CORRUPCION, CREDIBILIDAD, TRANSICION
En
entrevista con este diario, el secretario de la Contraloría de la
Federación, Francisco Barrio Terrazas, formuló una interesante
evaluación de lo realizado en los primeros nueve meses del gobierno
de Vicente Fox en materia de combate a la corrupción e investigación
de irregularidades cometidas en el sector público durante la administración
anterior.
A la extendida percepción social de que el actual
grupo gobernante no ha ido lo suficientemente lejos ni lo suficientemente
a fondo en la revisión de las cuentas del zedillismo, el funcionario
antepone argumentos atendibles, como la necesidad de mantener las pesquisas
dentro de los cauces legales, sin recurrir a la fabricación de culpables,
así como la posibilidad de que entre el 6 de julio de 2000 y el
1º de diciembre de ese mismo año, es decir, en el lapso transcurrido
entre la victoria electoral de Fox y la salida al poder de los priístas,
éstos tuvieron tiempo de sobra para borrar las huellas de la corrupción.
Posiblemente las sospechas generalizadas de arreglos cupulares
inconfesables entre el gobierno foxista y sus antecesores sea producto
de un justificado resentimiento social ante la escandalosa y agraviante
corrupción que imperó en importantes sectores de la administración
pública en los últimos sexenios priístas, así
como de las expectativas desmesuradas que generaron las promesas y los
excesos verbales típicos del foxismo en campaña.
Si es así, la defensa de Barrio es sólida
y bien argumentada, particularmente en lo que se refiere a la difícil
construcción, a futuro, de una cultura y de unos mecanismos que
impidan la apropiación indebida de recursos por parte de funcionarios
públicos.
De cualquier forma, los magros resultados que hasta ahora
arrojan las investigaciones de la Contraloría, así como el
desgano ?reconocido por el propio Barrio? con que ha venido actuando la
Procuraduría General de la República en esta materia tienen
un costo político importante para el gobierno actual, porque reducen
su credibilidad en tanto que régimen de deslinde y transición.
Hay, con todo, una vertiente de sospecha para la cual
las autoridades panistas carecen de justificación o explicación:
la falta de acciones administrativas y penales ante el monumental robo
al erario que representó el rescate bancario emprendido en el sexenio
anterior. En este punto, además, existe el precedente de que los
legisladores del partido ahora en el gobierno contribuyeron a legalizar
el saqueo --la creación del Instituto para la Protección
del Ahorro Bancario fue idea de ellos-- y ello contribuye a fortalecer
la sospecha de que la impunidad resultante es consecuencia de una negociación
furtiva e inconfesable entre tricolores y blanquiazules.
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