Ť Preocupa más la economía que el terrorismo

La tasa de desempleo en EU llega a su índice más alto en seis años

DAVID BROOKS CORRESPONSAL

Nueva York, 7 de enero. "Es la economía, estúpido" -la famosa frase que definió la triunfante campaña electoral de Bill Clinton sobre George Bush padre en las elecciones de 1992- regresa como el punto clave de la pugna política estadunidense, con las preocupaciones sobre la desaceleración económica empezando a sobrepasar al terrorismo como asunto prioritario en la opinión pública.

La semana pasada la tasa de desempleo subió una vez más para alcanzar 5.8 por ciento, el índice más alto en seis años. Al mismo tiempo, el gran superávit fiscal del gobierno federal se desvanece, y otros indicadores de un estancamiento económico -número de bancarrotas, reducción de actividad económica en varias ramas (turismo, ventas comerciales, etcétera.)- están generando incertidumbre en una población que supuestamente gozaba hace menos de un año del auge económico más prolongado de la historia del país.

Esto ha resultado en que el juego político ahora se centra en culpar al otro por el fin de dicho auge. Aunque todo político (y casi todo analista o comentarista que desea figurar en el debate oficial) se refiere continuamente a la "unidad nacional", en este momento ante la "nueva guerra", hasta ahí llega el "consenso". Lo demás regresa a la "normalidad" en el terreno político aquí: atacar y culpar al opositor por el desastre económico.

Y todo con fines político electorales, cabe recordar que acaba de empezar un año electoral legislativo en el que los dos principales partidos están buscando mantener o capturar el control de ambas cámaras del Congreso.

Por eso ha estallado otra "guerra" en Estados Unidos, por un lado, con el liderazgo demócrata acusando al gobierno de George W. Bush de haber provocado -o por lo menos profundizado- la recesión, y desperdiciado el gran superávit creado por Clinton, y por otro, con el presidente anunciando una gran campaña para promover su propuesta de "seguridad económica" (ahora todo se hace en términos militares), y atacando a los demócratas por obstaculizar sus programas para resucitar la prosperidad económica. Ambos lados lanzaron sus ofensivas la semana pasada.

El senador Tom Daschle, líder de la mayoría demócrata del Senado, y el político demócrata más poderoso de Washington (y posible candidato presidencial en 2004) acusó esta semana a Bush de promover "el deterioro fiscal más dramático de la historia de nuestra nación".

Dijo que la reducción de impuestos promulgada en ley por Bush, la pieza central del programa económico del nuevo presidente, ha llevado a una reducción del superávit y la erosión de la confianza de los inversionistas. "El corte de impuestos no sólo fracasó en evitar una recesión, tal como sus promotores dijeron que lo haría, sino probablemente empeoró la recesión", afirmó el senador.

Recordó que en 1993, el primer año de la presidencia de Clinton, la economía tenía un déficit de 20 mil millones de dólares, pero que a finales de esa presidencia, en 2000, se contaba con un superávit record de 236 mil millones. "Los republicanos optaron precisamente por la solución equivocada" al promover su reducción de impuestos como medida para revitalizar la economía.

Bush respondió de inmediato el pasado sábado acusando a Daschle y a los demócratas de obstaculizar sus propuestas económicas. "Algunos en el Senado parecen pensar que podemos aguantar haciendo nada, que la economía mejorará por sí sola tarde o temprano. Yo digo que si tu empleo está en riesgo o tienes a un ser querido sin trabajo, quieres esa recuperación más bien pronto".

Bush y su equipo emprenderán una gira y una serie de presentaciones tanto fuera y dentro de Washington enfocadas sobre sus propuestas económicas. "Tenemos una guerra que llevar a cabo y una recesión (contra la cual) luchar. Defender nuestro país y fortalecer nuestra economía son grandes prioridades para 2002".

