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México, D.F. lunes 3 de septiembre de 2001
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Correo Ilustrado

Discriminación en Aeroméxico

Señora directora: Le pido publicar en su prestigiado diario esta desagradable experiencia.

El 30 de agosto pasado tenía un vuelo -505- y un número de asiento confirmado, desde hace un mes, México-Oaxaca, por Aeroméxico.

Al formarme para abordar el avión, inexplicablemente la señorita Gretel Valdez --del personal de Aeroméxico-- me ordenó groseramente salir de la fila, porque según ella no tenía yo asiento. Una vez que pasó a todos los pasajeros se dedicó a otras cosas, menos a atenderme. Al mostrarle el número de asiento de mi boleto, ásperamente me insinuó que yo lo había falsificado. Con dignidad le respondí que me estaba ofendiendo y que en esos términos yo también podría decir que ella me estaba robando mi lugar. A partir de ese momento hizo todo lo posible --y lo logró-- porque yo no abordara el avión. No valió explicación alguna --que venía desde La Paz con un grupo, que se preocuparía por mi ausencia, que mis ocupaciones me exigían estar esa misma noche en Oaxaca. Con desprecio y sin respuesta alguna pasó a otros que no tenían número de asiento al avión, menos a mí. Otras dos mujeres con aspecto indígena, como el mío, procedentes de Tijuana, trabajadoras de Estados Unidos, se acercaron a reclamar que era el tercer vuelo en que les prometían que ahora sí se irían a Oaxaca y tampoco les cumplían. La señorita Gretel susurró algunas palabras al señor Alfredo Curiel Medina y nos dejó con él.

En ese momento fuimos testigos del trato casi servil de este empleado para con una mujer extranjera. Todo él, cortesía y educación. El mismo empleado nos condujo a la parte baja y ahí ordenó que dieran hotel y atención a la extranjera, así como a dos mexicanos con aspecto mestizo. A las oaxaqueñas ordenó que las dejaran sin hotel ni atención, todos con vuelo para el siguiente día. Me dijo que yo nunca entendería el procedimiento de la empresa, que si deseaba presentara una demanda y los abogados de Aeroméxico se harían cargo. Me ofreció $300 pesos a cambio de mi boleto, advirtiéndome que de ese modo ya no podría presentar ninguna querella contra la empresa. Por supuesto que no acepté ese trato tan humillante.

Terminé regresado a Oaxaca en un autobús de segunda, humillado, discriminado y atropellado en mis derechos.

Me quedan algunas preguntas. Esta discriminación contra quienes tenemos aspecto de indígenas, que parece ser práctica común de quienes trabajan y poseen Aeroméxico, ¿tendremos que seguirla padeciendo? Bastó que yo reaccionara como igual ante las palabras de esta empleada para sufrir su represalia. ¿También ante estas personas amparadas en su empresa tendremos que guardar respetuoso silencio? ¿Tan poderosa se siente la empresa que los mismos empleados nos desafían para que presentemos una demanda contra ella? ¿Necesitaremos sus millones para reclamar que se nos restituya nuestra dignidad y las pérdidas económicas que su arbitrariedad nos ocasiona? ¿Cuántos hombres y mujeres con aspecto indígena sufrirán diariamente también en esa empresa los mismos atropellos y discriminaciones que sufren en todo el país, sin que nadie haga nada por ellos? ¿También en este campo se les negarán sus derechos a los indígenas? ¿Ayudará la presencia de un representante de derechos humanos en el aeropuerto para tener una defensa? ¿A quién recurrir? ¿Qué ley aplicar?

Son preguntas que quedan para la reflexión de los hombres y mujeres de la sociedad mexicana. No es vana su solidaridad con los pueblos indios.

Atentamente

Dr. M. Mario Arias M.


