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ITACATE
Cristina Barros y marco Buenrostro
Tamales especiales
HACE MAS DE cuatro décadas, Amelia Woolrich de
Ramírez decidió emprender un pequeño negocio, pues
cuando sus hijos empezaron a crecer, dispuso de tiempo libre. Como elaboraba
muy sabrosos tamales para las reuniones familiares, una cuñada le
sugirió que los hiciera.
DOÑA AMELIA ES de Juchitán, así que
sin dudarlo, hizo los primeros 50 tamales oaxaqueños; se vendieron
enseguida y ese mismo día recibió los primeros pedidos. Poco
después los ofreció en el supermercado que se encontraba
en el conjunto Aguayo de Coyoacán; pronto los vendía ahí,
en una lonchería cercana y en la Nevería Guizar. Desde ahí
fue negocio y como la calidad tenía que ser de primera, decidieron
ponerle a la pequeña empresa Tamales especiales, nombre que aún
conserva.
ALGO DE NOVELA hay en la historia. El abuelo de la señora
Amelia era un inglés cuyo barco naufragó en las costas del
estado de Oaxaca. Desde el lugar del naufragio, don Tomas H. Woolrich,
padre de doña Amelia, supo del negocio, no le auguró ni seis
meses de duración. Eso sirvió de acicate a esta mujer que
por su fuerza y espíritu emprendedor hace honor a su origen juchiteco.
UN BUEN DIA le hicieron un pedido de mil tamales y con
esfuerzo cumplió su compromiso. A partir de entonces alquiló
el departamento que estaba junto al suyo, allí en plena plaza de
Coyoacán. El trabajo empezó a ser tan absorbente que su esposo,
el ingeniero Domingo Ramírez Román, expresó su desacuerdo.
DESORIENTADA, DOÑA AMELIA pidió consejo
a su tía Lucía Woolrich, empresaria tehuana que se dedicaba
sobre todo a la compraventa de ajonjolí. No es difícil adivinar
que doña Lucía apoyó a su sobrina y el negocio continuó.
LOS QUE AHORA andan cincuenteando, seguramente probaron
los deliciosos Tamales especiales en la panadería La Veiga, pues
uno de los dueños, don Angel, le pidió los primeros cien.
Para su sorpresa, los tamales volaron y a la semana siguiente le pidieron
el doble. Con ellos se inició la venta de antojitos mexicanos muy
bien presentados, en esta panadería de dueños españoles.
PRONTO HUBO PEDIDOS para la Espiga y para Elizondo: también
surtía a tiendas de autoservicio, hasta que las condiciones de compra
en ellas lo hicieron incosteable. Durante este tiempo doña Amalia
elaboraba los tamales, los entregaba, hacía los convenios, todo
lo necesario.
ENTRE LAS PERSONAS que pronto colaboraron con ella en
la cocina, se encontraba Guadalupe López Barrientos, que hasta la
fecha trabaja en el negocio.
LOS HIJOS SE han involucrado en mayor o menor grado en
esta empresa. Amelia, por ejemplo, sugirió atinadamente hace ocho
años, que se hicieran tamales de hoja de maíz, y Beatriz
Ramírez Woolrich ha hecho de los tamales un asunto de estudio y
divulgación. Pero esa es la segunda parte de esta historia.