TRANSPORTE AEREO: MOMENTO DE DECISIONES
Ayer, los gobernadores de Hidalgo, Manuel Angel Núñez
Soto, y del estado de México, Arturo Montiel, fueron llamados a
comparecer ante la Comisión de Comunicaciones de la Cámara
de Diputados para que expongan sus correspondientes razones y proyectos
de cara a la construcción del aeropuerto alterno de la ciudad de
México. También, el secretario de Comunicaciones y Transportes,
Pedro Cerisola, deberá acudir en fecha próxima ante esa comisión
a fin de presentar los estudios de impacto ambiental y mecánica
de suelos.
La decisión, que parece inminente, sobre la ubicación
del nuevo aeropuerto entre Tizayuca, Hidalgo, y Texcoco, estado de México,
ha generado una intensa competencia entre las autoridades, las clases políticas
y los grupos empresariales de esas dos entidades. Hidalguenses y mexiquenses
han visto con claridad el enorme impulso económico que la proyectada
terminal aérea imprimirá a la región en la que sea
construida, y ambos desean ser beneficiarios de la determinación.
Ambos mandatarios estatales han lanzado sendas campañas
publicitarias y de cabildeo para persuadir al Ejecutivo federal de las
bondades de construir la terminal aérea en sus respectivas entidades.
De esa manera, tanto Núnez Soto como Montiel realizan su tarea,
y de ello, lo único cuestionable sería el alto costo de tales
campañas.
El Ejecutivo federal, por su parte, tiene la responsabilidad
de tomar la decisión sin dejarse influir por las presiones procedentes
de Pachuca y de Toluca, y atendiendo únicamente los requerimientos
estratégicos del país y su desarrollo a largo plazo, las
consecuencias ambientales y las consideraciones sobre el impacto urbano
de ambos proyectos.
En las décadas por venir, el presente gobierno
será recordado, en buena medida, por la buena o mala decisión
que tome al respecto, porque la localización del nuevo aeropuerto
será crucial para el futuro de la industria, los servicios, el comercio,
el turismo, la ecología y la calidad de vida del centro de la República.
En materia de transporte aéreo, el actual gobierno
tiene en sus manos, además, otra determinación de importantes
consecuencias: la venta de las líneas aéreas nacionales,
Aeroméxico y Mexicana, ambas controladas por el consorcio Cintra.
En este delicado terreno sería conveniente que el presidente Vicente
Fox viera el futuro de la aeronáutica civil mexicana en el espejo
de la trágica situación que enfrenta Argentina, país
que está a punto de perder su línea aérea nacional
tras una privatización desastrosa y posiblemente corrupta.
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