Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 5 de enero de 2002
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Editorial
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CINCO CONCLUSIONES DE LA CRISIS ARGENTINA

SOLLa primera de todas, obviamente, es que a un país no le basta con tener "relaciones carnales" con Washington ni con ser miembro externo de la OTAN ni con cumplir al pie de la letra todas las instrucciones y exigencias del Fondo Monetario Internacional, al extremo de ser presentado por éste como modelo a seguir. Cuando se vio que ningún Shylock podría sacar ya una libra de carne del pecho del pueblo argentino, el FMI y el presidente Bush (cuyo padre es incluso socio del ex presidente Carlos S. Menem en múltiples negocios) dejaron solos a los seguidores en desgracia.

La segunda es la relativa independencia del personal político respecto al pueblo, al que se supone debe representar. Cavallo fue economista de la dictadura militar, de Menem, del gobierno radical-frepasista y los radicales forman parte del gabinete de Duhalde, tal como Menem concertaba con Alfonsín y éste con aquél en sus respectivos gobiernos. En cuanto al neoliberalismo, hay identidad programática entre peronistas y radicales y la oposición se diferencia del gobierno sólo en la disputas de los puestos de poder. Eso hace inevitable el levantamiento popular, el estallido social estimulado por el total repudio a los políticos y a los partidos. Esta desaparición de los instrumentos de canalización de la protesta y de mediación hace explosiva la situación argentina.

La tercera conclusión es el desprestigio y la nulidad de los tres poderes constitucionales. Por ejemplo, la exigencia popular de echar a todos los miembros de la Suprema Corte se suma a la protesta contra el nuevo presidente (el quinto en diez días) que se sacó su partido de la manga a espaldas de los electores, y se agrega a la parálisis de un Parlamento que es incapaz de tomar las medidas económicas que se requieren con urgencia porque está formado por una mayoría de corresponsables y aprovechadores de la crisis, abiertos a todas las presiones del capital financiero.

Las instituciones que no supieron prever ni prevenir el estallido social manteniendo hasta lo último una política odiada y sin futuro, por consiguiente, no son capaces de canalizar la protesta hacia ellas y dejan que la política se haga en las calles y en las plazas porque antes aceptaron que se hiciera en los consejos directivos bancarios y empresariales y en las oficinas del FMI, en el extranjero.

La cuarta conclusión es que estamos ante una crisis de dominación, es decir, ante la ruptura generalizada del consenso sin el cual ningún poder es sólido. La crisis es económica, política, cultural. Pero el rechazo al desempleo, a la carestía que vendrá con la devaluación, a la congelación y la disposición arbitraria de los ahorros de los sectores populares que creyeron en el sistema (recordemos El Barzón después de Salinas) no basta para imponer una alternativa a la política del gran capital aunque pueda bastar para echar del gobierno a los agentes de éste... para que otros semejantes los remplacen. La falta de programa, política, dirección de recambio, de quienes estén dispuestos a aplicar de inmediato políticas firmes y coherentes que impidan el saqueo del país y que se sigan fugando los capitales --o sea, la falta de una real oposición, con ideas y organización, antes de la crisis y duranteella-- favorece el continuismo, permite que los políticos "quemados" sigan en el candelero, hace pagar costos enormes al país, pues la crisis se desarrolla sin nada ni nadie que la controle.

Otra conclusión es que la Iglesia católica o los militares también sufren la crisis, se dividen internamente, callan. Quienes los consultan en tiempos tranquilos como si fuesen oráculos saben ahora que en realidad son impermeables para días de sol. Queda, por último, la llamada "solidaridad continental". Si los consejos fueran dinero contante, en Buenos Aires nadarían en la abundancia pero, desgraciadamente, poco tienen que ver con la realidad. El presidente Bush, por ejemplo, recomendó aplicar los planes del FMI. Quienes lo estudian creen que hablaba en serio.

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