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Ť Contiene grabaciones de campo realizadas por
Discos Corasón desde 1985
Editan Antología del Son en México,
investigación ''no antropológica''
Ť La idea surgió en 1968 como una idea estética,
señala el productor Eduardo Llerenas
Ť La música pertenece a regiones de Guerrero,
Michoacán, Jalisco, Oaxaca y las Huastecas
JUAN JOSE OLIVARES
El son es un término que se aplica a un repertorio
amplio de la música tradicional mexicana y que es, sin duda, "una
de las herencias mestizas más importantes", cuyo legado ha quedado
documentado desde 1985 en la nueva edición de la Antología
del Son de México (Discos Corasón) que ya circula en
las tiendas de discos y que es una compilación de los sones de las
diferentes regiones, hecha hace más de 20 años como una investigación
"no antropológica", con grabaciones de campo originales registradas
directamente de los intérpretes regionales y en su localidad.
Al
mencionar músicos regionales se está hablando de campesinos
en su mayoría. Cabe mencionar que los sones seleccionados (sólo
diez por ciento de 600 piezas se incluyeron en los discos) son anónimos,
obras de creación colectiva que a través del tiempo se han
modificado por medio de la transmisión oral, con la que por supuesto
surge la variación en cada una de las interpretaciones de las piezas.
Otro aspecto importante es que, pese a la tradicionalidad y antigüedad
de los sones -algunos datan del siglo XVI-, éstos tienen vigencia
y popularidad en la comunidad donde se tocan y cantan.
"Todo surge por el año 68 con una idea estética
más que antropológica. Esta música sigue siendo la
música de cada región, la que manda, la que se toca en las
fiestas, en bodas, en XV años; es su música más importante",
comenta Eduardo Llerenas, director de Discos Corason y uno de los compiladores
que rastrearon, en cada comunidad y en los lugares más apartados
e inaccesibles para localizar a los músicos, que por cierto viven
en ocasiones en diferentes regiones y el juntarlos fue labor ardua.
"Fueron más de 600 canciones -dice Llerenas- grabadas
en escuelas, locales o en sitios adecuados para una grabación de
campo electroacústica", en las que se sortearon ciertas eventualidades
que van desde rociar insecticida a los micrófonos para evitar el
zumbido de las moscas, la mezcla óptima de los niveles, ya que la
espontaneidad de los músicos sube o baja el nivel de interpretación,
entre otros detalles técnicos de una grabación magnetofónica.
Pero, ¿qué pasa con la difusión?
Dice Llerenas: ''Siempre hay un prejuicio, un estigma en la difusión
de esta tradicional música, porque la gente cree o piensa que porque
no son músicos de academia, los deprecia; dicen que es música
de campesinos huarachudos. No obstante, el aprendizaje musical que tienen
es oral, de generación en generación. Y tienen su grado de
didáctica, por ejemplo, si hay un músico que tiene 20 años
tocando, 20 de ser el músico de las fiestas de la región,
considera que tiene cierto grado, y tienen que pasar otros años
para obtener de algún modo la maestría".
La antología cuenta con tres discos, que se dividieron
en tres regiones: Tierra Caliente del Balsas y del Tepalcatepec, Jalisco
y Río Verde; Tixtla, Costa Chica, Istmo y Veracruz; y Huasteca.
"Son documentos grabados profesionalmente con aparatos
electroacústicos (multimicrofonales, másters, etc.) por la
pasión que tenemos hacia un género poco difundido a nivel
nacional, pero que en las regiones, es la música que rige, la que
se sigue usando", agrega Llerenas.
Se podrían mencionar asimismo las regiones del
son y que se han clasificado de la siguente manera:
a) Los sones calentanos del Balsas, los cuales son interpretados
en la llamada depresión del río Balsas, que incluye parte
de los estados de Guerrero y Michoacán, que también es conocida
como Tierra Caliente. El conjunto típico está compuesto de
uno o dos violines, una o varias guitarras sextas y un tamborito (pequeño
tambor de doble parche).
b) Sones calentados del Tepalcatepec, que se cultivan
en la cuenca del río Tepalcatepec (nombre que recibe en su cauce
suroeste el Balsas) en el estado de Michoacán. Sus principales poblaciones
son Apatzingán, Nueva Italia, Coalcomán, Arriaga y Zicuirán.
