El sida, problema de salud pública, no de política,
afirma
Señora directora: Pido se inserte la siguiente
carta dirigida a Carlos Monsiváis:
No es mi propósito defender o denigrar aquí
a un régimen, sea el cubano, el francés o el mexicano. Por
haber vivido muy de cerca, en Cuba y en Francia, la problemática
del sida me sorprende que utilices el tema para externar tu repudio al
régimen castrista. Es cierto, los cubanos no sólo, al principio,
internaron a los portadores de VIH (había muy pocos enfermos), sino
que también, en muchos casos, aislaron a sus familiares en el sanatorio
de Santiago de las Vegas, en las afueras de La Habana, no muy lejos del
lazareto que, en su tiempo, abrigaba a los leprosos. En el mismo periodo,
en otros países, ni se preocuparon por ellos y los dejaron morir
en condiciones espantosas.
En 1993 murió V., familiar de mi hija. "Marielito",
regresó a Cuba en 1986 infectado por el VIH. V. fue internado;
su familia nunca. En el sanatorio (no eran, en aquella época, 15),
durante "el periodo especial", pudo comer bien, recibir su tratamiento,
tener visitas, estudiar. Pero, después, sí pudo salir y quedarse
con su familia una parte de la semana. Murió transparente pero tuvo
derecho a una muerte digna.
Por haber recorrido México, El Caribe y América
Latina sé que en muchas partes no es así. Sinceramente, en
este caso, no creo que el problema sea Fidel Castro ?que, no dudo, espera
que Cuba será la primera en descubrir la vacuna del sida y alcance
así el Nobel. El problema ha sido que en los primeros años
en el mundo entero, se minimizó la importancia de la enfermedad.
A mí me dieron un tratamiento de plasma en el Instituto
Pasteur en 1983, diciéndome que era lo más seguro que había
en el mundo. En 1989, sin explicación alguna, me mandaron hacer
la prueba de sida por lo que se llamó "el caso de la sangre contaminada",
en el que se vieron involucrados ministros de Francois Mitterrand y diversos
médicos y funcionarios.
Errores y horrores se han hecho en todas partes. Todavía
sigue la discriminación de los "sidáicos", el miedo, incluso
en países tan "civilizados" como creen que es Francia. Pero, personalmente,
sigo interrogándome: ¿será realmente una violación
a los derechos humanos el despitaje del sida, como lo hubo y lo hay de
la sífilis, la tuberculosis y la hepatitis? No será más
bien que lo que hay que exigir es la confidencialidad de los datos y rechazar
toda discriminación en el trabajo y la vida cotidiana. Entonces,
la obligación de vacunar ¿también es violación
al derecho de los individuos (hay quienes lo sostienen)?
No confundamos los reclamos políticos a Cuba con
un asunto de salud pública a la que todavía no se le ha dado
la suficiente importancia en países ?incluyendo éste? donde
tabúes de toda índole y el machismo sigue imperando en las
relaciones de pareja e impiden campañas serías de educación.
Atentamente:
Francois Escarpit
Mi oposición, a la "contención carcelaria"
del sida: Monsiváis
Señora directora: Agradezco la carta de
Francois Escarpit. Los debates sobre bioética son muy importantes
ahora cuando, por ejemplo, la PGR se da tiempo para cambiar de giro y se
opone a la despenalización del aborto como si fuera una ONG de Guanajuato.
Sin embargo, en la respuesta de Escarpit no hallo elementos
que contradigan mis señalamientos. Más bien, nos avisa de
un hecho inaudito: "también en muchos casos aislaron a sus familiares
(de los enfermos) en el sanatorio de Santiago de las Vegas, en las afueras
de La Habana, no muy lejos del lazareto que, en su tiempo, abrigaba a los
leprosos".
De que la cuarentena iba en serio no tengo duda, aunque
no me explico cómo no aislaron también a los amigos. También
sé que la cuarentena no comía lumbre, ya que en el aeropuerto
de Rancho Boyeros ni se instaló jamás un sidatorio ni se
insinúa "el pesquizaje" sídico de los turistas.
No utilizo el tema del sida para externar mi repudio al
régimen castrista. Sólo anoté cómo, en el caso
extremo de la pandemia, el régimen castrista externa su repudio
a las libertades. De 1986 a 1993 se probó con dureza el método
de la internación obligatoria de seropositivos y enfermos; no resultó
suficiente y en 1993 se cambió por una internación de tres
a seis meses o, en algunos casos, definitiva. (La autocrítica estatal
tiene sus límites).
