HABLAR CON CLARIDAD
Según
el tabulador de sueldos de la administración pública federal,
publicado en el Diario Oficial de la Federación (DOF), el presidente
Vicente Fox percibe un salario de 232 mil 431 pesos mensuales, cantidad
a todas luces distante de los 155 mil pesos informados en el proyecto de
Presupuesto de Egresos de la Federación para el próximo año
que fue entregado por la Secretaría de Hacienda a la Cámara
de Diputados.
Al margen de que la nada discreta diferencia entre el
salario publicado en el DOF y el contenido en el proyecto presupuestal
posiblemente radique en los impuestos, es decir, en la variación
entre salario bruto y neto, la contradicción en las cifras --ambas
oficiales-- pone de relieve la vigencia de las prácticas discrecionales
en el manejo del presupuesto federal y la falta de transparencia en la
información que vierte el actual gobierno por medio de los canales
oficiales. Prueba de ello es que el Congreso aprobó en el presupuesto
corriente una cantidad de ingreso para el Presidente, cuando en realidad,
y así consta en el tabulador oficial, el total acumulado de su salario
es mucho mayor.
El punto en cuestión no es el monto del salario
del Presidente de la República, sino la constante falta de claridad
en la información oficial, en particular en lo que al uso del dinero
--el de todos los mexicanos-- se refiere. Si en el DOF se publica que el
salario base bruto de Vicente Fox rebasa los 200 mil pesos, entonces por
qué el afán de ocultar la realidad anunciando que la percepción
del Presidente se "mantendrá congelada" en poco más de 150
mil pesos mensuales. ¿Es tan complicado hablar con la verdad?
Lo preocupante es que si en un tema aparentemente superfluo
como el salario del Presidente no se está siendo transparente, qué
podemos esperar de otros mucho más importantes como la aplicación
del gasto destinado al combate a la pobreza o tan delicados como la deuda
generada por el rescate bancario. Sea cual sea el tema, resulta conveniente
recordarle a la administración de Vicente Fox que el dinero que
manejan le pertenece a todos los mexicanos.
Dadas las circunstancias, es necesario exigir que el gobierno
actúe con la mayor claridad y no sólo en temas como el ejercicio
del presupuesto, sino en todos los aspectos que conforman su compromiso
en la consolidación de la democracia y el estado de derecho.
La presta solución a los sonantes casos de violación
a los derechos humanos --aun a los cometidos en gobiernos anteriores--
es tan sólo uno de los compromisos pendientes del actual gobierno.
En este sentido, bien cabe preguntarnos cuál será la posición
del Ejecutivo ante el caso del general José Francisco Gallardo,
quien se encuentra preso desde 1993, pese a que ayer se cumplió
el plazo establecido por la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos (CIDH) para su liberación. De entrada, el incumplimiento
del Ejecutivo a la recomendación de la CIDH tendrá un elevado
costo diplomático para México, y una vez que la Comisión
turne el caso a la Corte Interamericana de Derechos Humanos es previsible
que se emplace un juicio en contra del gobierno de Vicente Fox.
El Presidente tiene el poder jurídico para reconocer
la inocencia del general Gallardo y dejarlo en libertad.
Que impere la justicia. Y la transparencia.
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