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Antonio Gershenson
Petróleo: precios y costos
La negociación en torno al volumen de exportación que va a reducir cada uno de los principales países exportadores de petróleo llega a una fase culminante. La diferencia entre la cantidad que la OPEP requiere de los exportadores que no están en ese organismo es cada día menor, y ya es de menos de 10 por ciento. Y es que se han dado hechos económicos que muestran a estos países el costo de no ponerse de acuerdo en este punto.
Uno de ellos, muy llamativo y sin embargo poco publicitado, es el hecho de que la semana pasada Rusia tuvo su segunda semana consecutiva con una baja, en sus reservas de divisas, mayor a los mil millones de dólares. Las reservas de ese país, que habían estado creciendo, bajaron a 36 mil millones, todavía importantes pero que no podrían jugar el papel que se espera de ellas si sigue esta tendencia. Y el bajo precio del petróleo, resultado de la falta de acuerdo entre los productores, jugaba un papel importante en esta situación.
Rusia es ya el segundo exportador mundial de petróleo crudo. Este energético aporta poco más de la tercera parte del valor de las exportaciones de ese país. Además, la baja del precio del crudo influye, en plazos no muy cortos y cuando el cambio es importante, en el precio del gas natural, cuyas exportaciones, sumadas a las del crudo, ya aportan la mitad del total de la misma república. Y aunque el monto que Rusia deja de recibir por los precios bajos es menos de la mitad del monto de las citadas reducciones en las reservas, el temor de que esta situación continúe el año próximo hizo lo demás. Y es que la fuga de divisas suele completar el efecto de este tipo de cambios.
Una vez que se concrete el acuerdo, y esto puede ser la semana próxima, los precios del crudo subirán. Y el acuerdo, como hemos dicho, se va a concretar poco antes o poco después porque su ausencia afecta demasiado a los países que lo tienen que lograr, los exportadores. Hechos como el que mencionamos sólo hacen más evidente lo que ya antes era una gran verdad.
Esto es muy importante para todos, pero en especial para los legisladores en estos últimos días de negociación de la reforma fiscal y del presupuesto para 2002. Los tecnócratas consideran que la inversión pública productiva es un pecado mortal. La idea de que la inversión pública impulse a la inversión privada productiva les parece un mensaje del infierno, y sólo quieren que sigan a salvo las exenciones de impuestos y demás subsidios a la inversión especulativa. Para lograr esto, recurren a la amenaza de un bajo precio del petróleo mexicano de exportación, extrapolando los precios de unas semanas a todo el año próximo. Esto, además, se ajusta a sus mentes incapaces de percibir los ciclos de los fenómenos económicos. Para ellos, en ese sentido, la Tierra sigue siendo plana. Y quieren que se sacrifique metas productivas y sociales porque supuestamente no va a alcanzar el dinero. Luego, cuando lleguen los ingresos excedentes, de los cuales ellos se apropiarán a través del régimen fiscal de Pemex, simplemente los podrán atesorar y evitar su uso productivo y social.
Las cámaras de Diputados y Senadores deben tomar en cuenta los recursos reales, un precio promedio de nuestras exportaciones de por lo menos 18 a 20 dólares por barril, que sería similar al de lo que va del año. Y esos recursos deben ser usados para la inversión productiva y social, sin necesidad de utopías fiscales como las que pretenden obtener miles de millones de pesos de exprimir más a los hambrientos y a los enfermos, con IVA a los alimentos no procesados y a las medicinas.
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