FOX: DEFENSA DE LOS CONNACIONALES
Al
iniciar ayer su visita a Estados Unidos, el presidente Vicente Fox abordó
frontalmente las resistencias de ese país a legalizar la estancia
de los mexicanos que residen y trabajan allí, y demandó que
antes de finalizar este año ambas naciones firmen un acuerdo migratorio
que otorgue a nuestros connacionales "el lugar que les corresponde en la
historia de las relaciones bilaterales".
En esta lógica, señaló, para el año
2004 --cuando termine la administración de George W. Bush-- no debería
haber más mexicanos indocumentados en EU.
Es innegable que, al exponer y defender ante el vecino
del norte los intereses de nuestro país de manera clara y directa,
el Presidente inaugura un nuevo estilo que contrasta con los murmullos
comedidos que caracterizaron la actitud de los últimos gobiernos
priístas ante Washington. Esa forma de proceder no le sirvió
de nada a México e incluso propició la soberbia, altanería
y prepotencia de los políticos estadunidenses frente a nuestro país.
La alocución de Fox es especialmente meritoria
habida cuenta de que busca dignificar la angustiosa, indignante e injusta
situación que padecen millones de mexicanos que aportan su mano
de obra barata a la economía estadunidense, inyectan grandes cantidades
de divisas en la mexicana y, a cambio, son tratados como delincuentes.
La superación de esa circunstancia insostenible debe ser puesta
en el centro de las negociaciones bilaterales y lo dicho ayer por Fox en
Washington apunta en ese sentido.
Es claro que pese a las palabras auspiciosas de Bush por
lograr un acuerdo migratorio con México, existen grandes resistencias
por parte de la clase política estadunidense: la derecha republicana
se opone a ese convenio casi por principio ideológico, en tanto
que los demócratas parecen condicionarlo a un levantamiento de la
persecución migratoria contra todas las nacionalidades. En el fondo,
unos y otros manipulan, con fines politiqueros y electorales, la dramática
situación de los migrantes.
La única forma plausible de enfrentar tal impasse
es adoptar una actitud enérgica e inequívoca, poner las cartas
sobre la mesa y negociar con actitud firme. Si Washington quiere cooperación
de México contra el narcotráfico, que deje de perseguir a
los trabajadores mexicanos como si fueran criminales peligrosos. Si ambiciona
colocar sus productos en nuestro mercado, que abra el suyo a las exportaciones
mexicanas sin recurrir a proteccionismos furtivos.
El gesto presidencial de ayer, inequívoco y claro,
es, en esta lógica, merecedor del respaldo nacional.
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