FOX: SEÑALES CUMPLIDAS
El anuncio formulado ayer por el presidente Vicente Fox en
el sentido de que su gobierno dará pleno cumplimento a las tres
condiciones planteadas por El Ejército Zapatista de Liberación
Nacional (EZLN) para volver al diálogo con el gobierno --liberación
de los presos zapatistas que aún permanecen recluidos, así
como la salida de los destacamentos militares de Río Euseba, La
Garrucha y Guadalupe Tepeyac, cuyas instalaciones, dijo el mandatario,
serán convertidas en "centros de desarrollo comunitario"-- introduce
un nuevo factor, positivo, a no dudarlo, en la compleja búsqueda
de entendimientos entre la organización rebelde, el Ejecutivo federal
y el Congreso de la Unión.
En el mismo anuncio, Fox pidió "respetuosamente"
a senadores y diputados que "encuentren los espacios y las formas para
recibir y escuchar al EZLN", en lo que constituye una descalificación
tácita del estrecho y poco digno formato de encuentro que los coordinadores
de las bancadas panistas y priístas en ambas cámaras trataron
de imponer a los representantes rebeldes, los cuales, por su parte, ante
lo insatisfactorio y "humillante" de la propuesta, anunciaron su decisión
de volver a sus comunidades de origen.
En otro sentido, el Presidente solicitó al subcomandante
Marcos que acepte reunirse con él a fin de iniciar un diálogo
que capitalice la actual oportunidad de pacificación, impulse la
aprobación de la iniciativa de la Cocopa en materia de derechos
y cultura indígenas y promueva "un ambicioso programa de desarrollo
humano" para los 10 millones de indígenas mexicanos.
La determinación de los zapatistas de regresar
a Chiapas ante la cerrazón de los líderes parlamentarios
blanquiazules y tricolores, conocida antier, ya había colocado en
una situación difícil a los sectores contrarios a la paz
con justicia y dignidad; sectores claramente representados, en su vertiente
política, por Diego Fernández de Cevallos, Enrique Jackson,
Ricardo García Cervantes y Felipe Calderón Hinojosa, entre
otros, y en su brazo económico por los jefes de las cúpulas
empresariales, los cuales alimentaron una fallida histeria antizapatista
desde el momento mismo en que los rebeldes anunciaron su decisión
de trasladarse a la ciudad de México. Ahora, el anuncio presidencial
referido evidencia el aislamiento de esos sectores y grupos de interés,
los cuales, sin abandonar el tono estridente en lo declarativo, han debido
aceptar la renegociación, en el interior del Congreso, de las condiciones
que pretendían imponer a los zapatistas para escucharlos.
Los hechos mencionados debieran llevar a la sociedad a
hacer conciencia sobre la profundidad de la fractura que se presenta en
la clase política y sobre la pertinencia de aprovechar tal fenómeno
para aislar a los núcleos más reaccionarios del PAN y del
PRI, impulsar la dignificación e inclusión de los indígenas
en el contexto nacional, la democratización plena y la desarticulación
de cacicazgos políticos y económicos.
En lo inmediato, cabe esperar que el importante anuncio
presidencial de ayer se traduzca en una reactivación de los contactos
entre los alzados y el gobierno y en un diálogo provechoso para
el país en su conjunto. |