Lamentan el estado de las bibliotecas públicas
Señora directora: Las declaraciones vertidas
el día de la presentación del Programa Nacional de Cultura
2001-2006 no permiten saber con certeza si el objeto de deseo aludido por
quienes intervinieron en dicha ceremonia es la Biblioteca México,
a cargo de la SEP, o la Biblioteca Nacional, actualmente bajo custodia
de la UNAM.
Como sea, dicha confusión en las palabras provocó
la explicable conmoción en el medio bibliotecario de México,
siendo las páginas de su diario el lugar donde se han vertido algunas
de sus reacciones.
Por nuestra parte, como miembros del Consejo Técnico
Académico de la Biblioteca Manuel Orozco y Berra de la Dirección
de Estudios Históricos del INAH, queremos compartir con sus lectores
la siguiente reflexión: el más elemental diagnóstico
de las condiciones de las bibliotecas públicas del país muestra
que las mismas, incluida la nuestra, padecen carencias e insuficiencias
graves: lamentable infraestructura en la mayoría de los casos; acervos
no actualizados so pretexto de la perenne crisis económica; personal
que no ha recibido la capacitación necesaria y un largo etcétera.
Por eso consideramos que la creación de una nueva
biblioteca de grandes proporciones (¿Nova Magna Biblioteca Mexicana?)
será solo un gesto inútil, la emulación de las consabidas
obras faraónicas que caracterizaron épocas supuestamente
dejadas atrás, a no ser que la misma sea el último y sólo
el último paso de una política efectiva y eficaz de consolidación
de la red de bibliotecas públicas existente en el país.
Jacinto Barrera Bassols, Beatriz Cano Sánchez,
Ixchel Cervantes Ruiz, Marcela Cobos Romero, Rodrigo Martínez Baracs
y José Abel Ramos Sánchez Soriano
Refuta apreciaciones de Ignacio Solares
Señora directora: Ruego a usted publicar
la siguiente carta dirigida a Ignacio Solares, coordinador de Difusión
Cultural de la UNAM, quien se refirió, en este periódico
el 6 de septiembre pasado, a la programación de la OFUNAM en estos
términos: "Todos los programas son 50 por ciento de compositores
mexicanos. Se le ha dado una apertura como pocas veces a la música
mexicana".
Por un lado, anda mal en matemáticas, pues de la
programación septiembre 2000-junio 2001, consistente en 24 programas,
sólo 14 presentaron una obra mexicana. En estos 24 programas se
tocaron 103 obras, de las cuales 14 son de diferentes autores mexicanos,
10 de Beethoven, seis de Schnittke, seis de Mozart, etcétera.
Por otro, el maestro Solares demuestra desconocimiento
de la historia de la orquesta universitaria, que realizó temporadas
en que cada programa incluía una o dos obras de autores nacionales
y se dedicaban programas completos a la música mexicana con gran
éxito y aceptación por el público (esto sí
podría considerarse una apertura como pocas a la música mexicana).
La próxima temporada no augura cambios: de 12 programas
cuatro incluyen no más de ocho obras mexicanas. (Otra vez la Sinfonía
india de Chávez, Sensemayá y La noche de los
mayas de Revueltas, el Danzón de Márquez, Rosas,
Ponce, Castro y Muench, todos buenos pero no los únicos.) ¿Dónde
está la apertura? Pero me preocupa más que el maestro Solares
no asista a los conciertos o no revise las programaciones.
Todo esto porque en los últimos tiempos se está
viviendo una profunda crisis en el campo musical. Preocupa que sobre la
Sinfónica de la Universidad de Hidalgo se cierna la amenaza de desaparición
cuando --como conjunto-- está alcanzando la madurez y presenta muchos
y diversos programas no sólo en Pachuca, sino en las principales
ciudades del país.
Alarman los datos consignados en el valiente artículo
Música en la UNAM de Lucero Enríquez y molesta que
otra importante filarmónica anuncie con gran pompa su temporada
otoño 2001 en la que no se incluye ninguna obra mexicana.
Como nunca, hay una ebullición de músicos
mexicanos egresados de las escuelas y conservatorios nacionales e internacionales,
muy bien preparados, con currículum, reconocimiento y experiencia:
compositores, solistas y directores que no encuentran en nuestro país
la posibilidad de hacerse escuchar o de realizar sus carreras y vivir dignamente
de su profesión. ¿Y por qué no? de presentar su arte
a los demás, de retribuir al país por su educación
y de exponerse a la crítica y al público.
