Espejo en Estados Unidos
México, D.F. jueves 6 de septiembre de 2001
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Editorial
 
FOX: DEFENSA DE LOS CONNACIONALES

SOLAl iniciar ayer su visita a Estados Unidos, el presidente Vicente Fox abordó frontalmente las resistencias de ese país a legalizar la estancia de los mexicanos que residen y trabajan allí, y demandó que antes de finalizar este año ambas naciones firmen un acuerdo migratorio que otorgue a nuestros connacionales "el lugar que les corresponde en la historia de las relaciones bilaterales". 

En esta lógica, señaló, para el año 2004 --cuando termine la administración de George W. Bush-- no debería haber más mexicanos indocumentados en EU.

Es innegable que, al exponer y defender ante el vecino del norte los intereses de nuestro país de manera clara y directa, el Presidente inaugura un nuevo estilo que contrasta con los murmullos comedidos que caracterizaron la actitud de los últimos gobiernos priístas ante Washington. Esa forma de proceder no le sirvió de nada a México e incluso propició la soberbia, altanería y prepotencia de los políticos estadunidenses frente a nuestro país.

La alocución de Fox es especialmente meritoria habida cuenta de que busca dignificar la angustiosa, indignante e injusta situación que padecen millones de mexicanos que aportan su mano de obra barata a la economía estadunidense, inyectan grandes cantidades de divisas en la mexicana y, a cambio, son tratados como delincuentes. La superación de esa circunstancia insostenible debe ser puesta en el centro de las negociaciones bilaterales y lo dicho ayer por Fox en Washington apunta en ese sentido.

Es claro que pese a las palabras auspiciosas de Bush por lograr un acuerdo migratorio con México, existen grandes resistencias por parte de la clase política estadunidense: la derecha republicana se opone a ese convenio casi por principio ideológico, en tanto que los demócratas parecen condicionarlo a un levantamiento de la persecución migratoria contra todas las nacionalidades. En el fondo, unos y otros manipulan, con fines politiqueros y electorales, la dramática situación de los migrantes.

La única forma plausible de enfrentar tal impasse es adoptar una actitud enérgica e inequívoca, poner las cartas sobre la mesa y negociar con actitud firme. Si Washington quiere cooperación de México contra el narcotráfico, que deje de perseguir a los trabajadores mexicanos como si fueran criminales peligrosos. Si ambiciona colocar sus productos en nuestro mercado, que abra el suyo a las exportaciones mexicanas sin recurrir a proteccionismos furtivos.

El gesto presidencial de ayer, inequívoco y claro, es, en esta lógica, merecedor del respaldo nacional.
 

 

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