si no le ponen atención, nunca vamos a ser una industria
importante, y viceversa. De momento, nosotros seguiremos con el objetivo
de crecer y de continuar defendiendo nuestros intereses. Si en este momento
esa defensa nos lleva a un amparo, entonces nos ampararemos".