Va mi reconocimiento a Lucero Enríquez y mi solidaridad
para Francisco Viesca y Fernando Lozano, así como a los integrantes
de la OFUNAM y la Orquesta Sinfónica Miguel Hidalgo.
Citlali Ruiz Ortiz
Llama a preservar la Catedral Metropolitana
Señora directora: Mis líneas están
dirigidas a todos mis compatriotas, particularmente a Carmen Parra por
sus palabras publicadas por La Jornada el 3 de septiembre y que
no podrían haber expresado de mejor manera la precaria situación
de mi querido México, el abandono y pérdida de sus tesoros,
su cultura, lenguaje e identidad.
La Catedral Metropolitana es la cuna de nuestra cultura
que, junto con el Centro Histórico, forma parte de uno de los tesoros
de nuestro patrimonio. Es allí donde nacimos para ser el grandioso
México que fuimos en un tiempo: un país orgulloso de su pasado,
con una identidad únicamente mexicana nacida de raíces indígenas.
Allí nació nuestro nuevo templo.
La catedral es el alma de México. Del Centro Histórico
partió la nueva cultura que hizo de México un museo histórico
viviente y, como la señorita Parra, veo con horror y tristeza todo
lo que hemos perdido. No sólo la destrucción de edificios
históricos y el abandono de otros como el kiosco de Santa María
en donde vi niños patinando dentro de él y pegando chicle
en sus paredes. O la destrucción del Casino de la Selva a manos
de un puñado de dinero.
México ha perdido su cultura que era su identidad.
Hemos perdido hasta nuestro idioma que ahora se encuentra salpicado de
palabras estadunidenses. Soy mexicana, antropóloga cultural, extremadamente
interesada en apoyar el esfuerzo de restaurar y preservar nuestro patrimonio.
El salvamento del Centro Histórico y la catedral deberá comenzar
por cerrar el paso del tráfico en el Zócalo y lo que comprende
el propio primer cuadro de la ciudad, además de prohibir vendedores
ambulantes de todas clases dentro y fuera de sus recintos.
Cuando la catedral estaba en su primera construcción,
el clero colocó una urna con un Cristo pidiendo limosnas para la
obra. La población indígena no teniendo dinero comenzó
a poner en una urna semillas de cacao que se usaban como dinero antes de
la invasión española. De allí surgió El Cristo
del Cacao. Hay que poner al Cristo del Cacao nuevamente en la puerta de
la catedral.
Celia Heil
Repudian destrucción de murales populares
Señora directora: Hace 4 años, a
la llegada a la ciudad de México de los mil 111 representantes de
las comunidades de apoyo del EZLN, integrantes de la Convención
Metropolitana de Artistas y Trabajadores de la Cultura realizamos un mural
colectivo de bienvenida en la fachada del local de las costureras en San
Antonio Abad, junto a otro desarrollado por compañeros sindicalistas.
Estas obras colectivas fueron el marco de los trabajos
para la fundación del FZLN y contaron con la histórica participación
de los indígenas del EZLN.
Frente al desalojo que sufrimos en 1998, estos murales
fueron presencia permanente de nuestro campamento de resistencia y elementos
principales del VII Encuentro Popular de Artes Visuales Un Grito en
la Calle, realizado ese año sobre la banqueta en el contexto
del cual recibimos por segunda vez a una parte de los 5 mil delegados zapatistas
que se desplazaron por el país para promover la consulta nacional
del EZLN.
Estos murales dieron también la bienvenida, en
marzo pasado, al colectivo italiano Monos blancos, al cual ofrecimos
albergue en el predio durante la visita al DF de la comandancia del EZLN.
Ahora, denunciamos la agresión que ha sufrido este
patrimonio cultural e histórico, ya que los murales fueron destruidos
sin ninguna razón entre el pasado 1º y 2 de septiembre. Independientemente
de la mayor o menor simpatía que se tenga hacia el movimiento zapatista,
toda organización dedicada a la educación y la cultura conoce
su valor histórico, por lo que tal agresión da cuenta de
la cuestionable calidad del agresor y de quienes permitieron o colaboraron
con este acto.
Como lo hiciéramos frente a la destrucción
de los Aguascalientes o del mural de Taniperla en Chiapas, llamamos
a la sociedad a pronunciarse y actuar en contra los responsables de la
destrucción de estas obras culturales, memoria histórica
del movimiento indígena y popular.
Por la Convención Metropolitana de Artistas
y Trabajadores de la Cultura, Juan Carlos García
|