Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 22 de enero de 2002
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Cultura
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Jorge Herralde

Catherine M., una estrella*

Pocos días antes del Salon du Livre del año 2000 había recibido las pruebas de imprenta de un extraño artefacto: La vie sexuelle de Catherine M. Había tenido tiempo de echarle un primer vistazo y de sorprenderme por la asepsia, digamos, con la que se trataba el tumulto carnal.

En cuanto se publica en Francia, gran clamor mediático, el libro se encarama en las listas de best-sellers durante meses. Pese a lógicos acordes desafinados, o a comentarios resueltamente hostiles, el respaldo de la intelligentsia es significativo. Así, Josyane Savigneau, la directora del suplemento de libros de Le Monde, el suplemento por antonomasia, le dedica una crítica muy elogiosa: ''Un libro excelente, muy bien escrito y absolutamente asombroso", y subraya en especial la total e inédita placidez de Catherine Millet. Otro personaje fundamental de la escena parisiense, Francoise Giroud, compara el libro con Histoire d'O. Publicado 50 años antes, pero escrito por una mujer bajo seudónimo, y afirma que ''nadie, ningún escritor ha develado su relación con su sexualidad y la de sus acompañantes con esa precisión de relojero". Dos erotómanos de campanillas, Philippe Sollers y Fernando Arrabal, se entusiasman (conforme al guión), mientras que Vargas Llosa, que ha transitado con cierta dedicación por senderos eróticos, le dedica un laudatorio y lúcido artículo en El País, que tiene especial resonancia en España.

Habla Nadeije Laneyrie-Dagun, historiadora de arte: ''Catherine Millet crea en literatura lo que los artistas de hoy día realizan en pintura. Su libro, en su crudeza, en su ausencia de complacencia, su hiperrealismo, es un encefalograma de la sexualidad, no es una novela sino un diario, un diario de la peste. Su escritura registra"... ''El arte del retrato desaparece en el siglo XX y la literatura sicológica con Mauriac. Catherine Millet toma nota y finaliza esta evolución remplazando el retrato y al individuo por el número. Sus cuerpos no tienen rostro ni historia. Sustituye una fisonomía del individuo por una fisonomía del sexo. Ahí, de nuevo, encontramos el equivalente de su trabajo en las artes plásticas y visuales. Esta manera de disecar enteramente los cuerpos los despoja de todo carácter sagrado"... ''Tratando el cuerpo de manera autopsiante, radicalmente objetiva, Catherine Millet, que trabaja en contacto con artistas como directora de la revista Art Press, utiliza su profesión y su mirada sobre las artes. Su trabajo se inscribe en línea directa con el de Vincent Corbet, artista que ella conoce bien y que realiza retratos de personas completamente desnudas, en posición de autopsia. Creo que lo que dicen Catherine Millet o Vincent Corbet es que todos somos parecidos, todos somos máquinas para dar muerte y placer, todos intercambiables".

Catherine Robbe-Grillet, que se declara concernida por La vida sexual... dice: ''Respecto del libro de Catherine, es evidente que se trata de voyeurismo y exhibicionismo. ƑCuál es el problema?"... ''ƑPor qué una mujer no tiene derecho a decidir que será una mujer objeto? ...Y diagnostica: ''Ciertas feministas no consiguen imaginar que una mujer puede decidir ser sumisa y que, por otra parte, puede ser perfectamente independiente como Catherine, que dirige una revista de arte. Aquí nos encontramos con una auténtica censura entre la vida social y la vida fantasmática".

El libro, muy esperado, aparece en España en noviembre y Catherine visita Barcelona, acompañada por su marido Jacques-Henri, ex pilar de Tel Quel, novelista (algunas heroínas de sus libros están inspiradas en su mujer), bon vivant evidente, socarrón, que ha publicado simultáneamente un libro de fotografías de desnudos de Catherine, a lo largo de 30 años, acompañados ''de una reflexión muy referenciada sobre la mujer, que muestra, el hombre, que mira, y el dispositivo que esto supone" (Luc Le Vaillant, Libération). Hace frente a las preguntas cartesiana y risueñamente, exhibe una souplesse dialéctica similar a la manejabilidad corporal que describe en el libro.

Cuando termina la rueda de prensa le digo a Catherine que una periodista muy católica ha comentado que ''a Herralde se le ha ido la olla" por publicar ese libro. Se echa a reír y dice que la periodista debe conocer muy poco el catálogo de Anagrama. En efecto, no escasean las bad girls: Marie Darrieussecq, Simona Vinci, Virginie Despentes, A. M. Homes, Christiane Rochefort, Jean Rhys, Jane Bowles y así llegaríamos hasta Colette. Por no mencionar a nuestro ''viejo indecente" de cabecera, Bukowski.

Hacia el final, un joven asistente pide el micrófono, dice que le ha gustado mucho el libro pero que le ha parecido advertir, en las últimas páginas, unas gotas de ternura, lo que le ha defraudado. Catherine ríe: ''Nunca me habían acusado de esto". Alguien comenta que el joven destroyer es gay: parece que el libro ha tenido muchos lectores gays, no insensibles ante el paisaje de vergas enhiestas a las que debe pacificar la solícita Catherine M.

''Mojada era una estrella": así definió el productor Joe Pasternak a Esther Williams, la actriz cinematográfica -Escuela de sirenas- tan famosa en los 50 y 60 por sus acrobacias acuáticas. Y sin duda, otra húmeda y acrobática estrella es Catherine M., incansable sex machine, tal como nos cuenta su alter ego Catherine Millet.

* Texto publicado con autorización de Anagrama

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