Los estrategas de Bush desean evitar cualquier repetición de los errores de Bush padre cuando era presidente y buscarán mantener la iniciativa en el debate sobre la economía. Los demócratas buscarán promover sus propuestas con base en lo logrado durante los años de Clinton (de hecho, Robert Rubin, el ex secretario del Tesoro de Clinton, acompañó a Daschle cuando pronunció su discurso la semana pasada).

Los demócratas recuerdan, al igual que los republicanos, otra coyuntura semejante a esta, en la que un presidente gozaba de un nivel de apoyo estratosférico sólo para perder su relección ante un candidato que utilizó como su arma más efectiva la crítica de que al primer mandatario sólo le interesaba la política exterior y había abandonado su compromiso hacia los temas que eran de mayor preocupación para su propio pueblo: la economía.

Ese presidente fue George Bush, el padre del actual mandatario, quien en 1991 como resultado de la Guerra del Golfo Pérsico contaba con amplio apoyo popular, pero quien sólo un año después perdió la elección ante un político casi desconocido a nivel nacional, Bill Clinton, quien enfocó su campaña sobre el asunto de la economía.

Pero mientras los políticos buscan utilizar el asunto de la recesión para sus propósitos políticos, los millones de desempleados, y los que temen sumarse a ese número, no encuentran respuestas -sólo un diálogo entre expertos y economistas sobre si esta recesión se alargará o no, y si la tasa de desempleo subirá hasta 7 por ciento. Mientras tanto, cada día se anuncian más despidos. Recientemente la empresa ATT anunció que hará un recorte de 5 mil plazas.

Según las cifras oficiales las filas del empleo asalariado se desplomaron con la pérdida de 124 mil plazas en diciembre. Pero un indicador más relevante fue que la reducción de empleos en el sector privado asalariado fue de 187 mil plazas el mes pasado.

Así, a lo largo de un año (diciembre de 2000 a diciembre de 2001), la tasa de desempleo se incrementó 1.8 puntos porcentuales, o sea 2.6 millones de trabajadores sin empleo. En el sector privado el número de desempleados se incrementó en 1.5 millones, con un millón de éstos registrados sólo en el último trimestre de 2001, cálculo el Economic Policy Institute (EPI), según datos oficiales.

Sin embargo, los optimistas señalaron que el incremento del desempleo fue menor el mes pasado que el registrado en cada uno de los dos meses anteriores, y que eso podría indicar el fin de lo peor.

La contracción del empleo se ha concentrado en el sector manufacturero, donde durante el último año el empleo se desplomó 7.2 por ciento, pero también se han registrado pérdidas de empleo en el sector de transporte (273 mil empleos perdidos en los últimos cinco meses) y servicios. A su vez, se registró un incremento en el empleo concentrado en el sector público.

Otros indicadores tampoco pintan un futuro inmediato muy alentador. El nivel de endeudamiento personal se ha incrementado -el nivel del crédito del consumidor ha ascendido a un récord de 7.5 billones dólares para fines del tercer trimestre de 2001- lo cual ha apoyado a la economía a corto plazo, pero a la larga este consumo pagado por más deuda podría tener un impacto dramático si esta recesión se prolonga.

De hecho, informa The Wall Street Journal, el número de personas que no han logrado pagar sus obligaciones crediticias ha llegado a los niveles de la última recesión, hace una década. Además, el número de bancarrotas personales en 2001 podrían superar el récord anterior de 1.4 millones. Sólo en el tercer trimestre del 2001 350 mil consumidores estadunidenses registraron su bancarrota personal.

Tal vez todo este enfoque sobre la prosperidad es nulo. Según economistas que están investigando "científicamente" la relación entre el dinero y la felicidad, resulta que aunque uno sí es más feliz con más lana, esta felicidad se desvanece si los demás a su alrededor también están ganando más (la envidia) o si las expectativas de uno se incrementan cada vez que uno tiene más dinero, reporta The Wall Street Journal.

Pero es poco probable que esto ofrezca alguna consolación a los desempleados. Aunque, como dice la canción de los Beatles, "el dinero no me puede comprar amor".