TABASCO: LA MANO DE MADRAZO
De acuerdo con numerosos y documentados indicios, la oligarquía
priísta que controla los órganos del poder público
en Tabasco, encabezada por el ex gobernador Roberto Madrazo Pintado, prepara
un nuevo operativo fraudulento para distorsionar la voluntad popular en
las elecciones extraordinarias que habrán de celebrarse en esa entidad
el próximo domingo 5 de agosto: las referencias sobre compra y coacción
del voto, operaciones tamal y manipulaciones informáticas evocan
los tiempos más nefastos de la antidemocracia priísta, de
los que Madrazo Pintado es representante y sobreviviente.
Es probable que haya sido precisamente de las filas del
madracismo, dispuestas a imponer en la gubernatura estatal, al costo que
sea, a Manuel Andrade Díaz, donde se fraguó la especie de
que el ex gobernador negoció con el presidente Vicente Fox un triunfo
priísta en la entidad, a cambio del respaldo de los legisladores
federales tabasqueños a la empantanada iniciativa gubernamental
de reforma fiscal.
Si fue así, la maniobra tendría como propósito
desalentar el voto en favor del candidato opositor a la gubernatura, Raúl
Ojeda Zubieta --quien, de acuerdo con las más recientes encuestas,
se encuentra en empate técnico con el aspirante oficial en las preferencias
electorales--, y sería coherente con los torcidos estilos del viejo
priísmo de desinformación y manipulación: los estilos,
precisamente, de Madrazo Pintado y su camarilla.
La versión del pacto entre el tabasqueño
y el jefe del Ejecutivo resulta, en cambio, disonante respecto del origen
democrático del mandato de Vicente Fox: el actual Presidente llegó
al cargo, cabe recordar, porque logró convocar al electorado para
que derrotara, con su participación, las hasta entonces inveteradas
maquinaciones comiciales priístas.
Por dudosa e improbable que resulte, la especie amerita
un desmentido inequívoco por parte del presidente Fox, quien debiera
informar a la sociedad del contenido de sus encuentros con el cabecilla
del PRI en Tabasco. En el marco de la incipiente legalidad democrática
abierto por su victoria del 2 de julio del año pasado y por el ejercicio
de la primera Presidencia no priísta desde el primero de diciembre,
no debe quedar el menor margen para la duda.
El pasado de escamoteos sistemáticos de la voluntad
popular está demasiado reciente y los hábitos mentales de
ver en el Presidente de la República al gran elector --capaz incluso
de contradecir y revertir las decisiones ciudadanas-- deben ser erradicados,
sobre todo en entornos locales como el tabasqueño, en el que subsiste
el cacicazgo y, con él, muchos de los mecanismos ilícitos
de distorsión del voto.
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