UN LAZO ENMARAÑADO
Entre
los países llamados emergentes y aquellos de los cuales proviene
el flujo de inversiones extranjeras existen lazos que obligan --aunque
en diferente medida-- a unos y otros, del mismo modo que un banco con cartera
vencida debe preocuparse, y mucho, por la situación de su endeudado
cliente.
Así, la interrelación económica resultante
de la mundialización da a los más débiles una fuerza
inesperada, la de la preocupación interesada de los más fuertes
por la continuidad del juego en el que ambos participan. Esto es particularmente
cierto en momentos como el actual de recesión mundial, que inquieta,
por ejemplo, al Reino Unido al extremo de llevarlo a rebajar su tasa de
interés, ante el temor declarado a una mayor caída de las
ganancias e incluso de las exportaciones.
Las oportunidades de inversión más o menos
segura no son muchas y, si quieren reanimar sus decaídas industrias
exportadoras, países como España o Inglaterra deben encontrar
dónde vender y dónde hacer pie, incluso a costa de otros
competidores europeos o no, y para eso, naturalmente, deben hacer lo posible
por afirmar la estabilidad de los países emergentes.
El caso argentino es emblemático, pues la crisis
de Aerolíneas Argentinas se extendió a los bancos y empresas
españolas y ha reducido a la mitad el crecimiento de España,
lo cual hace, lógicamente, que el presidente del Consejo de Ministros
hispano, Pérez Aznar, y el primer ministro británico Anthony
Blair salgan al rescate del goierno del presidente Fernando de la Rúa
y respalden política y económicamente el plan económico
del superministro Domingo Cavallo, concordado con el FMI y apoyado por
el presidente George W. Bush.
Los países del G7, por interés propio y
por eso de la teoría del dominó, no pueden dejar que ninguna
ficha importante (Argentina, por ejemplo, debe 130 mil millones de dólares)
arrastre a las demás a una grave crisis o incluso a la moratoria
de pagos, cuando Estados Unidos, según el mismo Alan Greenspan,
responsable del Federal Reserve Bank, demorará bastante en salir
de su estancamiento actual y lo último que desea es una crisis regional
generalizada, que difícilmente podría enfrentar.
Es interesante, por consiguiente, la visión del
primer ministro británico visitante, quien, después de ver
las más ricas reservas de Pemex y de hablar en privado con el presidente
Vicente Fox, consideró "clave" el papel de éste en el concierto
de los países latinoamericanos ya que, en efecto, entre los países
emergentes (Rusia, Turquía, Brasil, Argentina) y, en particular,
entre los más importantes de la región latinoamericana, México
es en estos momentos el que aparece más sólido y estable.
Igualmente sugestiva es la posibilidad, mencionada por
el presidente Fox, de que pudieran llegar al país 20 mil millones
de dólares de nuevos inversionistas, dada la necesidad de inversiones
frescas que puedan compensar la caída de las exportaciones y de
los envíos en divisas de nuestros connacionales emigrados sin que
hayan disminuido en igual medida las importaciones.
Si dichas inversiones no afectasen la soberanía
nacional en el estratégico campo energético, podrían
resultar importantes para capear la crisis y no reducir ulteriormente el
nivel de empleo.
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