PERU: UNA DIFICIL OPCION
En
la primera ronda electoral peruana, en la cual habrían debido votar
15 millones de electores sólo lo hicieron 10.4 millones, lo cual
revela una abstención superior a un tercio de los ciudadanos. En
la segunda, este domingo, se enfrentarán tres grandes fuerzas: el
"partido" del voto en blanco o la abstención, sostenido por manifestaciones
públicas y llamados de personalidades, entre las cuales figura Alvaro
Vargas Llosa, hijo del escritor y ex candidato presidencial del Perú;
la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA), con gran arraigo popular
y que postula al ex presidente Alan García, y el conjunto de fuerzas
que apoyan a Alejandro Toledo, un desconocido economista de los organismos
financieros internacionales, apoyado en esta ocasión por Madeleine
Albright, ex secretaria de Estado de Estados Unidos.
Alan García fue el presidente más joven
en toda la historia latinoamericana y su presidencia se caracterizó
por la demagogia, la hiperinflación, el desastre económico
y una feroz represión política que condujo a la matanza en
la cárcel de la Marina en el Callao.
Después tuvo que huir del país, acusado
de varios delitos financieros. Como consecuencia, el pueblo eligió
un aprista desconocido; un profesor de agronomía --Alberto Fujimori--
porque creía que el "chino" (que era japonés) era mucho mejor
que todos los políticos peruanos.
Fujimori, que había prometido el oro y el moro,
instauró de inmediato una dictadura neoliberal y una represión
peor que la de García (recuérdese la masacre en la embajada
japonesa), dio un autogolpe disolviendo el parlamento y, con las fuerzas
armadas gobernadas en realidad por su brazo derecho el capitán Vladimir
Montesinos --estrechamente ligado al narcotráfico y ex agente de
la CIA--, difundió la corrupción y la compra de jueces, parlamentarios,
políticos y utilizó la violencia ilegal contra sus adversarios.
También terminó asiliado, aprovechando su
nacionalidad japonesa (había falsificado el acta de nacimiento para
poder ser presidente peruano).
Como consecuencia del hartazgo ante su política
y de la falta de credibilidad de las otras fuerzas políticas (sólo
el APRA está más o menos organizado), la oposición
se cuajó detrás de otro desconocido: el "cholo" Toledo. Este
utiliza ahora dos argumentos principales, como lo hizo Fujimori en su campaña:
su origen popular pues es indio y su presentación como la reencarnación
de Pachakutik y del mito incaico. No hace promesas económicas ya
que su programa es neoliberal --el de Alan García también,
aunque con matices más "sociales"-- y encuadra perfectamente en
el Plan Colombia de sus protectores en Washington.
De este modo, al electorado peruano se le presenta una
difícil opción: votar por un hombre que produjo una terrible
crisis y condujo al fujimorismo y a Montesinos, pero que se apoya en un
partido que en realidad es el único existente y que fue nacionalista
y popular aunque hoy sea neoliberal, o correr el riesgo, con el "cholo",
de escoger a otro posible "chino", demagogo en su campaña pero neoliberal
de mano dura una vez en el gobierno.
Esta es la fuerza de la campaña por el voto en
blanco o la abstención. Pero si ese tercere camino puede tener una
explicación ética, no da en cambio ninguna respuesta política
a la urgente necesidad de sanear moralmente la administración y
la vida política peruana, frenar el éxodo migratorio, quitarle
a las fuerzas armadas su poder omnímodo, reconstruir la vida política
en el país de Mariátegui y González Prada, de César
Vallejo y de tantos otros talentos.
Lo cierto es que, sea cual sea el presidente, la verdadera
elección de rumbo vendrá después. Para quienes lo
voten y para quienes, deseando un cambio democrático, voten por
su adversario o "voten" no votando por ninguno.
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