A eso me opongo, a la violación de los derechos
humanos que implica la contención carcelaria de la enfermedad, no,
obviamente, a los grandes avances de la medicina cubana ni a la posibilidad
de que al doctor Fidel Castro se le otorgue el Premio Nobel. De acuerdo
con Escarpit, "errores y horrores se han hecho en muchas partes", y ?lo
dije y lo repito?, en México el miedo a suscitar la reprimenda clerical
ha aislado desde 1983 a los gobiernos en el clóset de la timidez
que no se atreve a decir su marca predilecta de condones.
Pero si llama la atención el caso cubano es por
la política de aislamiento forzoso. Pregunta Escarpit: "¿No
será más bien que lo que hay que exigir es la confidencialidad
de los datos y rechazar toda discriminación en el trabajo y la vida
cotidiana?" De acuerdo, ¿pero hay una violación más
abierta de cualquier confidencialidad que el internamiento en hospitales-cárcel?
(A menos que se le informe a los vecinos y amigos que el enfermo se fue
a París a tratarse al Instituto Louis Pasteur) ¿Y qué
es el encierro sino la suprema discriminación en materia de trabajo
y vida cotidiana?
Como sea, es saludable el intercambio de puntos de vista
sobre un tema al que, monstruosamente, los gobiernos rodean de hipocresía
y silencio.
Carlos Monsiváis
Responde Soberanes a la Afadem
Señora directora: Ruego dé cabida
a estos comentarios sobre la carta de los integrantes de la Asociación
de Familiares y Amigos de Desaparecidos de México (Afadem).
1. Las opiniones y puntos de vista que manifesté
a Víctor Ballinas durante la entrevista con La Jornada son
valoraciones jurídicas ?no políticas? y atienden, por lo
mismo, a los aspectos legales que indispensablemente han de surgir en una
discusión seria y de fondo sobre algunas propuestas para que se
integre en México una comisión de la verdad.
2. Un Estado democrático de derecho supone la existencia
de instituciones públicas con facultades legales que delimiten su
función y su competencia. Actualmente, la única institución
constitucionalmente facultada para investigar delitos de esta facultad
a cualquier órgano que no sea el señalado expresamente en
los artículos 21 y 102, apartado B, de la Constitución, exigiría
reformar este ordenamiento.
3. También, por mandato constitucional (fracción
II del apartado B del artículo 20), sólo puede coadyuvar
con el Ministerio Público (MP) la víctima o el ofendido del
delito para que se le reciban todos los datos o elementos de prueba con
los que cuente, tanto en la averiguación previa como en el proceso.
4. El hecho de que una instancia distinta del MP pueda
realizar investigaciones sobre actos constitutivos de delito es contrario
a lo dispuesto actualmente en el propio texto constitucional. Por lo demás,
sólo sería factible que una comisión de la verdad
investigue delitos, examine testigos, revise expedientes o archivos oficiales,
si la reforma que le diera origen y definiera su naturaleza, integración
y facultades le da también ?quiero suponer? independencia del gobierno.
5. No obstante el carácter imprescriptible que
algunos consideran debe corresponder a las desapariciones forzadas, en
tanto violación a los derechos humanos, la reciente reforma al Código
Penal Federal publicada el pasado 1 de junio no consideró el tema
de la imprescriptibilidad a dicha gama de delitos (como estaba propuesto
originalmente en la iniciativa de reformas). Este hecho marca una diferencia
en el tratamiento legal que en materia de desapariciones forzadas se hace
en la Convención Interamericana sobre Desapariciones Forzadas (suscrita
por México el 4 de mayo y aún sin aprobación por el
Senado) que establece el carácter imprescriptible de dicha violación.
Manifiesto de nuevo estos puntos de vista como profesional
del derecho, con plena solidaridad hacia los familiares y amigos de personas
desaparecidas y plenamente convencido de que en un orden democrático
la justicia y el respeto a los derechos humanos sólo se fortalecen
desde la legalidad.
Atentamente:
José Luis Soberanes Fernández, presidente
de la CNDH
Invitación
Para reflexionar sobre el Plan Colombia, sus estrategias
y posibles consecuencias, se convoca a la primera jornada sobre el tema
donde participan Gustavo de Greiff, profesor del Colmex, quien abordará
el tema Políticas de EU sobre narcotráfico en Colombia; Camilo
González, ex ministro de Salud en ese país y director del
Instituto de Desarrollo para la Paz (Indepaz), con el tema El papel de
la sociedad civil en el procesos de paz, y John Saxe, sociólogo
y coordinador del seminario Mundo Actual que hablará sobre La globalización
y el Plan Colombia. La cita es hoy a las 11:30 en el auditorio del Centro
de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades, cuarto
piso de la Torre II de Humanidades de la UNAM.
Mayor información: [email protected]
y tel. 5653-9978.
Responsables: Tercos por la Paz, Comisión Latinoamericana
por la Paz en Colombia-México
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