021a1mun Adolfo Pérez Esquivel¤ Paliativos para un enfermo grave Los acontecimientos se han precipitado en Argentina: cinco mandatarios de la nación pasaron en pocos días y el caos es total. El actual presidente de los argentinos, Eduardo Duhalde, no aportó nuevas alternativas, sólo propone paliativos para un enfermo grave, que necesita una intervención quirúrgica urgente y cambios profundos para lograr su recuperación. Si analizamos la situación actual el malestar no bajó, se mantiene latente y en algunos la-dos continúa manifestándose con gran energía, como en Rosario, provincia de Santa Fe, con los cacerolazos y concentraciones, lo mismo en algunos puntos del país y la Capital Federal. La agresión del gobierno, o sucesivos desgobiernos, han llevado a situaciones límite al país, al imponer al pueblo el corralito financiero, que congeló los ahorros de la gente, redujo los salarios, cerró la circulación de los recursos y paralizó la industria y el comercio. A esta situación no se llega porque sí, sino por errores de un gobierno. Son las políticas impuestas por el Fondo Monetario Internacional y el gobierno de Estados Unidos; hoy vuelven a reaparecer y una misión del FMI anuncia que "viene a colaborar con el gobierno de Duhalde". Esto es acostarse con el enemigo. Los partidos Justicialista y Unión Cívica Radical son los responsables de llevar a Argentina a esta postración, como los ne-gociados de grandes empresas transnacionales y la mafia financiera que fue generando el saqueo sistemático del país y ejerció el terrorismo económico, y la dirigencia política y el Poder Judicial dejaron al pueblo en un estado de indefensión jurídica que impidió que se puedan utilizar los recursos depositados en los bancos, que a su vez han sacado el dinero del país y han generado esta grave situación. El gobierno de Duhalde quiere devaluar y romper la convertibilidad, es decir la paridad peso-dólar, lo que ya afecta a diversos sectores de la sociedad, y ha generado el desabastecimiento de artículos de primera necesidad y medicamentos, mientras la especulación financiera continúa activa. Los co-merciantes están remarcando y aumentando los productos; las empresas viales ha-cen lo mismo con los peajes. El pueblo ya no puede resistir más porque 14 millones 500 mil personas están por debajo de la línea de pobreza, sobre una población de 36 millones de habitantes, y se mueren más de cien niños de hambre y enfermedades evitables. Los an-cianos no pueden utilizar las obras sociales porque el Estado no paga. Los institutos de menores y las casas hogar para niños y niñas en estado de riesgo social ya no tienen comida para sus internos. La desocupación aumenta, porque los problemas no se resuelven con asistencialismo sino con políticas de desarrollo, trabajo y generando los recursos necesarios para una vida digna. El gobierno ya no quiere hablar del no pago de la deuda externa porque se condiciona a los dictados de la banca internacional y eso puede ser fatal para su sobrevivencia, sobre todo si continúa privilegiando los grandes intereses financieros sobre la deuda social que tiene pendiente con el pueblo. Muchas empresas no pagan impuestos y son deudores de un Estado que los consiente. La Corte Suprema de Justicia bus-ca privilegiar los grandes intereses y se niega a liberar los fondos de los pequeños y medianos ahorristas. Cuestionada por corrupta, la población reclama la renuncia o el alejamiento definitivo de esos jueces. Hoy el pueblo está indefenso y ha reaccionado reclamando sus derechos; no está dispuesto a dejar de reclamarlos y los ca-cerolazos son el preludio de acciones más profundas que deseamos no desemboquen en la violencia. La Asamblea Legislativa no ha escuchado al pueblo, porque sus miembros están pendientes, en particular los justicialistas, de sus internas partidarias. El gobernador de la provincia de Buenos Aires, Carlos Ruckauf, renuncia a su cargo para asumir la cancillería y deja una provincia devastada y con graves conflictos sociales. Debe investigarse cómo puede ser posible que los grandes capitales hayan salido del país antes que el entonces ministro de Economía, Domingo Cavallo, aplicara las medidas financieras y congelara los fondos de los pequeños y medianos ahorristas. Es necesaria una in-dagación profunda para determinar las complicidades y la corrupción. El terrorismo económico tiene una voracidad insaciable y busca por todos los me-dios continuar con su política de opresión: lo hizo durante la dictadura militar y continúa ahora. Cambiamos de gobiernos, pe-ro las políticas continúan siendo las mismas. Han surgido emergentes históricos en que el pueblo se asume como protagonista de su propia vida, y no hay que olvidar que este país tiene una larga historia de luchas sociales. Hoy está alerta y dice que no basta cambiar de gobierno, y reclama que no debe ser más de lo mismo. Es necesario un profundo cambio estructural y pensar primero en la vida y seguridad del pueblo, porque no es con la represión y el enfrentamiento de pobres contra pobres, que ha sido provocado, como se resolverán los problemas del país. ¤Premio Nobel de la Paz 1980
|