CUMBRE DEL G-RIO: MUCHO HUMO, POCA CARNE
La
enésima reunión del Grupo de Río no causó precisamente
excitación a nadie, al extremo de que la prensa internacional prácticamente
la pasó por alto o la trató como noticia secundaria, y la
propia prensa latinoamericana no encontró mucho para elaborar noticias.
Lo más interesante fue la declaración formulada
por el presidente chileno, según la cual la globalización
no es una fuerza de la naturaleza que simplemente se deba sufrir o admirar
y, por lo tanto, es posible oponerse a ella o modificarla, pues deriva
de una voluntad política.
Igualmente interesante fue el angustioso aunque tímido
llamado al G-8 para "aliviar" la deuda externa, que es injusta, inmoral
e impagable porque América Latina exporta por servicio de la misma
más capitales que los que ingresan a la región y ha pagado
esa deuda varias veces.
También, todos los países presentes (en
particular Chile, Brasil y México, del grupo de los "emergentes")
expresaron su solidaridad con el gobierno de Argentina, que sostiene exactamente
lo contrario de lo que dijo el presidente Lagos y, con el resultado que
conocemos, ha aplicado al pie de la letra las recetas librecambistas que
todos los mandatarios reiteraron compartir y recomendaron para el futuro.
Esta solidaridad, sin embargo, es sobre todo verbal, ya
que nadie está en condiciones de dar un gran respaldo efectivo a
una economía al borde del derrumbe y que requiere, por consiguiente,
de por lo menos 10 mil millones de dólares para frenar la hemorragia
de sus reservas.
Además, está dictada por el miedo, ya que
si Argentina llega a la moratoria y no paga su deuda externa de casi 130
mil millones de dólares y devalúa su moneda, el efecto sería
terrible para Brasil, su socio en el Mercosur, pero también para
Chile y hasta para nuestro país y, en general, para todos los "emergentes",
ya que el capital, como tímida gacela, huye con sólo oler
el humo de los incendios más o menos cercanos.
Para colmo, el gobierno de Fernando de la Rúa fue
a Chile en condición de enfermo con pronóstico reservado,
pues el propio partido del primer mandatario argentino, por boca del ex
presidente Raúl Alfonsín, exige la defenestración
del superministro Domingo Cavallo y la constitución de un gobierno
de unidad nacional que, inevitablemente, debería adoptar medidas
políticas y económicas menos impopulares que las actuales,
pero que contarían con la oposición del capital financiero
internacional y de los importadores.
De modo que el pronóstico del tiempo económico
anuncia tormentas, con rayos y centellas y fuertes aguaceros para toda
la región.
En el plano político, la conferencia tuvo que enfrentar
la oposición dura de los pueblos indios a todos los gobiernos de
la región, y si bien aprobó una declaración sobre
los derechos de aquéllos, la realidad de la vida política
en cada uno de los países parece reducirla a mera retórica,
ya que en todos hay un serio retroceso en el respeto de los derechos democráticos
de los indígenas y en el nivel de vida de los campesinos y de la
mayoría de la población, en general.
Eso, por otra parte, redujo aún más la posibilidad
de aprobar la llamada Declaración sobre la Democracia, que tuvo
que ser postergada hasta la próxima reunión de la Organización
de Estados Americanos (OEA) porque Venezuela hablaba de "democracia participativa"
y los demás de "democracia representativa", precisamente en momentos
en que la gran mayoría de los gobiernos deben enfrentar la crisis
de legitimidad de los partidos, una enorme abstención y grandes
movimientos sociales extraparlamentarios y cada vez más radicales,
como en Argentina, Brasil, Bolivia, Ecuador.
Si hubiera que resumir los resultados de la Cumbre, se
podría decir que fue ocasión para un asado a la parrilla
pero con mucho humo y poca carne al fuego, a pesar de la tradicional hospitalidad
chilena, presente hasta en la hora del café.
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