LE TOCARA A SLOBODAN MILOSEVIC
La lista de los pendientes de juicio por genocidio es larga,
pero empieza a acortarse. Augusto Pinochet pasa sus últimos días
tratando de evitar con subterfugios legales una justa condena por sus crímenes
contra la humanidad, cometidos en Chile, Argentina y en todo el Cono Sur
o en Italia; los militares argentinos implicados en las atrocidades cometidas
por la dictadura desde 1976 hasta la aventura sangrienta de la guerra de
Las Malvinas están siendo juzgados en España, Italia, Alemania,
Francia, además de en su propio país y ni siquiera les salvan
las anticonstitucionales y aberrantes leyes de amnistía (Punto Final
o de Obediencia Debida); el torturador y saqueador capitán de navío
Cavallo, detenido en México y que podría ser enviado a España
para ser juzgado, difícilmente podrá escapar a su castigo
y, anteriormente, el nazi Priebke, verdugo de los mártires romanos
de las Fosas Ardeatinas, fue enviado desde Argentina a Italia donde fue
condenado. Ahora le podría tocar el turno a Slobodan Milosevic,
ex presidente serbio y yugoslavo.
Este desencadenó las guerras étnicas en
la ex Yugoslavia al responder con el ejército (serbio) a la secesión
eslovena y al iniciar el combate contra el gobierno de Zagreb apoyando
a los serbios de Croacia (que debieron enfrentar también la "limpieza
étnica" impuesta por las tropas semifascistas croatas). Milosevic
apoyó también a los grupos nacionalistas extremistas y genocidas
serbios en Bosnia y, al suprimir la autonomía de los albanófonos
de Kosovo, dio pretexto a las atrocidades cometidas por los independentistas
de la misma e incluso a la agresión de la Organización del
Tratado del Atlántico Norte contra el pueblo yugoslavo, que estaba
lejos de identificarse con Milosevic. Si bien el ex presidente yugoslavo
no organizó el genocidio, sí apoyó en cambio a genocidas
serbios y favoreció con sus acciones y con su nacionalismo los crímenes
genocidas y el nacionalismo de sus adversarios, hundiendo así a
su país en la barbarie y dando pretextos para una brutal e ilegal
intervención extranjera que despedazó a la república
que él decía defender y que hizo retroceder 30 años
al pueblo de Serbia misma.
La guerra de la OTAN contra Yugoslavia pospuso el ajuste
de cuentas del pueblo yugoslavo con un hombre que había perdido
ya la mayoría y la confianza de los yugoslavos. Nadie podía
entonces atribuirle al extranjero la tarea de abrir una nueva etapa en
la vida del país. Pero ahora llega el momento de cerrar una fase
y de establecer las responsabilidades sin por eso ceder ante la OTAN ni
darle razón a su ataque unilateral e ilegal. Porque el proceso a
Milosevic ?si se efectúa? lo realizarán yugoslavos y no soldados
de Washington y ya actualmente el reciente pasado está siendo juzgado
por todo el pueblo yugoslavo. Quizás incluso un proceso al régimen
anterior pueda impedir un nuevo desgarramiento de la República Federal
Yugoslava (la escisión montenegrina que sin duda llevaría
a esa pequeña república a conflictos fratricidas con los
proserbios) y la extensión a Macedonia y a toda la región
balcánica de las provocaciones del independentismo albanés,
fomentado en clave antieuropea y antirusa por Washington. Muchos podrán
alegar, con una primera visión superficial, que Milosevic representaba
la soberanía yugoslava y que si es procesado lo será por
los enemigos de ésta, o sea, por el poder de la OTAN, que en realidad
ejerce EU. Eso es olvidar que buena parte de los yugoslavos se oponía
a Milosevic antes de la agresión estadunidense y que aquél
había servido anteriormente a Washington y al FMI. Si su pueblo,
sin abdicar de su soberanía, decide imponer los elementos básicos
de la democracia ?el respeto al otro? y frenar el nacionalismo reaccionario
para no darle cauce en toda la región, ésta podría
avanzar hacia su pacificación . |