La economía mexicana, incapaz de darle ocupación a la mano de obra

Ť El prometido crecimiento de 7% será insuficiente para satisfacer la demanda de empleo, explica investigador Ť Apenas pueden comprar la canasta básica 70% de los trabajadores

DAVID ZUÑIGA

Para cuando termine el sexenio de Vicente Fox, por lo menos 4 millones de mexicanos se habrán sumado a 10 millones más que desde el sexenio de Miguel de la Madrid se han incorporado al mercado laboral y han tenido que subsistir con empleos precarios en la economía informal, como trabajadores migratorios en Estados Unidos e incluso en la delincuencia.

Además, el tan prometido crecimiento de 7 por ciento será insuficiente para satisfacer la demanda de empleo. Para absorber a los más de 3 mil mexicanos que cada día se incorporan al mercado laboral haría falta crecer a tasas de cuando menos 10 por ciento, lo que es ''prácticamente imposible'' con la actual estructura económica, pues se generarían problemas cambiarios, de cuentas externas y de financiamiento, explica Marcos Chávez, investigador de El Colegio de México.

Por lo menos en la primera mitad del gobierno foxista, abundó, la economía no crecerá más de 2 por ciento, aun si se recupera Estados Unidos. El próximo año, auguró, la variación del PIB será de cero a uno por ciento, y con tasas de crecimiento de 2 a 3 por ciento apenas se crearán unos 500 mil empleos al año.

El gobierno de Vicente Fox apuesta a la construcción de vivienda, a la reconstrucción de cadenas productivas y a la inversión en el sector energético como detonadores del empleo. Para Chávez, sólo se trata de ''un catálogo de buenas intenciones'', ya que el mercado interno ha estado prácticamente estancado desde 1982; tanto las empresas exportadoras como las pequeñas y medianas generan cada vez menos empleo; no existe un programa para reindustrializar al país; la industria exportadora está desvinculada del aparato productivo nacional y se basa en uso intensivo de capital e insumos baratos, y la construcción de infraestructura y vivienda está supeditada a un reducido margen presupuestal, por lo que su efecto en el empleo será marginal.

A las trasnacionales que operan en México, sostiene, no les interesa crear cadenas productivas o incrementar el contenido de insumos nacionales a menos que obtengan grandes concesiones o beneficios fiscales.

''En tiempos de crisis es bueno recurrir a la industria de la construcción porque se disminuye el efecto sobre los sectores de menores ingresos, pero se trata de empleos temporales. El problema es que no hay un proyecto de largo plazo. La inversión física del gobierno equivale en términos reales al ejercido a principios de los sesenta''.

A los rezagos de inversión que heredó Fox se suman deudas que lo dejarán sin margen de maniobra: alrededor de 90 por ciento de los recursos adicionales que el gobierno federal espera captar con la reforma fiscal se destinarán al pago de adeudos heredados de gobiernos pasados, como los rescates bancario y carretero y los programas de inversión con registro diferido en el gasto (Pidiregas).

Chávez advierte que Vicente Fox está dando continuidad a las políticas fiscal y monetaria de los últimos tres sexenios, que convirtieron la inflación y el déficit ''en mitos intocables; sin embargo, vemos lo que está pasando en Argentina, donde siguen obsesionados con el déficit fiscal cero a pesar del riesgo de estallido social''.

El salario mínimo real, en el mismo nivel de 1950

Según Chávez, al gobierno foxista no parece preocuparle el bajo nivel de las percepciones de los mexicanos, a pesar de que 7.6 por ciento de la población económicamente activa ?formada por cerca de 40 millones de trabajadores? gana hasta un salario mínimo y 70 por ciento de los trabajadores gana menos de cinco minisalarios, suma que apenas alcanza para comprar la canasta básica.

''Los gobiernos neoliberales priístas heredaron un país con una estructura productiva en ruinas, con grandes problemas de bienestar social que se agravarán a lo largo del sexenio y ello va a generar una situación explosiva'', alerta.

Los salarios mínimos reales alcanzaron su nivel histórico más alto en 1976. En ese año se empezaron a aplicar las políticas de estabilización del Fondo Monetario Internacional (FMI) y desde entonces las percepciones han acumulado un deterioro de 77 por ciento. La baja de la inflación sólo ha producido una mejoría marginal en los salarios; ''si se mantuviera esta dinámica, nos llevaríamos por lo menos 30 años para que los salarios recuperaran el nivel que tenían hace 24 años''.

Los salarios contractuales han perdido alrededor de 25 por ciento de su poder de compra desde 1994, y los mínimos reales se encuentran en los mismos niveles de 1950. ''¿Por qué no existe una política deliberada de recuperación de los salarios? Porque la productividad y la competitividad de las empresas descansa sobre el castigo salarial. La rentabilidad de las empresas, principalmente trasnacionales, depende en gran medida de que se pague menos a los trabajadores.

''El problema central es que la política económica sigue subordinada a una lógica que da prioridad a la acumulación privada de capital sobre el bienestar social''.