Los instrumentos tradicionales empleados en los sones que nos ocupan son
uno o dos violines, guitarra de golpe (guitarra con el doble de cuerdas
para acentuar el ritmo), una vihuela y un arpa de 36 cuerdas llamada arpa
grande, la cual también se usa como instrumento de percusión.
c) Sones jaliscienses. Este género se origina en
parte de la Sierra Madre Occidental, en la planicie de la costa centro
del Pacífico y la Sierra Madre del Sur, en los estados de Jalisco
y Colima. En la actualidad se desarrolla en todos los estados de la República,
debido a su gran difusión, de tal modo que la gente lo ha considerado
como el más representativo de la música mexicana: la música
de mariachis, cuya instrumentación consta del arpa o el guitarrón,
tres violines, la vihuela y una o varias guitarras sextas. Las trompetas
se incorporaron posiblemente a principios de este siglo.
d) Sones de Río Verde y Cárdenas. Estos
sones se interpretan en las dos localidades que los designan y zonas aledañas,
todas en el estado de San Luis Potosí, alcanzando algunas localidades
norteñas del limítrofe estado de Guanajuato. Se trata de
una especial transición entre los sones huastecos y los jaliscienses
aunque con características propias. La parte lírica compuesta
de décimas (poemas octasílabos de diez versos) y valonas
(poemas narrativos), muestran el ingenio y la creatividad literaria del
cantante, hecho que explica su designación local de poeta. Se acompañan
estos sones de guitarra quinta y huapanguera (guitarra grande con cinco
órdenes de cuerdas generalmente dobles), dos violines y jarana huasteca
o vihuela.
e)
Sones de la Costa Chica y Tixtla. Se interpretan en la costa sur del país,
en la región que se extiende desde San Marcos, en Guerrero, hasta
Tututepec, en Oaxaca. Tixtla, aunque se encuentra tierra adentro, al este
de Chilpancingo, en Guerrero, comparte la misma cultura musical de la costa,
con variaciones regionales. Buena parte de la población de la Costa
Chica es de origen negro, por lo que hoy en día el mulato es intérprete
importante de estos sones. La dotación instrumental consta de una
o varias guitarras, una o varias vihuelas (en raras ocasiones un bajo quinto),
arpa y, para la percusión, una artesa, especie de batea gigante
de tronco de ceiba que se coloca invertida sobre la tierra y se zapatea
o bien se percute cuando escasean los bailadores. Las arpas están
en completa extinción en la actualidad. En Tixtla aún se
encuentra el arpa, y en ocasiones la guitarra sexta se sustituye por una
o dos vihuelas.
f) Sones Istmeños, que son conocidos en la zona
del Istmo de Tehuantepec, en el sureste de Oaxaca y principalmente en Juchitán,
Tehuantepec, Salina Cruz e Ixtaltepec. Una o más guitarras sextas
y un requinto son los instrumentos tradicionales, aunque en algunas regiones
se usa la marimba.
g) Sones de Veracruz. El son jarocho, ampliamente conocido
y difundido en todo el territorio nacional, florece en la planicie suroriental,
desde el puerto de Veracruz, los Tuxtlas y Catemaco, hasta Minatitlán
y Coatzacoalcos, incluyendo los pueblos de la cuenca del Papaloapan y la
región llanera del sur de Tuxtepec. La acentuación rítmica
del son jarocho es la más compleja dentro del repertorio de sones,
lo que probablemente muestra la influencia negra de esta región.
El carácter jarocho tiene una alegría y una emotividad que
se reflejan en su música. La instrumentación habitual consta
de arpa, requinto jarocho y jaranas. En Tlacotalpan se ha estilado el uso
del pandero y en la región de los Tuxtlas el arpa ha desaparecido
y ahora se emplea una variedad grande de jaranas que van, en disminución
de tamaño, desde la segunda hasta el llamado mosquito.
h) Sones huastecos. Son los que están arraigados
en la gran planicie costera del noreste conocida como la Huasteca y en
algunas regiones pertenecientes a la Sierra Madre Oriental, que incluyen
porciones de los estados de Tamaulipas, Veracruz, Hidalgo, San Luis Potosí,
Querétaro y Puebla. Se cultiva entre los grupos mestizos e indígenas
de la región. El huapango huasteco, como también se conoce
al género, acompaña todas las ocasiones festivas de la Huasteca.
Algunas localidades mayores son Ciudad Valles, Pánuco y Huejutla.
Es la música viva de cantinas y prostíbulos.