¿Túu guníi náa xhíixha guyáa née bixhíidxa, ruzáani xhíindxi náaca xhíxha guibáa nayéeche? ¡Ah, béele stíina, bieete! Baríi lúa guíixhi gáacu xhíixha béele guilúuxhe, gáaca béela xpiáani lúu. Gáapa líi zelúuxhe, cayáaca díiti cuée guíixhi líili, béele guíi biáaba gudíi ríini stíi páa cáa xtúuxhu icáa xnadxiée stíine. ¡Ah, quíi ziúu dxíi icáa láa luguiáa! Nadóo láadxi, rihuínni, ráa ríi ndáani guíidxi layúu díi cabéeza líi. Tíi báadu nguíiu nadxíi líi. |
¿Quién dijo que ese cuerpo tallado a besos, brilla resplandeciente en astro feliz? ¡Ah, estrella mía, desciende! Aquí en la hierba sea cuerpo al fin, sea carne tu luz. Te tenga al cabo, latiendo entre los juncos, estrella derribada que dé su sangre o brillos para mi amor. ¡Ah, nunca inscrita arriba! Humilde, tangible, aquí en la tierra te espera. Un hombre que te ama. |
Vicente Aleixandre
Traducción al zapoteco: Macario Matus
En su camino a lenguas escritas,
las habladas en nuestro país se internan por primera vez en la literatura,
sin la muletilla de lecturas bíblicas a que se circunscribía
la traducción para ellas. Hoy los idiomas indios no viven en el
cascarón de Institutos inminentes o Academias que remeden las de
la lengua española, queriendo poner la carreta delante de la yunta.
Viven en los maestros bilingües comprometidos con su cultura, en la
gente aprendiendo a leer palabras que sólo escuchadas conocía.
En los escritores fundacionales del tzeltal, el mazateco, el ñahñú,
el maya, el tzotzil, y los continuadores de la tradición literaria
zapoteca y nahua. En las comunidades rurales, urbanas y transmigradas.
Con intención divulgativa,
educativa, pero sobre todo por amor a la palabra, los autores y los traductores
de los pueblos que componen el paisaje pluriétnico de México
exploran la literatura universal participando por primera vez en ella.
Macario
Matus ha hecho sonar, durante años, cualquier cantidad de poesía
en el ámbito juchiteco, y así Baudelaire, Rilke, López
Velarde, Vicente Aleixandre existen también en lengua binni záa.
Enrique
Pérez López, originario de los Altos de Chiapas, autor
de relatos juveniles como "Bájate carne" y "El niño que se
transformó en sol", logró trasladar los complejos poemas
de su coterráneo Juan Bañuelos
al tzotzil. Gracias a ellos, Ojarasca ofrece ahora a sus lectores
dos pruebas de que los vasos comunicantes están abiertos.