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México, D.F. domingo 3 de junio de 2001
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Editorial
 

 PERU: UNA DIFICIL OPCION

SOLEn la primera ronda electoral peruana, en la cual habrían debido votar 15 millones de electores sólo lo hicieron 10.4 millones, lo cual revela una abstención superior a un tercio de los ciudadanos. En la segunda, este domingo, se enfrentarán tres grandes fuerzas: el "partido" del voto en blanco o la abstención, sostenido por manifestaciones públicas y llamados de personalidades, entre las cuales figura Alvaro Vargas Llosa, hijo del escritor y ex candidato presidencial del Perú; la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA), con gran arraigo popular y que postula al ex presidente Alan García, y el conjunto de fuerzas que apoyan a Alejandro Toledo, un desconocido economista de los organismos financieros internacionales, apoyado en esta ocasión por Madeleine Albright, ex secretaria de Estado de Estados Unidos. 

Alan García fue el presidente más joven en toda la historia latinoamericana y su presidencia se caracterizó por la demagogia, la hiperinflación, el desastre económico y una feroz represión política que condujo a la matanza en la cárcel de la Marina en el Callao. 

Después tuvo que huir del país, acusado de varios delitos financieros. Como consecuencia, el pueblo eligió un aprista desconocido; un profesor de agronomía --Alberto Fujimori-- porque creía que el "chino" (que era japonés) era mucho mejor que todos los políticos peruanos. 

Fujimori, que había prometido el oro y el moro, instauró de inmediato una dictadura neoliberal y una represión peor que la de García (recuérdese la masacre en la embajada japonesa), dio un autogolpe disolviendo el parlamento y, con las fuerzas armadas gobernadas en realidad por su brazo derecho el capitán Vladimir Montesinos --estrechamente ligado al narcotráfico y ex agente de la CIA--, difundió la corrupción y la compra de jueces, parlamentarios, políticos y utilizó la violencia ilegal contra sus adversarios. 

También terminó asiliado, aprovechando su nacionalidad japonesa (había falsificado el acta de nacimiento para poder ser presidente peruano). 

Como consecuencia del hartazgo ante su política y de la falta de credibilidad de las otras fuerzas políticas (sólo el APRA está más o menos organizado), la oposición se cuajó detrás de otro desconocido: el "cholo" Toledo. Este utiliza ahora dos argumentos principales, como lo hizo Fujimori en su campaña: su origen popular pues es indio y su presentación como la reencarnación de Pachakutik y del mito incaico. No hace promesas económicas ya que su programa es neoliberal --el de Alan García también, aunque con matices más "sociales"-- y encuadra perfectamente en el Plan Colombia de sus protectores en Washington.

De este modo, al electorado peruano se le presenta una difícil opción: votar por un hombre que produjo una terrible crisis y condujo al fujimorismo y a Montesinos, pero que se apoya en un partido que en realidad es el único existente y que fue nacionalista y popular aunque hoy sea neoliberal, o correr el riesgo, con el "cholo", de escoger a otro posible "chino", demagogo en su campaña pero neoliberal de mano dura una vez en el gobierno.

Esta es la fuerza de la campaña por el voto en blanco o la abstención. Pero si ese tercere camino puede tener una explicación ética, no da en cambio ninguna respuesta política a la urgente necesidad de sanear moralmente la administración y la vida política peruana, frenar el éxodo migratorio, quitarle a las fuerzas armadas su poder omnímodo, reconstruir la vida política en el país de Mariátegui y González Prada, de César Vallejo y de tantos otros talentos. 

Lo cierto es que, sea cual sea el presidente, la verdadera elección de rumbo vendrá después. Para quienes lo voten y para quienes, deseando un cambio democrático, voten por su adversario o "voten" no votando por ninguno.
 

 

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