LA RELECCION DE RODRIGUEZ ALCAINE
En México, la palabra "cambio" está de moda.
Quienes la pronuncian, hacen con ella referencia a la democracia, la modernización,
la honradez; para ellos, el "cambio" llegó para sepultar 70 años
de gobiernos corruptos. Sin embargo, el cambio al que se refieren no se
puede dar de un día para otro. El país se encuentra en un
proceso transitorio que, por su complejidad, se dilata en el alcance democratizador
de todas las instituciones sociales, más aún, en las que
por su origen viciado y razón de ser (ad hoc del PRI) se resisten
a la participación organizada de la ciudadanía.
Definitivamente, los vientos del cambio no soplaron ayer
en el auditorio Fernando Amilpa de la Confederación de Trabajadores
de México (CTM), donde, a la vieja usanza, los electricistas religieron
por sexta ocasión consecutiva a Leonardo Rodríguez Alcaine
como dirigente del Sindicato Unico de Trabajadores Electricistas de la
República Mexicana (SUTERM).
Para consolidar su triunfo, Rodríguez Alcaine,
indiscutible miembro de la elite de gestores del charrismo sindical y maestro
del corporativismo, menguó la participación de los integrantes
de la planilla opositora Cambio y Democracia Sindical, quienes, una vez
dentro del auditorio, se toparon de frente con una muralla de concreto
macizo y más de medio siglo de antigüedad: el sindicalismo
arcaico.
Frente a una estructura de tal magnitud, las demandantes
voces opositoras pasaron casi inadvertidas. Los delegados de dicha planilla
padecieron el vituperio colectivo de los alineados, de la cargada a favor
de Rodríguez Alcaine. La planilla que pretendía democratizar
la elección mediante el ejercicio del voto universal, directo, secreto,
se llevó los abucheos, los insultos y un contundente "no" como respuesta.
Ganó la vieja usanza, ganó la Asamblea Representativa,
la cooptación del voto gremial... ¿y el cambio? No hay tal
en el sindicalismo mexicano; los modos, los intereses y los métodos
para lograrlos siguen siendo los mismos.
Lo sucedido ayer en el 24 congreso nacional ordinario
del SUTERM es un claro ejemplo de que a México le falta todavía
mucho camino por recorrer para alcanzar la democracia. Existen aún
viejos muros que se resisten, que se muestran impenetrables, indivisibles.
Momentos antes de iniciarse el congreso, en la residencia
oficial de Los Pinos, el presidente Ernesto Zedillo elogió al octogenario
líder sindical por el compromiso que --dijo--, durante décadas,
ha mostrado en la defensa de los derechos de los electricistas. Zedillo
agradeció a Rodríguez Alcaine y aprovechó el foro
para canalizar apoyos en torno a las reformas de la industria eléctrica
que hereda al gobierno entrante. Al más puro estilo priísta,
el presidente en turno dictó a los representantes de los electricistas
la que puede ser su última "línea". En esta ocasión,
Zedillo reiteró la necesidad de privatizar el sector eléctrico.
Leonardo Rodríguez Alcaine, secretario general
del SUTERM desde 1976 y de la CTM desde la muerte de Fidel Velázquez
en 1997, representará al sector durante los próximos seis
años y será el responsable de los tratos de los electricistas
con el próximo gobierno. Siempre polémico, el líder
sindical jugará un papel crucial en el destino que se depara a la
industria eléctrica nacional. Un viejo líder ante las múltiples
interpretaciones de la palabra "cambio".
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