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AEROMEXICO: BUEN ATERRIZAJE
El
pasado fin de semana, durante casi dos días, una huelga de sobrecargos
paralizó las operaciones de Aeroméxico, la principal línea
aérea del país. El movimiento se tradujo en horas de gran
incertidumbre y tensión para la empresa, para los paristas, afiliados
a la Asociación Sindical de Sobrecargos de Aviación (ASSA)
y para decenas de miles de viajeros que se quedaron varados en aeropuertos
de México y del extranjero. A la postre, sin embargo, las partes
pudieron alcanzar un acuerdo satisfactorio -que incluye un incremento salarial
de 9.5 por ciento, bonos de productividad, pago de salarios caídos,
así como algunas mejorías de las condiciones laborales- y
ayer en la mañana Aeroméxico estuvo en condiciones de normalizar
sus operaciones y reanudar sus vuelos. Cabe felicitarse por ello.
Fue, el referido, el primer paro laboral de gran impacto
en lo que va del presente sexenio, y en esa medida permitió hacerse
una idea precisa de alineamientos y actitudes en el nuevo escenario político
que vive el país. Un aspecto especialmente significativo y esperanzador
en ese episodio es la correcta actitud adoptada ante la huelga por las
autoridades federales. El secretario del Trabajo, Carlos Abascal, asistió
a las negociaciones con espíritu propositivo y ánimo de conciliación
entre las partes, en tanto que el presidente Vicente Fox descartó
la aplicación de la requisa y se distinguió, con ello, de
sus antecesores priístas en Los Pinos, quienes no vacilaban en echar
mano de esa figura jurídica que, en opinión de muchos, es
anticonstitucional y nugatoria del derecho de huelga. Cabe recordar, como
antededente directo, que en las dos huelgas de sobrecargos ocurridas en
Aeroméxico en el sexenio pasado Ernesto Zedillo ordenó la
requisa de la empresa, por más que ésta no es la única
prestadora de transporte aéreo para el mercado nacional, del cual,
se estima, posee 42 por ciento.
La renuncia de Fox a echar mano de esa facultad, prevista
en la Ley General de Vías de Comunicación, habla de un respeto
efectivo al derecho de huelga, y acaso también de un deslinde con
respecto a la actitud casi invariablemente patronalista y antisindical
con la que actuaba la Secretaría del Trabajo en los últimos
tiempos del priísmo. Ojalá que así sea.
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