ONU: DERECHOS HUMANOS Y DOBLE MORAL
Las diversas resoluciones aprobadas ayer en Ginebra por la
Comisión de Derechos Humanos de la ONU dan una clara idea de la
escasa integridad moral que impera en ese organismo, en el que las condenas
o la falta de ellas se resuelven no necesariamente con base en situaciones
reales, sino como resultado de procesos de negociación y regateo
entre los representantes de diversos Estados, e incluso como consecuencia
de claras presiones políticas y diplomáticas.
La condena al gobierno cubano, presentada por la delegación
checa, impulsada por Estados Unidos y finalmente aprobada por un estrecho
margen (22 votos a favor, 20 en contra y 10 abstenciones, entre ellas la
de México), tiene sin duda fundamentos reales: no puede ignorarse
la persecución y el hostigamiento regulares de que son objeto, dentro
de la isla, los opositores al régimen de Castro. Sin embargo, la
resolución omite cualquier referencia al bloqueo que Washington
mantiene contra Cuba desde hace cuatro décadas, cuya principal víctima
es la población cubana y que se traduce, a fin de cuentas, en un
grave atropello a los derechos humanos. Si además se considera que
el Comité de Derechos Humanos de la ONU no emitió una resolución
semejante contra Perú cuando Fujimori y Montesinos cometían
toda suerte de atrocidades de Estado, ni contra el gobierno de Ernesto
Zedillo, en tiempos en que Amnistía Internacional alertaba sobre
una situación de catástrofe en los derechos humanos en México
--por mencionar sólo dos notorias omisiones--, la resolución
de ayer contra La Habana resulta una clara expresión de la doble
moral con que opera la diplomacia internacional.
Es significativo, además, que la comisión
referida se haya abstenido de condenar a China, país en el que las
violaciones documentadas de derechos humanos son mucho más graves
que las que ocurren en la nación caribeña, pero que representa,
para Europa, Japón y Estados Unidos, un mercado promisorio y una
fuente de mano de obra barata. Es revelador, también, que el propio
Estados Unidos, en donde se mantiene vigente la pena capital y en donde
son pan de todos los días los abusos policiacos contra negros e
hispanos, no haya sido objeto de una resolución crítica.
El único caso en el que hubo casi unanimidad fue
el de Israel, cuyo gobierno se empeña en profundizar y extender
una guerra cruenta e injusta contra la población palestina de los
territorios ocupados --incluida Jerusalén oriental--, contra los
habitantes sirios del Golán y contra los pobladores del sur de Líbano.
El hecho de que Washington se haya opuesto enérgicamente a condenar
la persistente y cruenta barbarie del gobierno israelí contra los
palestinos no hace sino confirmar el doble rasero que orienta las resoluciones
de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU y que les resta seriedad,
autoridad moral y legitimidad
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