MONTESINOS: CAPTURA RELEVANTE
La
detención del ex asesor presidencial peruano Vladimiro Montesinos,
ocurrida antenoche en Caracas, y anunciada ayer por el presidente venezolano,
Hugo Chávez, constituye un hito importante en el necesario ajuste
de cuentas que Perú debe efectuar con su pasado político
inmediato y con el régimen corrupto, delictivo y autoritario que
encabezó Alberto Fujimori a lo largo de toda la década pasada.
Aunque desde la fuga del ex presidente a Tokio, en noviembre
de 2000, la sociedad peruana ha asistido con asombro a diversas y escandalosas
revelaciones que confirman el carácter mafioso y criminal del fujimorato,
es todavía mucho lo que queda por esclarecer, y en este sentido
resulta de crucial importancia que Montesinos rinda testimonio judicial.
Habida cuenta del extremado pragmatismo y de la total ausencia de escrúpulos
del detenido, es por demás probable que éste no tenga empacho
en incriminar a sus compañeros de fechorías, empezando por
el propio Fujimori. Ello colocará a las autoridades de procuración
e impartición de justicia en posibilidad de enfrentar la extendida
telaraña de complicidades en las numerosas actividades delictivas
perpetradas por y desde la cúpula del poder político peruano:
desde actos mayores y menores de corrupción y desvío de fondos
hasta tráfico de armas, connivencias con el narcotráfico
internacional y torturas y asesinatos de un número indeterminado
de individuos.
El siguiente paso en esta tarea de esclarecimiento es,
necesariamente, la petición de extradición del propio Fujimori,
a quien el gobierno japonés parece empeñado en proteger y
encubrir pese a los sólidos indicios de su participación
en delitos imprescriptibles de lesa humanidad. Ese episodio permitirá
a la opinión pública internacional determinar sin ambigüedad
posible si las autoridades de Tokio están realmente comprometidas
con la promoción de la democracia, de los derechos humanos y de
la legalidad internacional, o si son capaces de escamotear a la acción
de la justicia a un presunto criminal por el simple hecho de que éste
posea la nacionalidad japonesa.
Finalmente, el caso de Montesinos constituye un recordatorio
sobre los riesgos siempre presentes de que en las instituciones gubernamentales
latinoamericanas florezcan los asesores, consejeros o favoritos presidenciales,
esa especie de rasputines locales a la que pertenecen el argentino López
Rega, el hispano-franco-mexicano Córdoba Montoya, el propio Montesinos
y tantos otros, y cuya presencia en las sombras y fuera de toda posible
fiscalización se traduce, invariablemente, en una distorsión
del mandato y de las funciones presidenciales.
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