07an1cul
Ť Su autobiografía La vida sexual de
Catherine M. circula en México
Catherine Millet propone ''nuevos espacios sicológicos''
para pensar el erotismo
Ť Nunca el placer de la especialista en arte es tan pleno
como cuando se masturba
Ť Hasta la liberal Francia se escandalizó con la
publicación de esas ''andanzas''
ARTURO GARCIA HERNANDEZ
A Catherine Millet le gusta chupar el sexo de los hombres;
ha sido promiscua pero se considera tímida y aborrece la seducción,
lo suyo es la acción sin preámbulos; le gustan sus nalgas
y le disgustan sus senos; ha disfrutado de decenas de compañeros
(y eventuales compañeras) sexuales, pero nunca su placer es tan
pleno como cuando se masturba... De todo eso informa Millet en el libro
La vida sexual de Catherine M.
No es común que las mujeres hablen abiertamente
de su vida sexual. Menos aún que escriban de ella y la hagan pública.
Será por eso que hasta la cosmopolita y liberal Francia se escandalizó
con la aparición, a principios del año pasado, de ese libro
que ya se encuentra en México y cuyo título es tan claro
y directo como su contenido: La vida sexual de Catherine M. (Anagrama),
en el que la autora hace públicas con ?literalmente? pelos y señales
sus múltiples y diversas andanzas eróticas.
Reflexión inteligente: Vargas Llosa
Hasta antes de la publicación de esta autobiografía
sexual, Catherine Millet era reconocida ?a sus 53 años? como una
de las más prestigiadas críticas francesas de arte, directora
de la revista Art Press. Ahora, más allá del ámbito
de la plástica, su nombre ha empezado a recorrer el mundo perseguido
por ese hermanastro incómodo de la fama: el escándalo.
Según
el escritor Mario Vargas Llosa (El País, 27/05/01), el libro
de Millet ''vale bastante más que el ridículo alboroto que
lo ha publicitado" y advierte que ''quienes se precipiten a leerlo atraídos
por el nimbo erótico o pornográfico que lo adorna, se llevarán
una decepción. El libro no es un estimulante sexual ni una elaborada
imaginería de rituales a partir de la experiencia erótica,
sino una reflexión inteligente, cruda, insólitamente franca,
que adopta por momentos el semblante de un informe clínico. La autora
se inclina sobre su propia vida sexual con la acuciosidad glacial y obsesiva
de esos miniaturistas que construyen barcos dentro de botellas o pintan
paisajes en la cabeza de un alfiler".
Es
pertinente la advertencia del autor de Elogio de la madrastra para
no crearse falsas expectativas. Sin embargo, no por eso carece de interés
La vida sexual de Catherine M. En general y aunque la suya no represente
la experiencia sexual de la mujer promedio, ofrece al lector masculino
una perspectiva distinta y por momentos inesperada de lo que algunas mujeres
sienten, piensan, ven, oyen y quieren durante el ejercicio de su sexualidad.
El relato de Millet tiene, además, una ventaja: como crítica
de arte, es observadora, describe con precisión y maneja con destreza
las palabras. Así, no obstante su distante frialdad descriptiva,
de una manera muy vívida Millet pone al lector en contacto con texturas,
volúmenes, colores, luces, sabores, olores, rostros, manos, barrigas,
sudores, espacios, perspectivas, consistencias, grosores, pliegues...
Sin pasión transgresora
Tal vez la monotonía en que llega a caer el libro
se debe a que, pese a su precisión, las descripciones y su contexto
carecen de pasión transgresora. Ante los ojos del lector desfilan
y se encadenan orgías, posesiones multitudinarias, juegos, coños,
vergas (''pollas", en la traducción que Jaime Zulaika hace para
Anagrama), culos, nalgas, tetas, con la misma inocuidad con que desfilan
por la pasarela las mujeres participantes en los concursos de belleza.
La misma Millet lo menciona en una parte del libro: su
incontenible gimnasia sexual tiene más que ver con una forma de
vida (con lo que de rutinario tiene) que con un ánimo subversivo.
Sin embargo, lo que sin duda resulta de sumo interés
son las observaciones o interpretaciones que Millet va desplegando acerca
de sus lances sexuales, de sus motivaciones, de los detalles que detonan
su placer, del contexto en que ocurre, así como de las manías
y particularidades de sus compañeros constantes o amantes de ocasión.
¿Cómo se procesa en el intelecto de una mujer ?con los condicionantes
culturales y sociales que la determinan? todo ese conjunto de estímulos
físicos y visuales externos? Leído con atención, la
obra de Catherine Millet ofrece claves para pensar el sexo desde, por así
llamarlos, ''nuevos espacios sicológicos".
Por último, cabe citar el recordatorio que hizo
Vargas Llosa al reseñar el libro: ''Conviene no olvidar que esa
libertad sexual que se despliega con tanta elocuencia en el ensayo de Catherine
Millet es todavía el privilegio de unas pequeñas minorías".