Exige aclarar casos de desaparecidos

Señora directora: Tuve oportunidad de leer el reportaje titulado "Viacrucis de una familia..." en torno a la lucha de los desaparecidos políticos. Celebro, como siempre, que La Jornada sea el periódico que denuncia los atropellos que otros no se atreven en sus páginas. Pero me pregunto si esta lucha emprendida por esta familia y por todas las que sufren la impotencia de tener un desaparecido político tendrán, a lo largo de más de 20 años, respuesta satisfactoria. ¿Hasta cuándo la población se sumará en un todo para hacer que los responsables enfrenten el castigo? ¿O será que tendremos que esperar que esto nos suceda en carne propia para que enfrentemos con mayor responsabilidad el dolor que lacera a estas familias? Y aquí me refiero a lo dicho por Tania Ramírez, quien responsabiliza a todos los presidentes, desde 1977 hasta la fecha, de la desaparición de su padre. A sus escasos años la vida le enseña la sabiduría natural que encierra el dicho "tanto peca el que mata la vaca como el que le mete la pata". Exigimos al presidente Vicente Fox y al titular de la CNDH, José Luis Soberanes, que de una vez por todas concreticen la investigación y el encarcelamiento de los culpables que llevaron a cabo esta atrocidad que vulnera cualquier derecho elemental, porque no es posible que gastemos presupuestos en comisiones de Derechos Humanos cuando aún no se ha dado respuesta al estigma que arrastramos del pasado en esta materia. Y a ustedes, que el trabajo que emprenden sus periodistas no se quede en papel y llegue a la conciencia misma del individuo. Quiero decirles a todas estas familias que no están solos, que su lucha incansable es motivo de orgullo, por su valor y gallardía, y deseamos que el éxito corone sus esfuerzos. Los encontraremos.

Atentamente

Edith Couvert


Demandan libertad de presos políticos

Señora directora: Los padres de familia de estudiantes universitarios y miembros de la sociedad civil mucho agradeceremos la publicación de la presente en el Correo Ilustrado.

La crisis económica por la que atraviesa el país, producto del neoliberalismo implantado por los gobiernos priístas y continuado por el gobierno foxista, ha generado un creciente malestar entre los diversos sectores de nuestra sociedad, particularmente en los más vulnerables como los obreros, campesinos, indígenas y trabajadores no asalariados. La reducción del gasto público, el subejercicio en el campo y en otras áreas vitales, el creciente desempleo y la amenaza de una miscelánea fiscal que pretende imponer el IVA a alimentos y medicina, así como la reciente aprobación de la reforma a la ley indígena Bartlett-Cevallos han generado las condiciones para el desarrollo de expresiones desesperadas de nuestra sociedad, como las de los cañeros y cafetaleros. El involucramiento de estudiantes de la UNAM con los petardos que estallaron en las sucursales de Banamex forma parte de un plan perverso del gobierno que pretende amedrentar la participación en la resistencia contra el neoliberalismo, justificar la redición de la guerra sucia contra grupos y personas críticas del sistema y desprestigiar a la UNAM en un nuevo intento de privatizar la educación superior.

La sospechosa rapidez con que la Procuraduría General de la República y el Ejército descubrieron a los supuestos guerrilleros, así como sus contradicciones en las declaraciones, evidencian que los acusados son inocentes. Fueron detenidos mientras dormían (no en fragancia), secuestrados, desaparecidos y torturados durante horas; sin embargo, el juez que les dictó auto de formal prisión los exoneró de daños en propiedad ajena y manipulación de explosivos, con lo que queda claro que ellos no participaron en la colocación de los petardos. 

La PGR amenaza con nuevas detenciones argumentando que son nombres que aparecen en la información supuestamente incautada. En esa lista seguramente hay activistas de diferentes organizaciones democráticas democráticas y estudiantes que participaron en la huelga de 1999, muchos de los cuales fueron presos políticos.

Convocamos a la sociedad civil de todo el país a permanecer alerta, ante esta nueva ofensiva contra la UNAM y sus estudiantes que la defienden y luchan por una educación superior científica, gratuita y popular.

Exigimos la libertad inmediata y respeto irrestricto a las garantías individuales de los hermanos Héctor, Alejandro y Antonio Cerezo Contreras, así como de Sergio Galicia Max y Pablo Alvarado Flores.

Atentamente 

Silvia Ramos, Raymundo Priego, Marcos Fuentes, Miguel Armada, Blanca Ibarra, Jorge Díaz, Benjamín Becerra y 93 firmas más
 
 

 

La Jornada, Coordinación de Sistemas Francisco Petrarca 118, Col. Chapultepec Morales, delegación Miguel Hidalgo México D.F. C.P. 11570 Teléfono (525) 262-43-00, FAX (525) 262-43-56 y 262-43-54