Espejo en Estados Unidos
México, D.F.viernes 17 de noviembre de 2000 
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Editorial
 
¿PARA QUE? 

SOL El origen estuvo en una orden de cateo. Pero no, el origen real está en el deterioro creciente del barrio de Tepito como centro de la ilegalidad en todos los órdenes. 

El cateo fue exitoso. Sus consecuencias fueron catastróficas. El tradicional y esperado enfrentamiento entre lugareños y policías que ha caracteri- zado este tipo de operativos terminó por convertirse en un motín urbano, en un saqueo brutal, en un destrozo incontrolable cuando la policía se retiró. Durante horas, Tepito fue tierra de nadie en la que lo mismo actuaban saqueadores urgidos que vándalos desfogando su ira, su violencia y su resentimiento. 

Con ineficacia, la ley intentó aplicarse. Con eficacia se vio obligada a retirarse. 

Cuando todo aquello amenazaba incluso con desbordar las calles y avenidas que distinguen al barrio de Tepito, la Procuraduría General del Distrito Federal ejecutó un operativo nunca antes visto en la historia de la ciudad de México. 600 patrullas y mil 800 elementos de diversas corporaciones policiacas, seguidos puntualmente por la televisión, se dirigieron a la zona del caos a poner orden; fue un alarde para amedrentar, nada más. 

Para cuando tanto vehículo y tanta policía llegó a Tepito, sus habitantes ya se habían recluido y seguramente por la televisión se- guían los acontecimientos. 

¿Para qué? ¿Cuál es el objetivo de fondo de esta clase de operativos? ¿Las limitaciones de la ley pueden propiciar un día de furia sólo para recuperar mercancía robada y de contrabando? 

¿Las limitaciones de la ley impiden, operativo tras operativo, que sean detenidos los verdaderos cabecillas del crimen organizado en Tepito? 

Tepito lleva años, decenios, siendo lo que es: territorio en el que se consigue desde drogas hasta computadoras, desde libros codiciados y antigüedades, hasta prostitutas y niños dispuestos a todo. Lugar de trabajo y de piqueras. Ningún operativo ha detenido, mucho menos terminado, con nada de eso. ¿Quién se beneficia? ¿A quién se protege? 


VIETNAM: UNA VISITA HISTORICA 

SOL La visita que el presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, realiza actualmente a Viet- nam resulta ciertamente histórica, tanto porque tiene detrás los inevitables ecos de la sangrienta y estremecedora guerra que se libró en ese país del sudeste asiático como por el cambio político y económico que se registra en esa nación y que el mandatario estadunidense pretende potenciar en beneficio de los intereses comerciales y geopolíticos de Washington. 

Ciertamente, Vietnam ha cambiado de forma significativa en los últimos 25 años y numerosos factores indican que el gobierno de Hanoi está decidido a abrir sus fronteras --aunque de manera controlada-- a la inversión extranjera para adentrarse de un modo u otro en las aguas de la globalización. Sin embargo, las heridas del terrible conflicto armado que estremeció al mundo en los sesenta y setenta permanecen abiertas y nada hace pensar que Washington esté dispuesto a asumir la responsabilidad moral que le corresponde por las millones de víctimas que se cobró la brutal ofensiva militar estadunidense. 

Todavía hoy la población vietnamita padece los efectos del uso indiscriminado de armas, como el agente naranja, y es frecuente que minas y otros explosivos abandonados maten y mutilen a los pobladores de las zonas que fueron campo de batalla. 

Y aunque la progresiva normalización de las relaciones y el establecimiento de intercambios comerciales entre ambos países es un indicio claro de que ha llegado a su fin una etapa en la historia de ambas naciones, esas circunstancias no diluyen la responsabilidad que Estados Unidos tiene en una de las guerras más vergonzantes y devastadoras que ha padecido la humanidad. 

Con todo, nada indica que Estados Unidos esté dispuesto a pedir disculpas por las atrocidades cometidas por su ejército en Vietnam o a pagar reparaciones por el dolor y la destrucción infligidos a los vietnamitas durante el conflicto bélico. A lo más, Clinton busca obtener información sobre los soldados estadunidenses desaparecidos durante la guerra y pretende despejar los obstáculos que impiden a las empresas de Estados Unidos invertir a cabalidad en el país. 

Finalmente, el viaje de Clinton a Vietnam tiene una importancia especial para el todavía inquilino de la Casa Blanca. Con su visita a ese país, el mandatario estadunidense pretende fortalecer la imagen del "legado" que su presidencia entrega a Estados Unidos y al mundo. Fracasadas hasta el momento sus gestiones de paz en Medio Oriente y frenadas por el Congreso varias de sus iniciativas más ambiciosas, tanto en política interna como externa, el gesto de reconciliación de Washington con Vietnam bien le sirve de paliativo. 

Y, por añadidura, Clinton deja en claro con su viaje que mientras la Unión Americana presencia una inesperada disputa electoral entre dos candidatos que no terminan de dar la talla, él puede desempeñar un papel de estadista que lo distancia favorablemente, a los ojos de sus conciudadanos, de los políticos que pretenden sucederle.

 

 

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