EL SUEÑO DE UN TECNOCRATA
No obstante que la reducción en la tasa de crecimiento
de Estados Unidos ha generado una caída en las proyecciones de crecimiento
anual del producto interno bruto (PIB) mexicano, la economía vive
hoy una coyuntura digna del mejor sueño de un tecnócrata:
el Banco de México (Banxico) redujo el corto en 50 millones de pesos
diarios, por lo que habrá más dinero circulando, tendrán
que bajar las tasas de interés y, en el mediano plazo, se logrará
una paulatina depreciación del peso que beneficiará a los
exportadores.
Con los 40 mil millones de dólares acumulados en
las reservas federales a la fecha, Banxico ya no tiene necesidad de subastar
más dólares cada mes. Según datos del Departamento
de Comercio (DOC), México registró un superávit en
la balanza comercial sobre Estados Unidos de 2 mil 803 millones de dólares,
uno de los niveles más altos en la historia de las relaciones comerciales
entre ambos países. La inflación se mantiene en los niveles
estimados por el banco central y, como complemento, la venta de Banamex
a Citigroup generará una entrada de capitales equivalente a un año
de inversión extranjera directa.
Ante esta oleada de signos positivos en la economía,
mismos que han sido bien recibidos por los inversionistas de capitales
especulativos, no deja de inquietarnos que el beneficio directo de este
panorama macroeconómico se concentre en los dueños del capital,
un grupo minoritario que no representa más del 5 por ciento de la
población total.
La parte financiera de la economía, no cabe la
menor duda, pasa hoy por un excelente momento. Pero los únicos que
lo perciben son los ricos, porque, a la luz de los resultados, se confirma
que la política económica es un saco hecho a su medida.
La realidad es que la economía mexicana avanza
en dos carriles paralelos con direcciones opuestas. Mientras uno reporta
un tránsito fluido y estable de logros macroeconómicos, el
otro, lleno de baches, topes y semáforos en rojo, carga con un flujo
lento y accidentado de más de 40 millones de pobres.
A un carril se le destina la mayor atención y un
trato preferencial; al otro se le castiga por todos los medios posibles.
Si no ¿por qué la insistencia en aprobar una reforma fiscal
que le carga la mano --con el IVA-- a los más desfavorecidos, en
particular con el impuesto a medicinas y alimentos?
A todos nos interesa saber que los indicadores macro van
viento en popa, pero no dejamos de preguntarnos cuándo será
el día en que estos logros se vean reflejados en el nivel de vida
de todos los mexicanos, en la generación de empleos, crédito
productivo, en servicios de salud y educación... ¿Cuándo
podremos alegrarnos por los resultados sociales de la macroeconomía?
Por lo pronto, las cifras oficiales siguen desviando la atención
de aquel lado oscuro de nuestra economía: la pobreza.
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