FOX: PALABRAS DESAFORTUNADAS
Ayer,
en el marco de su visita de Estado a España, el presidente Vicente
Fox incurrió en preocupantes contradicciones y tropiezos que deben
ser señalados en la medida en que socavan la fuerza y la coherencia
que debe ostentar el discurso presidencial en toda circunstancia.
Sin duda, el más notorio desliz del mandatario
fue su propósito de "ponerse a las órdenes de España"
en la lucha contra los etarras. Con ese giro lamentable, Fox pasó
por alto que el Ejecutivo mexicano es depositario de la soberanía
nacional y que no puede recibir "órdenes" de nadie más que
de la ciudadanía que lo mandata. Sería excesivo suponer,
sin duda, que la expresión referida refleja fielmente el pensamiento
presidencial, y resulta preferible dar por hecho que se trató de
un traspiés discursivo. Con todo, la enormidad del error verbal
ameritaría una aclaración puntual por parte de la Presidencia,
así sea para que nadie, en cualquiera de las dos naciones, pueda
quedarse con la idea de que las autoridades madrileñas mandan a
las mexicanas.
En su afán por mostrar la buena disposición
de su gobierno de colaborar con España en la persecución
de los terroristas vascos, Fox se refirió con descuido, adicionalmente,
a términos y procesos legales que no debieran ser soslayados: su
promesa de "extraditar ipso facto" a presuntos etarras es un contrasentido
en la legislación vigente, toda vez que cualquier extradición
requiere de un juicio legal cuyo desarrollo corresponde al poder Judicial,
no al Ejecutivo.
Para colmo, el tema de la lucha contra el terrorismo etarra,
traído a colación por el propio Presidente mexicano, terminó
por poner en un segundo plano lo que habría debido ser el interés
central del viaje de Fox a España: el robustecimiento de la cooperación
económica entre ambas naciones.
Otro tropiezo inquietante es la referencia a los "pequeñísimos
grupos guerrilleros que aparecen de vez en cuando" en nuestro país
y a los cuales el gobierno foxista pretende "cercar y echarles el guante";
tal propósito contrasta con declaraciones presidenciales recientes
según las cuales existía, en el actual grupo gobernante,
la idea de privilegiar e impulsar procesos de diálogo y negociación
con grupos como el EPR, el ERPI y las FARP. Esta nueva disonancia se inscribe
en las casi proverbiales contradicciones en las que incurre el mandatario,
las cuales producen el indeseable efecto de socavar la credibilidad de
la palabra del Presidente ante propios y extraños.
Un accidente más en el discurso presidencial fue
la manera en la que Fox se refirió a la situación que guarda
el conflicto chiapaneco. Suponer que los indígenas insurrectos "han
estado tranquilos y en paz" a consecuencia "de todo lo que hicimos para
buscar la pacificación en Chiapas" es indicio de una mala y peligrosa
lectura de ese problema; peor aún, asumir que éste terminará
de resolverse con "una última revisada" a las adulteradas reformas
constitucionales en materia de derecho y cultura indígenas es indicativo
de que el equipo de Fox no ha comprendido la inoperancia de las modificaciones
referidas y que no habrá, por ende, propuestas gubernamentales viables
para superar el conflicto.
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