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Ť Los grandes discos del rock es el título
de su más reciente libro
José Agustín revisa desde el protorrock
de los años cincuenta hasta lo más actual
Ť ''¿Y ahora qué oigo?'', interrogante a
partir de la cual indaga la evolución de la música
Ť ''Sin querer contiene una historia del género;
elegí un orden cronológico y no jerárquico''
CESAR GÜEMES
Como
quien posee un enorme guardarropa y dice ''no tengo nada que ponerme",
José Agustín en su nuevo libro Los grandes discos del
rock (Planeta) llega a la afirmación de que no tiene nada que
escuchar, pese a atesorar una de las colecciones discográficas más
amplias del país.
-¿Cómo puedes decir algo así con
tu colección de discos?
-Es algo que me ocurre con enorme frecuencia. La música
me gusta muchísimo, no sólo el rock, y de manera continua
estoy necesitado de trabajos nuevos, algo que también me sucede
con la lectura: no me la paso releyendo sino que leo mucho de lo nuevo
que sale. En cuanto al '¿y ahora qué oigo?' me sirve para
revisar y descubrir grupos o solistas. Siempre espero lo que viene, así
percibo si la música evoluciona o no y me nutro de todo lo que me
atrae. Por eso puedo decir que dentro de lo nuevo hay numerosos ejemplos
de buena música, incluso de grupos que empezaron apenas en el año
2000.
-¿Cómo te sentiste al revisar, para este
libro, medio siglo de tu música?
-Primero con una especie de dilema porque el rock me gusta
mucho y el nivel cualitativo es muy alto, aunque también hay muchos
discos malos. Pero el rock bueno es grande de verdad. La primera selección
que hice era exagerada, al menos 800 discos, algo que no podía ser.
Comencé entonces a decantar la lista y a eliminar grabaciones incluso
con lágrimas en los ojos. Ganó en el balance la música
de mayor importancia. Fue una revisión desde el protorrock, que
empieza en los años cincuenta hasta lo más reciente.
Feliz, hiperactivo, José Agustín dice que
aunque no cuantifica el tiempo dedicado a la música, ''sí
puedo afirmar que oigo música a todas horas, desde que me levanto.
Incluso hay música mientras escribo".
-Pese a que no estés trabajando un texto sobre
lo que escuchas.
-Así es. Me resulta muy estimulante: si trabajo
ciertas atmósferas en la literatura, pongo ciertos discos que me
auxilian a entrar en el estado de ánimo necesario, lo mismo que
si preciso algo muy prendido que si mi tendencia es sumirme en la nostalgia.
Aunque a veces no hay orden, pongo el disco que tengo a mano o el que acaba
de aparecer. Por ejemplo, en las últimas ocho horas de la escritura
de Dos horas de sol me oí prácticamente todo Pink
Floyd.
Estilo vs. variedad
-Este nuevo libro tuyo puede ser una guía para
escuchas de posteriores generaciones. ¿Estás de acuerdo?
-Puede ser, sí, porque aunque para los muy jóvenes
esta música de la que escribo les queda muy lejana, en el fondo
lo que hoy escuchan viene de ahí y se puede percibir con claridad.
Con el hip-hop en especial los chavos se han acostumbrado a oír
samplers en los cuales aparecen citas de piezas muy viejas. Así
que muchos jóvenes oyen rock clásico sin darse cuenta. Por
eso descubren que les encantan asuntos que vienen de principios de los
años sesenta, como la vuelta al surf anterior a los Beach
Boys. Con frecuencia recibo mensajes electrónicos en los que así
se manifiestan. Entonces, el lector podrá estar en absoluto desacuerdo
con mi selección o mis comentarios, pero es real que buena parte
de la música que hoy se escucha viene de mucha que menciono.
-¿Trataste de ser pedagógico?
-No exactamente, quise tratar a fondo de lo que hablaba.
Claro, ahora que veo el libro publicado advierto que sin querer contiene
una historia del rock, se puede rastrear desde el inicio hasta fechas muy
cercanas. Luego, elegí un orden cronológico y no jerárquico
porque no quise decir cuál podría ser el mejor de todos.
Enciende un cigarro, da un trago a su café, saluda
a algún conocido. Sonríe. José Agustín retoma
la conversación.
-Hay muchos lectores agradecidos de que hagas volúmenes
como el actual o los de historia de México, pero otros se preguntan,
¿dónde está el José Agustín narrador?
-En gran medida en un libro como el presente. No quise
meter sólo artículos, ensayos o reseñas, porque iba
a ser aburrido. Entonces, se me antojó regresar a la literatura
de la cual tenía ya verdadera nostalgia después de dedicarme
años a la investigación, y por eso en este libro hay cuentos
con todas las de la ley, fábulas, traducciones, noticias inventadas,
sueños y una buena cantidad de recursos narrativos más. Diría
que al menos la mitad del libro está francamente del lado de la
literatura. Y tengo una novela que escribo desde hace un año y está
ya avanzada.
-Habla de ella, por favor.
-Bueno, estuve trabajándola con mucho entusiasmo
y debí detenerme para hacer este libro que, por cierto, en realidad
no me desvió de la novela sino que me reactivó, me mantuvo
despierto. Hasta donde alcanzo a ver, la novela me está saliendo
bien, la encuentro dentro de mi estilo aunque más propositiva que
otras.
-¿En ocasiones tratas de escribir como José
Agustín o te dejas llevar?
-Sé que tengo un estilo, pero también estoy
consciente de que me ha salido de una forma natural. Nunca fue algo premeditado.
Desde los 11 años escribo textos que ya tienen marcas muy claras
de lo que iba a ser mi trabajo. Pienso que tengo un estilo definido desde
los 16 años, cuando hice La tumba. Ese estilo se me da solo
y en todo caso a veces lucho contra él porque me gusta la variedad.
''Y aunque algunos lectores crean lo contrario, sí
quiero incursionar en muy diferentes registros. Cuando hago literatura,
la historia me pide una forma específica de narrarla. En todo caso,
trato de ser congruente con el material sobre el que trabajo. Dejo que
la obra me diga cómo quiere que la cuente.''
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