MIGRACION: TRUEQUE CUESTIONABLE
Una
de las demandas sociales más consistentes en materia de política
exterior ha sido que las autoridades federales de México asuman
la defensa activa de los connacionales que se internan en el territorio
estadunidense en busca de trabajo y que, tanto en el tránsito como
en la estadía, se ven expuestos a todo tipo de peligros, agresiones
y abusos. No puede negarse que, en esta materia, el actual gobierno ha
logrado más, en menos de siete meses, que los tres gobiernos anteriores
en 12 años. Pero ayer, en una entrevista concedida a The Washington
Post, el secretario de Gobernación, Santiago Creel, reveló
el compromiso adquirido ante Washington por la presente administración
en el sentido de reducir el flujo de inmigrantes que llegan a la frontera
común y, en ese afán, la decisión de "reducir la porosidad"
de las líneas divisorias entre nuestro país y sus vecinos
del sur --Guatemala y Belice-- mediante el incremento allí de la
presencia militar y de policías migratorios.
La frase de Creel tal y como fue citada por el rotativo
estadunidense: Mexico's commitment to Washington to reduce the flow of
U.S. bound illegal immigrants, es decir, "el compromiso de México
con Washington de reducir el flujo de inmigrantes ilegales a la frontera
estadunidense", podría implicar, por lo que se refiere a los trabajadores
mexicanos, una violación a la garantía de libre tránsito,
toda vez que el Ejecutivo federal no tiene atribuciones para presionar
a sus ciudadanos a abstenerse de viajar al país vecino; en lo concerniente
a los migrantes procedentes del sur del Suchiate, tal commitment socava
la fuerza moral que México tendría que empeñar en
la defensa de sus connacionales que viajan a la nación del norte,
toda vez que nuestro país parece decidido a emular, en su frontera
sur, la persecución y la represión de que son víctimas
los mexicanos en territorio estadunidense.
Es grave, en otro sentido, la forma en que, a decir del
responsable de la política interior, se pone en un mismo saco, como
si se tratara de actividades igualmente punibles, la migración indocumentada,
el tráfico de drogas y el trasiego de armas. Esta homologación
resulta improcedente, porque es claro que un individuo --mexicano, hondureño
o chino-- que emigra a otro país en busca de trabajo, así
sea de manera irregular, no comete un delito tan grave como el narcotráfico
o el contrabando de armas; es peligrosa, además, porque sugiere
que sobre los migrantes centro y sudamericanos se abatirá una represión
policiaco-militar equiparable a la que se ejerce --justificadamente-- contra
los mercaderes de narcóticos.
Si las declaraciones del funcionario referido fueron reproducidas
de manera fidedigna, ello reflejaría un muy lamentable error oficial.
La política migratoria nacional no debe usarse como carta de negociación.
El rechazo a los abusos y las injusticias estadunidenses contra los connacionales
es asunto de principios, no de trueques.
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