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México, D.F. domingo 17 de junio de 2001
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Editorial
 
EL FIN DE LA ERA MEZA

SOLEn el marco de las eliminatorias mundialistas, la selección nacional de futbol sufrió ayer una vergonzosa derrota en el estadio Azteca contra su similar de Costa Rica, resultado que incluso pone en riesgo su clasificación a la Copa del Mundo de Corea-Japón en el 2002. Con este fracaso, los resultados del representativo nacional con Enrique Meza como director técnico suman un penoso total de diez derrotas, tres empates y cinco triunfos, con 23 anotaciones a favor y 29 en contra. A esto debemos añadir, desde luego, los estrepitosos descalabros de las selecciones sub 21 y sub 17.

A pesar de que el técnico ha demostrado a lo largo de estos 18 partidos no tener la mínima capacidad para armar y dirigir un equipo de selección nacional, llama la atención su afán por mantenerse como entrenador, y el apoyo que dice tener de los directivos y jugadores.

Si bien Meza cuenta con una trayectoria ascendente a escala de clubes, sobre todo en su periodo al frente de Toluca, su desempeño como técnico nacional ha sido desastroso. Hemos visto a un equipo desorganizado, apático, desmotivado, sin la menor constancia y carente de táctica. Ante esto, Enrique Meza, si es una persona inteligente y ética, debe reconocer que ha llegado el momento de presentar su renuncia. De no hacerlo, la crisis por la que atraviesa el equipo puede convertirse en una verdadera debacle.

Si por menos fueron retirados técnicos como César Luis Menotti, Bora Milutinovic o el mismo Manuel Lapuente, entonces ¿por qué mantener a Meza cuando las estadísticas demuestran que su desempeño es el peor que se tiene registrado?

Todavía se está a tiempo para evitar que los partidos que restan en esta fase eliminatoria de cara al Mundial se conviertan, en el imaginario colectivo, en un auténtico naufragio futbolístico.

Es lamentable que siendo el mexicano el cuarto futbol mejor pagado del mundo, nuestra selección esté plagada de jugadores --salvo una que otra excepción-- tan mediocres, blandos y temerosos, que aparentan estar más concentrados en el valor de sus contratos, en lugar de brindar un espectáculo digno de la afición que, a pesar de todo, siempre los ha respaldado. Ayer, los futbolistas nacionales, como bien los describe Marlene Santos en esta edición, "fueron once almas en pena que deambulaban por la cancha, un equipo enjuto, anémico y fantasmal".

¿Qué jugador de esta selección se debe en verdad a los aficionados y comprende el peso de la casaca que porta? Tal vez el contexto mercantilista que les rodea --se les trata como productos-- los ha llevado a olvidarse de los millones de mexicanos que siguen sin falta los partidos.

El problema tiene, en realidad, múltiples aristas que involucran a la Federación Mexicana de Futbol (FMF) y a los dueños y directivos de los clubes, quienes están haciendo del deporte en el país un entramado de intereses económicos a costa de los jugadores y la afición. Es por esto que, en paralelo al inminente cambio de técnico, se deben dejar, de una vez por todas, a un lado los intereses extrafutbolísticos que tanto han entorpecido el desarrollo de las selecciones de futbol en México.
 

 

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