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ƑLA FIESTA EN PAZ?
Leonardo Paez
Edipo torero
ATILIO VITALE, SICOANALISTA de Turín, avecindado en Evora y hace años adicto al México más vivo, ese que se resiste a la globalización como forma de explotación y se aferra a costumbres y tradiciones que aún le dan identidad y expresión, incluida lo que va quedando de su fiesta brava, tiene una apreciación tan aguda como original del subtema, gracias a su añejo interés por el fenómeno taurino más que por las corridas propiamente.
CUANDO LE HABLE del desbocado maternalismo que prevalece en empresas, apoderados, público y crítica taurina del país, empeñados en mantener al novillote de entra y sal como sustituto del toro bravo mexicano, único protagonista capaz de dar espectáculo cuando hace años los que figuran son incapaces de darlo, Atilio concluyó: "Evidente, se trata de un edipismo taurino, de una clara aversión de empresarios, ganaderos y toreros hacia el padre Tauro, lo que deviene en una fiesta endeble y pervertida, donde el exhibicionismo y la falsa estética suplantan la arriesgada expresión ante la verdadera bravura. Ese convenenciero enamoramiento por la madre Comodidad, no da para más.
"SE MANIFIESTAN ENTONCES -continuó Vitale- diferentes formas de neurosis, de trastornos evidentes en el funcionamiento del espectáculo, una sucesión de sin sentidos como cobrar y pagar por lo que no se da, jugarse la vida frente a lo que no la quita, aclamar caricaturas de arte tauromáquico, idolatrar a quien muestra cierto desempeño más que entrega real frente al peligro real, falso ejercicio de la autoridad y de la crítica, etcétera."
"ƑUNA FIESTA NEUROTIZADA?", pregunté. "Sí, con manifestaciones muy específicas, ora de compensación, ora de compulsión. Atento -enfatizó Atilio-, en el primer caso esa obsesión seudotaurina, ya ridícula en Madrid, por el kilismo y la edad de las reses pretende compensar la bravura sin adjetivos, único ingrediente que permite trascender lo que de otra forma se queda en sanguinolencia y excremento. Hoy los ganaderos, para ser exitosos, traicionan la bravura, porque empresarios, toreros, público, crítica y presidentes (jueces) se han traicionado a sí mismos al renegar del padre Tauro.
"LA COMPULSION ES todavía más notoria pues los pensamientos y conductas obstinadas de los taurinos por controlar y mantener lo que ha demostrado que así no funciona como espectáculo apasionante, aunque seguramente sí como negocio, se traduce en su temor y rechazo a todo señalamiento, por sustentado y respetuoso que sea, lo que impide cualquier intento de terapia, de revisión de criterios y de cambio de rumbos.
"ESTA SOBREPROTECCIÓN RECIPROCA -concluyó Vitale- de toreros inmaduros por empresarios, ganaderos y críticos amamantadores de egos propios y ajenos, es lo más opuesto al valor terapéutico de todo clímax auténtico, ese que en otros tiempos taurinos se tradujo en autoestima, reafirmación de la energía creadora y liberación del espíritu individual y colectivo de algunos pueblos."