FEDERACION Y GDF: COOPERACION PLAUSIBLE
El
acuerdo en materia de seguridad anunciado ayer por el presidente Vicente
Fox y el jefe del Gobierno capitalino, Andrés Manuel López
Obrador, puede ser sin duda un paso importante en el combate a la delincuencia
que azota la ciudad de México, en la medida en que esa tarea requiere,
ante el accionar de una criminalidad que no reconoce demarcaciones políticas
--ni fronteras internacionales--, de la coordinación de esfuerzos
federales y locales.
El encuentro de ambos gobernantes en el antiguo palacio
del Ayuntamiento, sede del GDF, tiene adicionalmente, más allá
de las políticas de seguridad pública, una inocultable significación
republicana esperanzadora para la sociedad, y constituye en esa medida
un dato plausible en medio de la incertidumbre de la vida política
posterior al priato.
Ha de considerarse que un elemento no menor de tal incertidumbre
ha sido la convivencia institucional entre mandatos de signo político
diferente, como ocurre entre la capital de la República y el Ejecutivo
federal, entre éste y la mayor parte de las gubernaturas, entre
una Presidencia de origen panista y un Legislativo en el que Acción
Nacional carece de la mayoría, entre un gobierno capitalino perredista
y una Asamblea Legislativa fraccionada, por no mencionar las patentes disonancias
entre el presidente Fox y su propio partido.
En ese contexto, las constantes y variadas confrontaciones
entre el GDF y la Presidencia de la República han sido un factor
de acentuada zozobra ciudadana, particularmente por lo que hace a los habitantes
de la ciudad de México, quienes el 2 de julio del año pasado
emitieron un voto mayoritario claramente diferenciado: para López
Obrador en lo local y para Fox en lo nacional.
Uno de los episodios más desconcertantes de los
desacuerdos fue la pugna por el horario de verano, que actualmente se dirime
en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, bajo la forma de sendas
controversias constitucionales interpuestas por el jefe del Ejecutivo y
por el gobernante urbano.
Las recientes convergencias de ambos funcionarios en el
empeño de rescatar el Centro Histórico, hace unos días,
y ayer en la formulación de acciones comunes contra la delincuencia,
son signos alentadores que fortalecen la viabilidad de la institucionalidad
plural y democrática que la nación debe construir en remplazo
de la extinta unanimidad priísta que imperaba hasta hace pocos años
--diciembre de 1997, por lo que hace a la relación entre la Federación
y su ciudad capital-- y por la cual la sociedad ha pugnado desde hace mucho
tiempo.
Finalmente, los recientes acuerdos entre Fox y López
Obrador permiten ver sus desavenencias pasadas y presentes --incluso la
que se dirime en el máximo tribunal del país-- como parte
de la normalidad democrática y de la regular coexistencia institucional
entre fuerzas políticas de signo contrastado.
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