Discriminación en Aeroméxico
Señora directora: Le pido publicar en su
prestigiado diario esta desagradable experiencia.
El 30 de agosto pasado tenía un vuelo -505- y un
número de asiento confirmado, desde hace un mes, México-Oaxaca,
por Aeroméxico.
Al formarme para abordar el avión, inexplicablemente
la señorita Gretel Valdez --del personal de Aeroméxico-- me
ordenó groseramente salir de la fila, porque según ella no
tenía yo asiento. Una vez que pasó a todos los pasajeros
se dedicó a otras cosas, menos a atenderme. Al mostrarle el número
de asiento de mi boleto, ásperamente me insinuó que yo lo
había falsificado. Con dignidad le respondí que me estaba
ofendiendo y que en esos términos yo también podría
decir que ella me estaba robando mi lugar. A partir de ese momento hizo
todo lo posible --y lo logró-- porque yo no abordara el avión.
No valió explicación alguna --que venía desde La Paz
con un grupo, que se preocuparía por mi ausencia, que mis ocupaciones
me exigían estar esa misma noche en Oaxaca. Con desprecio y sin
respuesta alguna pasó a otros que no tenían número
de asiento al avión, menos a mí. Otras dos mujeres con aspecto
indígena, como el mío, procedentes de Tijuana, trabajadoras
de Estados Unidos, se acercaron a reclamar que era el tercer vuelo en que
les prometían que ahora sí se irían a Oaxaca y tampoco
les cumplían. La señorita Gretel susurró algunas palabras
al señor Alfredo Curiel Medina y nos dejó con él.
En ese momento fuimos testigos del trato casi servil de
este empleado para con una mujer extranjera. Todo él, cortesía
y educación. El mismo empleado nos condujo a la parte baja y ahí
ordenó que dieran hotel y atención a la extranjera, así
como a dos mexicanos con aspecto mestizo. A las oaxaqueñas ordenó
que las dejaran sin hotel ni atención, todos con vuelo para el siguiente
día. Me dijo que yo nunca entendería el procedimiento de
la empresa, que si deseaba presentara una demanda y los abogados de Aeroméxico
se harían cargo. Me ofreció $300 pesos a cambio de mi boleto,
advirtiéndome que de ese modo ya no podría presentar ninguna
querella contra la empresa. Por supuesto que no acepté ese trato
tan humillante.
Terminé regresado a Oaxaca en un autobús
de segunda, humillado, discriminado y atropellado en mis derechos.
Me quedan algunas preguntas. Esta discriminación
contra quienes tenemos aspecto de indígenas, que parece ser práctica
común de quienes trabajan y poseen Aeroméxico, ¿tendremos
que seguirla padeciendo? Bastó que yo reaccionara como igual ante
las palabras de esta empleada para sufrir su represalia. ¿También
ante estas personas amparadas en su empresa tendremos que guardar respetuoso
silencio? ¿Tan poderosa se siente la empresa que los mismos empleados
nos desafían para que presentemos una demanda contra ella? ¿Necesitaremos
sus millones para reclamar que se nos restituya nuestra dignidad y las
pérdidas económicas que su arbitrariedad nos ocasiona? ¿Cuántos
hombres y mujeres con aspecto indígena sufrirán diariamente
también en esa empresa los mismos atropellos y discriminaciones
que sufren en todo el país, sin que nadie haga nada por ellos? ¿También
en este campo se les negarán sus derechos a los indígenas?
¿Ayudará la presencia de un representante de derechos humanos
en el aeropuerto para tener una defensa? ¿A quién recurrir?
¿Qué ley aplicar?
Son preguntas que quedan para la reflexión de los
hombres y mujeres de la sociedad mexicana. No es vana su solidaridad con
los pueblos indios.
Atentamente
Dr. M. Mario Arias M.
