FUGA DE TALENTOS
Un
estudio del Consejo Nacional de Población (Conapo) revela que de
los poco más de 7 millones de mexicanos mayores de 15 años
que radican en Estados Unidos, 255 mil cuentan con estudios de licenciatura
o posgrado.
Bajos salarios, insuficientes oportunidades laborales,
falta de apoyo a la investigación, la búsqueda de un mejor
futuro y la imagen idílica de pertenecer al "Primer Mundo" son algunas
de las causas del éxodo de profesionales altamente calificados a
Estados Unidos.
De hecho, es común que los mexicanos nos alegremos
al ver el nombre de un connacional que ha logrado destacar en el exterior.
Sin embargo, la fuga de talentos es un fenómeno que merece la mayor
atención por parte de nuestras autoridades. Por un lado, la emigración
de ciudadanos que se beneficiaron de un sistema de educación deja
un vacío en las posibilidades de desarrollo --económico e
intelectual-- de su país natal. La inversión del Estado en
su educación se pierde en tanto que los frutos son para Estados
Unidos, país que, a su vez, no gastó en ningún momento
en la formación de estos profesionistas.
Los datos son preocupantes, ya que --según el estudio--
de los 4 millones 700 mil mexicanos de 20 años o más que
concluyeron su licenciatura o posgrado en las últimas décadas,
más de un cuarto de millón reside en Estados Unidos.
Llama la atención que la mayoría de estos
migrantes son jóvenes que contaban con un empleo en México,
pero que decidieron emigrar en busca del sueño americano y en su
gran mayoría han logrado condiciones de vida mucho más favorables
de las que podrían haber alcanzado en nuestro país.
Por otro lado, al margen de las diferentes aristas económicas
y sociales que ocasionan la fuga, es necesario cuestionar hasta qué
punto los mexicanos con estudios superiores se sienten comprometidos con
México y cuáles son las razones de fondo para que piensen
su proyecto de vida en Estados Unidos o cualquier otro país desarrollado.
De entrada, es posible afirmar que en ciertos sectores educados prevalece
una cultura mailinchista y, en muchas ocasiones, carente de compromiso
social. No obstante, es comprensible el instinto de superación profesional,
el anhelo de triunfo en un mercado más competido y el posible "respeto
social" que esto implica; todo esto, claro, aunado a la vecindad con el
país más rico del mundo.
Aunque la pregunta quede abierta, es un hecho que México
está perdiendo miles de profesionistas que necesita para desarrollarse
y crecer. Y el hecho es en verdad preocupante, porque el gobierno ni está
destinando recursos suficientes a la educación superior y mucho
menos a la investigación, ni tampoco ha logrado generar las condiciones
económicas para que los egresados de nivel superior ya no digamos
consigan un trabajo bien remunerado o abran un negocio propio, sino que
simplemente se empleen.
Resulta lamentable que en México no existan estas
oportunidades, que un buen número de nuestros talentos opten por
dejar atrás a sus familiares, su cultura, su patria, por un salario
en dólares o por una oportunidad real de desarrollo profesional,
como lo hemos visto también con las innumerables fugas de cerebros.
Como en tantos aspectos de la realidad mexicana, nuestra
endeble educación, para colmo, parece estar también al servicio
de Estados Unidos.
Mientras no se le dé a la educación el peso
que se merece, se incentive la investigación y se abran oportunidades
reales de desarrollo profesional, el vecino del norte se seguirá
llevando a los mexicanos que precisamente en estos tiempos más falta
nos hacen.
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