DROGA Y VIOLENCIA EN EL DF
El procurador general de la República, Rafael Macedo
de la Concha, reconoció que el cártel de Tijuana, dirigido
por los hermanos Arellano Félix, tiene una presencia "muy importante"
en el Distrito Federal. Por primera vez, la PGR reconoce abiertamente que
una organización criminal tan poderosa opera en la ciudad de México
y que, según fuentes de inteligencia antinarcóticos, estén
"íntimamente" relacionados con el llamado cártel de Tepito.
El negocio de las drogas está directamente vinculado
a la violencia, es decir, que en la ciudades donde operan los cárteles
se registran los mayores índices de ejecuciones, desaparición
de elementos antinarcóticos, asesinatos de familias enteras, delincuencia,
etcétera. Ciudades como Culiacán, Tijuana y Ciudad Juárez
eran hasta hace unos años los principales centros de operación
de los cárteles por su cercanía con la frontera de Estados
Unidos, pero en la última década las organizaciones fueron
creciendo en número y complejidad operativa, extendieron sus redes
de hacia la región centro (Jalisco y Michoacán) y el golfo
del país, al tiempo que encontraron en el consumo interno un campo
fértil para su proliferación.
Ante el acoso y el combate de los gobiernos mexicano y
estadunidense, los cárteles crearon nuevos espacios y ámbitos
de acción, no sólo para el tráfico y distribución
de estupefacientes, sino para otros delitos colaterales como el lavado
de dinero y la corrupción.
La ciudad de México, centro socio-político
del país, se convirtió en un importante punto de operación
del narcotráfico y, por ende, en una ciudad violenta. Es por todos
sabido que en las universidades públicas y privadas, preparatorias
y secundarias de la capital circulan todo tipo de drogas, que la demanda
entre los jóvenes es cada vez mayor, que en las discotecas y bares
abundan los repartidores; en fin, que en cualquier barrio de la ciudad,
sea cual sea su ubicación, se puede encontrar a un "duro".
El barrio de Tepito es el centro de operación y
distribución de los cárteles --no sólo el de Tijuana
está involucrado-- en la ciudad de México. La violencia que
se ha registrado en los últimos meses en el "barrio bravo" ante
los operativos policiacos, es un claro indicador de la presencia de narcotraficantes,
aunque, hay que aclarar, el de la droga no es el único negocio ilícito
que se practica en la zona.
El narcotráfico ha penetrado en distintos niveles
de la sociedad mexicana. Detener la distribución y el consumo no
depende sólo de los embates policiacos; reconocer esto sería
dar la razón a Estados Unidos cuando condena a México sin
antes aceptar sus problemas de demanda interna. El consumo es un problema
social, por lo que el combate integral requiere de una intensa colaboración
de la sociedad. En algunas ciudades del norte del país la cultura
de la droga ha infectado a tal grado a la sociedad, que el narcotráfico
es considerado como una actividad común, y los narcotraficantes
gozan de un relativo prestigio en las comunidades. En la lógica
de una comunidad viciada por el negocio de la droga, las fuerzas policiacas
representan a "los malos", razón por la que los habitantes suelen
brindar protección a los delincuentes.
Una parte de la comunidad del barrio de Tepito parece
estar cayendo en este tipo de acciones de encubrimiento, de corresponsabilidad
anónima con los delincuentes.
¿La ciudad de México peligra para convertirse
en una narcociudad como Tijuana o Ciudad Juárez? Los índices
delictivos apuntan en esta dirección.
El reconocimiento hecho por el procurador general de la
República es una señal de alerta para la sociedad mexicana,
en especial para los capitalinos. El problema de la droga en la ciudad
de México es una realidad. ¿Cómo, con qué combatirlo?
Es una pregunta que nos hacemos todos y no nos tranquiliza el que sólo
"se investigue".
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