Exige aclarar casos de desaparecidos
Señora directora: Tuve oportunidad de leer
el reportaje titulado "Viacrucis de una familia..." en torno a la lucha
de los desaparecidos políticos. Celebro, como siempre, que La
Jornada sea el periódico que denuncia los atropellos que otros
no se atreven en sus páginas. Pero me pregunto si esta lucha emprendida
por esta familia y por todas las que sufren la impotencia de tener un desaparecido
político tendrán, a lo largo de más de 20 años,
respuesta satisfactoria. ¿Hasta cuándo la población
se sumará en un todo para hacer que los responsables enfrenten el
castigo? ¿O será que tendremos que esperar que esto nos suceda
en carne propia para que enfrentemos con mayor responsabilidad el dolor
que lacera a estas familias? Y aquí me refiero a lo dicho por Tania
Ramírez, quien responsabiliza a todos los presidentes, desde 1977
hasta la fecha, de la desaparición de su padre. A sus escasos años
la vida le enseña la sabiduría natural que encierra el dicho
"tanto peca el que mata la vaca como el que le mete la pata". Exigimos
al presidente Vicente Fox y al titular de la CNDH, José Luis Soberanes,
que de una vez por todas concreticen la investigación y el encarcelamiento
de los culpables que llevaron a cabo esta atrocidad que vulnera cualquier
derecho elemental, porque no es posible que gastemos presupuestos en comisiones
de Derechos Humanos cuando aún no se ha dado respuesta al estigma
que arrastramos del pasado en esta materia. Y a ustedes, que el trabajo
que emprenden sus periodistas no se quede en papel y llegue a la conciencia
misma del individuo. Quiero decirles a todas estas familias que no están
solos, que su lucha incansable es motivo de orgullo, por su valor y gallardía,
y deseamos que el éxito corone sus esfuerzos. Los encontraremos.
Atentamente
Edith Couvert
Demandan libertad de presos políticos
Señora directora: Los padres de familia
de estudiantes universitarios y miembros de la sociedad civil mucho agradeceremos
la publicación de la presente en el Correo Ilustrado.
La crisis económica por la que atraviesa el país,
producto del neoliberalismo implantado por los gobiernos priístas
y continuado por el gobierno foxista, ha generado un creciente malestar
entre los diversos sectores de nuestra sociedad, particularmente en los
más vulnerables como los obreros, campesinos, indígenas y
trabajadores no asalariados. La reducción del gasto público,
el subejercicio en el campo y en otras áreas vitales, el creciente
desempleo y la amenaza de una miscelánea fiscal que pretende imponer
el IVA a alimentos y medicina, así como la reciente aprobación
de la reforma a la ley indígena Bartlett-Cevallos han generado
las condiciones para el desarrollo de expresiones desesperadas de nuestra
sociedad, como las de los cañeros y cafetaleros. El involucramiento
de estudiantes de la UNAM con los petardos que estallaron en las sucursales
de Banamex forma parte de un plan perverso del gobierno que pretende amedrentar
la participación en la resistencia contra el neoliberalismo, justificar
la redición de la guerra sucia contra grupos y personas críticas
del sistema y desprestigiar a la UNAM en un nuevo intento de privatizar
la educación superior.
La sospechosa rapidez con que la Procuraduría General
de la República y el Ejército descubrieron a los supuestos
guerrilleros, así como sus contradicciones en las declaraciones,
evidencian que los acusados son inocentes. Fueron detenidos mientras dormían
(no en fragancia), secuestrados, desaparecidos y torturados durante horas;
sin embargo, el juez que les dictó auto de formal prisión
los exoneró de daños en propiedad ajena y manipulación
de explosivos, con lo que queda claro que ellos no participaron en la colocación
de los petardos.
La PGR amenaza con nuevas detenciones argumentando que
son nombres que aparecen en la información supuestamente incautada.
En esa lista seguramente hay activistas de diferentes organizaciones democráticas
democráticas y estudiantes que participaron en la huelga de 1999,
muchos de los cuales fueron presos políticos.
Convocamos a la sociedad civil de todo el país
a permanecer alerta, ante esta nueva ofensiva contra la UNAM y sus estudiantes
que la defienden y luchan por una educación superior científica,
gratuita y popular.
Exigimos la libertad inmediata y respeto irrestricto a
las garantías individuales de los hermanos Héctor, Alejandro
y Antonio Cerezo Contreras, así como de Sergio Galicia Max y Pablo
Alvarado Flores.
Atentamente
Silvia Ramos, Raymundo Priego, Marcos Fuentes, Miguel
Armada, Blanca Ibarra, Jorge Díaz, Benjamín Becerra y 93
firmas más
|