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México, D.F. miércoles 10 de enero de 2001
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Editorial
 CHIAPAS: PRUDENCIA SIN ACELERAMIENTO 
 

SOL Sin lugar a dudas uno de los acontecimientos posibles que más expectativas despierta en la sociedad es la pacificación en el estado de Chiapas. Desde luego, el primer signo alentador fue el triunfo de Pablo Salazar Mendiguchía como gobernador electo y no perteneciente al PRI, lo que concluyó, por decisión también de la sociedad chiapaneca con un juego interminable y desaseado de gobernadores interinos impuestos desde el centro y afines a la cerrazón de negociación y diálogo del gobierno federal. 

El presidente Vicente Fox, ya en su momento, ha dado muestras positivas de buena voluntad para la realización de un diálogo con el EZLN y para impulsar un auténtico desarrollo en chiapas además, desde luego, de crear las condiciones para un nuevo trato a los grupos indígenas.  

A su vez, el EZLN respondió a tales gestos haciendo una serie de demandas, ninguna de las cuales se ha cumplido hasta ahora a plenitud. 

El retiro del Ejército ha sido paulatino, pero como incluso lo señalan varios integrantes de la Cocopa, todavía no se realiza en los lugares verdaderamente significativos. 

Cierto es que en la pacificación de Chiapas tanto el gobierno federal como el EZLN apuestan varias de sus cartas a la reacción internacional que, hasta ahora, a lo largo de los años del conflicto ha sido favorable al grupo armado. Para Vicente Fox sería un golpe espectacular lograr esa tan deseada pacificación, pero también sería para el EZLN lograr ver encauzadas con una plena determinación política la satisfacción de sus demandas respecto a los derechos de los indígenas, que no son otra cosa que elemental justicia. 

Se le pide ahora al EZLN que dé muestras mayores de disposición al diálogo, pero en realidad el gobierno sólo ha tenido gestos, importantes, sí, pero gestos al fin. No ha satisfecho hasta ahora una sola de las demandas que el EZLN planteó después de la toma de posesión del presidente Fox. 

Diversos medios han empezado ya una campaña encaminada a crear en la opinión pública una actitud desaprobatoria de la conducta del EZLN, y en particular del subcomandante Marcos; piden que ya se quite la capucha y argumentan que el país ya cambió. 

No, la nación no ha cambiado, tan sólo cambió el partido gobernante. Al país le falta mucho para cambiar y como muestras ahí están Tabasco y Yucatán además de que, evidentemente, ningún gobierno y ciudadanos pueden cambiar una nación en poco más de un mes. 

Desde luego que el EZLN deberá dar muestras más claras, más explícitas de su disposición negociadora. Pero quienes las reclaman con urgencia parecen no querer advertir la confianza que está mostrando en las autoridades para decidirse a dejar Chiapas y venir a la ciudad de México, por ejemplo.  

Afortunadamente parece haber condiciones para que todo pueda llegar a feliz término; no presionemos al tiempo. Pretender acelerar sucesos puede precisamente llevar a lo contrario, es decir, a que no se efectúen los resultados esperados y se obtenga un retroceso en lo alcanzado hasta ahora. 

 

 

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