ELECCIONES EN YUCATAN
El vacío legal, la rebeldía de un cacique y
gobernador ante una sentencia del Tribunal Electoral del Poder Judicial
de la Federación (TEPJF), un albazo, tres consejos electorales --sólo
uno legítimo--, la posible intervención de la fuerza pública,
insultos entre actores políticos y problemas para contratar la empresa
encargada del Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP), dominaron
y mancharon el proceso electoral que culmina mañana en Yucatán.
Los problemas para garantizar una elección democrática
en el estado dieron cuenta de la inexperiencia y falta de habilidad política
del gobierno federal para hacer cumplir la ley ante las amenazas de Víctor
Cervera Pacheco y el PRI, gobernador y partido que no dieron la mínima
señal de respeto a una sentencia del máximo órgano
electoral de la nación y que se han valido de todo tipo de recursos
para que Yucatán siga siendo un bastión del priísmo,
aun a costa de frenar y poner en riesgo los avances democráticos
en materia electoral.
Tuvieron que pasar casi tres meses luego de la sentencia
del TEPJF para que finalmente se integrara un Consejo Electoral legítimo,
tiempo durante el cual los yucatecos padecieron un hueco de legalidad que,
a su vez, obstaculizó los primeros pasos del proceso que culmina
mañana. Y fue precisamente en un ambiente viciado y repleto de irregularidades
en el que se sentaron las bases de las primeras elecciones estatales en
tiempos del nuevo gobierno.
Si bien este proceso representa la primera gran prueba
democrática --en materia electoral-- del gobierno de Vicente Fox,
no sorprende que el priísmo yucateco haya demostrado no haber comprendido
las razones del resultado del 2 de julio; por el contrario, se afanó
en dar continuidad al caciquismo, al albazo legislativo, a la intimidación
y compra de conciencias.
A unas horas de la elección, la moneda gira en
el aire, aunque la mayoría de las encuestas den una ligera ventaja
al panista Patricio Patrón Laviada sobre el priísta Orlando
Paredes Lara, quien tiene depositada su esperanza en el voto de las zonas
rurales, el mismo que dejó plantado a Francisco Labastida el año
pasado.
No obstante lo desaseado del proceso, los yucatecos merecen
una elección limpia de la cual emane un gobierno legítimo,
y serán precisamente los electores quienes con su participación
podrán ser garantes de que Yucatán sea un estado democrático.
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